El gobierno vino con las manos vacías de su excursión a Washington. Sus necesidades políticas de conseguir algunos márgenes de libertad para enfrentar la coyuntura económica chocaron con la intransigencia del Fondo Monetario Internacional. Más allá de algunas declaraciones de compromiso y del respaldo público de rigor, el viaje del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, no significó ninguna flexibilización del acuerdo stand by en vigencia.

Los dos funcionarios acudieron a la Reunión de Primavera, que el FMI organiza en conjunto con el Banco Mundial. Allí, en medio de reuniones con ministros de otros países, inversores y banqueros, buscaron un guiño para poder intervenir en el mercado cambiario con mayor fuerza y mantener el dólar bajo control. Pero la burocracia del Fondo no se movió de lo ya acordado: no autorizó ventas del Central mientras la divisa se mantenga dentro de la franja cambiaria estipulada y Hacienda sólo podrá liquidar U$S 60 millones por día para cubrir sus operaciones corrientes.

No es porque no lo hayan intentado. Por separado, Sandleris y Dujovne tuvieron sendos encuentros con el estadounidense David Lipton. El influyente director general adjunto del Fondo es la voz y el voto de Donald Trump en la entidad. Pero ocurre que Lipton es acérrimo defensor del tipo de cambio flotante y no quiere dar ninguna chance a que los cuantiosos envíos de dinero del Fondo, que ya suman U$S 39 mil millones en apenas diez meses, se malgasten en operaciones directas de incierta eficacia. Por maniobras de ese tipo (venta de reservas por U$S 1000 millones en un día) tuvo que renunciar Luis Caputo a la presidencia del Central.

Por eso, con diplomática cortesía, Lipton se negó a cualquier cambio. Tras su reunión de ayer con Dujovne, que duró media hora, el número dos de la entidad respaldó los esfuerzos por alcanzar el déficit cero y el «compromiso de las autoridades de proteger mejor a los más vulnerables». En un comunicado, Dujovne señaló que «el programa está dando resultados positivos», aunque admitió que «el entorno financiero sigue siendo inestable».

Tu plan, mi plan

El programa lleva la impronta y la dureza características del Fondo, aunque fue pasado en limpio y firmado sin chistar por el gobierno argentino. La única novedad por fuera de la ortodoxia fue la creación de las bandas cambiarias, que acota la flotación del dólar a parámetros bien determinados. La idea de Sandleris funcionó en un primer momento, pero ahora se convirtió en un problema.

Hoy por hoy, el techo de esa zona de no intervención es de $ 51,33. Dicho de otra manera, el dólar puede subir todavía un 21% sin que el Central esté habilitado a reaccionar. En un contexto aún condicionado por la devaluación del año pasado, un hecho así puede desestabilizar toda la economía. Por ahora, el único recurso al alcance de las autoridades es reducir el ritmo al que se actualiza esa franja, actualmente del 1,75% mensual, muy inferior a la inflación, y esperar a que la divisa llegue más rápido al límite superior.

Déficit cero, sí o sí

Mientras al gobierno lo desvela la suerte del dólar, el FMI tiene su mirada en otros puntos. Por caso, el equilibrio fiscal. El gobierno necesita cierto margen de maniobra para algunas las políticas activas que estudia implementar ante la presión de sus aliados políticos (ver páginas 2 y 3). En ese sentido, el FMI ya hizo saber su preocupación por la caída en la recaudación fiscal: en la revisión del acuerdo stand by aprobada hace diez días sugirió subir impuestos y eliminar exenciones al IVA, lo que el gobierno rechaza de cara a las elecciones. La mención de Lipton sobre los «esfuerzos para alcanzar el equilibrio en 2019» bloquearon cualquier sondeo para incumplir esa promesa.

También preocupan la inercia inflacionaria y la imprevisibilidad general. «En nuestras previsiones no estaba este último brote de inestabilidad global que repercutió sobre Argentina. (Pero) el esquema ha funcionado y dados los escenarios que se analizan, creemos que es apropiado», dijo a la prensa el director del Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner. «La inflación resultó superior a la esperada. Esto causó más volatilidad en el tipo de cambio», dijo Roberto Cardarelli, encargado de monitorear el caso argentino. Sobre el margen del gobierno para proponer alternativas no hubo comentarios. «

El Tesoro empieza a vender U$S 60 millones por día

Esta semana comenzará el nuevo esquema de venta de divisas por parte del Tesoro para financiar el funcionamiento de la administración pública. El mecanismo fue aprobado por el directorio del Fondo Monetario Internacional.

Se trata de U$S 9600 millones, de los que la mayor parte llegaron como adelanto del préstamo del Fondo en junio del año pasado y habían sido asignados como apoyo presupuestario. A ellos se suman el colchón que obtuvo el gobierno a través de la emisión de títulos y Letes, que Hacienda necesita convertir a pesos para cubrir sus operaciones cotidianas.

Para «garantizar una suavidad y neutralidad», como también «a fin de minimizar su impacto en el tipo de cambio», el FMI sólo autorizó subastas diarias de U$S 60 millones, que se prolongarán hasta fines de noviembre. Las licitaciones sólo podrán interrumpirse avisando con 20 días de anticipación. En el caso de que el peso esté por debajo de la zona de no intervención, los dólares podrán ser vendidos directamente al Banco Central.

La liquidación de estas divisas podría servir para apuntalar al peso en conjunto con la venta de los dólares del sector agroexportador, que está entrando en sus meses más fuertes. Sin embargo, su monto (apenas la décima parte de lo que suele mover el mercado en su conjunto por día) no alcanzaría para frenar una eventual corrida. Nicolás Dujovne relativizó ese problema: «La intención no es influir en el precio del dólar sino obtener los pesos para nuestras necesidades presupuestarias», dijo el ministro de Hacienda.