El primer pañuelo verde que tuvo la periodista María Florencia Alcaraz lo recibió en 2005 de manos de una chica que marchaba junto a las casi 30 mil mujeres que participaban en el XX Encuentro Nacional de Mujeres, en Mar del Plata, y que tenía entre sus reclamos principales el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Diez años después, ese mismo pañuelo le sirvió para taparse de los gases durante la represión, en la edición 30ª de ese Encuentro, también en Mar del Plata. El pañuelo se lo regaló a una amiga y desde entonces, cada vez que tiene uno lo comparte como un gesto combativo y sororo.

Florencia Alcaraz es una de las directoras del web feminista LatFem e integrante de Ni Una Menos. Durante 2018, su labor periodística –como el de casi todas las comunicadoras feministas– se centró en la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Antes de que el debate ganara las calles sintió la necesidad de registrar lo que se iba a vivir ese año. Así surgió ¡Que sea ley! La lucha de los feminismos por el aborto legal.

«Me obsesiona el archivo y la memoria feminista a futuro», explica la periodista a Tiempo. «También quería recuperar esa historia de lucha que había sido subestimada durante años por el resto de la sociedad. El libro surge para romper esa gestualidad de que los feminismos son nuevos. Hay una historia y un linaje que viene desde hace años», agrega.


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(Foto: Diego Martinez)


El 1 de marzo de 2018 Mauricio Macri se refirió al aborto durante la Apertura de las Sesiones Ordinarias de Congreso. Desde diferentes sectores le contestaron que hablaba del tema para tapar otros asuntos. «Él no habilitó nada. Fueron las feministas con más de 30 años de lucha las que lo lograron. Este gobierno gestionó este tema creyendo que no conseguían la media sanción, por eso después ellos mismos la obstaculizaron. El debate por el aborto no surge por generación espontánea, se van habilitando niveles y en ese camino reconozco la importancia de Ni Una Menos en 2015 y los paros posteriores», expresa la periodista y autora. «Se avanzó a pesar de que no fue ley. Rompimos y desarmamos las puertas del Congreso que son siempre muy hostiles para la sociedad en general y mucho más para feministas y organizaciones de Derechos Humanos. La conversación y el debate de audiencias sirvió mucho para fortalecer la democracia. El 8 de agosto se fue a buscar una respuesta política para ese fortalecimiento y lamentablemente los senadores no se la dieron, sobre todo a las jóvenes», manifestó.

–Como profesional, ¿cómo transitaste este proceso?

–Fue interesantísimo ver, por ejemplo, a las militantes más viejas firmando autógrafos o sacándose fotos con las pibas. Fue fruto de una siembra que comenzó hace años y que se cosechó en 2018. Las pibas de hoy pertenecen a una generación que creció con una Ley de Matrimonio Igualitario, con una Ley de Medios, con una Ley de Identidad de Género. Nosotras crecimos disputándola y el aborto para ellas es una deuda de la democracia. Eso habla de un momento histórico de la Argentina que va más allá de los márgenes del feminismo. En mi caso, nunca me imaginé cubriendo el tema. Soy de esa generación que leía libros sobre el aborto pero los forraba para que no cayera mal.

–¿Qué impacto tuvo el debate?

–Se logró la despenalización social. La media sanción fue tomada con mucha virulencia por los grupos antiderechos y los fundamentalistas religiosos que aumentaron su agresividad y porque subestiman el poder feminista. Se logró revertir esa subestimación con un evento histórico como la ocupación callejera del 13 de junio. A fuerza de insistencia logramos desarmar sentidos comunes y eso fue como sacar el aborto del clóset. Hubo una despenalización social.

Como comunicadoras hubo que construir también un sentido para disputar el discurso en los medios

–Para mí fue histórico el día de la primera audiencia en la que nos sacamos una foto las periodistas feministas frente al Congreso. La Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito contagió su organización transversal y federal. Y eso pasó entre las comunicadoras, rompimos las lógicas del periodismo que va tras la primicia o el que te enseña a no involucrarte con los temas, o no pasarte datos… Se dio una articulación interesante entre nosotras. Me gusta pensar el feminismo como una narrativa que viene a develar algo que la narrativa hegemónica patriarcal no cuenta. El periodismo se contagió del poder colectivo del feminismo y eso lo cambió, porque el periodismo feminista es estrategia y política.

Este año se presenta otra vez el proyecto por el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, ¿cómo analizás lo que viene?

–El proyecto se está trabajando. Por otro lado, en el Congreso hay otros proyectos relacionados con él, como el de fabricación de misoprostol, de la ley ESI. En lo político-electoral, es un tema que este año tiene que estar en la agenda de todos los candidatos, no puede omitirse. Por nuestra parte, nosotras tenemos calle y organización, pero no hay que desestimar que del otro lado hay un poder financiero enorme que tiene que ver con la iglesia y con las farmacias. De todos modos, con Ni Una Menos logramos disputar el sentido común y la palabra, para que se hable de femicidios desde nuestra perspectiva. Con los paros de mujeres disputamos la organización. Y el año pasado, en el contexto de un gobierno conservador, de derecha, neoliberal, logramos que se discuta en las dos Cámaras uno de los temas femeninos troncales como lo es el aborto. Yo me imagino un año de poder feminista.  «


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(Foto: Diego Martinez)


¡QUE SEA LEY!

Editado por Editorial Marea, el libro reconstruye en diez capítulos la historia de la lucha de los feminismos por conseguir el derecho al aborto, pero tiene el pulso de una escritura simultánea con los hechos. «La idea fue acercar los relatos de las pioneras que estaban ahí, todavía peleando, y recuperar desde una mirada feminista lo que había pasado y lo que estaba pasando, para dejar una narración a futuro. Ojalá haya muchos libros de este momento porque fue histórico».