NACIDO PARA BRILLAR

¿Dónde está Zanzíbar?

Farrokh Bulsara, más conocido como Freddie Mercury, nació en el Shangani Govt. Hospital de Stone Town, Zanzíbar, el 5 de septiembre de 1946. Zanzíbar era un protectorado británico que se integró en Tanzania el año 1964 al unirse a Tanganica.

Sus padres Bomi (1908-2003) y Jer Bulsara (16 de octubre de 1922-13 de noviembre de 2016), eran miembros de la comunidad parsi en la región de Gujarat, perteneciente a la presidencia de Bombai, en la India Británica. El padre de Mercury, Bomi Bulsara, trabajaba para el gobierno británico como cajero de la Secretaria de Estado de las Colonias, tuvo que trasladarse a Zanzíbar para ingresar en la Oficina Colonial Británica como Tesorero del Tribunal Supremo (Korti Kuu). Zanzíbar fue donde asentó a su familia y nacieron Farrokh y su hermana pequeña Kashmira Cooke Bulsara.

Los Bulsara practicaban la religión zoroástrica, siendo su madre una persona muy respetada en dicha comunidad. El zoroastrismo, que recibe el nombre de su fundador y reformador iraní Zoroastro (Zarathustra), reconoce como divinidad a Ahura Mazda, considerado el único creador de todo.

Los pequeños Bulsara comenzaron sus estudios en un colegio de misioneros en Zanzíbar, pero su familia se sentía muy orgullosa de su descendencia persa y siguieron practicando el zoroastrismo.

Buscando su camino

Mercury comenzó a tomar clases de piano a los 7 años, alentado por su madre que veía en el niño actitudes especiales para las artes. En febrero de 1954, con 8 años, lo trasladaron con su abuela y su tía Sheroo Khory a estudiar al St. Peter’s School, un internado de estilo británico para niños en Pachgani, cerca de Bombay, en la India. Aquí fue donde empezó a ser más conocido como Freddie, sobrenombre que adoptó definitivamente desterrando el de Farrokh, incluso con su familia. El joven Bulsara era un gran aficionado al deporte y en concreto al boxeo, disciplina que comenzó a practicar de forma muy seria en el St. Peter’s, hasta el punto de entrar en el equipo de la escuela y ganar numerosos combates en su primera temporada. No obstante la insistencia de Jer, su madre, le hizo recapacitar y abandonar un deporte que a su progenitora le parecía muy violento, cambiando los guantes por las raquetas de ping-pong, que tampoco se le daban mal, llegando a ser campeón escolar de esta disciplina.

Jer Bulsara, su madre, siempre ejerció una gran influencia sobre su hijo Farrokh, siendo una de las personas más importantes de su vida. Jer, siempre pensó que su hijo tenía actitudes artísticas y no cesó en su empeño de moldearle para que su camino fuera por esos derroteros. Los estudios de piano eran muy importantes para ella y convenció al pequeño Bulsara para que se apuntara a clases de interpretación y danza, algo que dejaría marcado a Freddie y le trasformaría la vida.

El talento musical de Mercury llamó la atención del decano, que convenció a sus padres para que le pagaran clases adicionales de música, llegando a alcanzar el cuarto grado de piano. Durante la permanencia en esa institución Freddie montó su primer grupo musical, The Hectics, banda que actuaba solamente en fiestas y cumpleaños escolares y que interpretaba canciones de Cliff Richards y Little Richard.

En esta formación, ejercía de pianista y le acompañaban Derrick Branche a la guitarra, Bruce Murray vocalista y líder de la banda, Farang Irani

como bajista y Victory Rana de batería. Las primeras influencias musicales de Farrokh llegaron de la mística música hindú, de los sonidos clásicos y algo del rock and roll que por entonces se producía en otras partes del planeta.

Una de sus primeras influencias musicales fue la estrella de Bollywood Lata Mangeshkar, cantante india que inició su carrera musical en 1942, cuando solo tenía 12 años, y que llegó a grabar canciones en más de 1.000  películas y en 20 lenguas diferentes de la India, principalmente el hindi y marathi. Freddie Mercury nombró a Lata como una de sus influencias musicales más importantes desde que la vio en un concierto en la India.

En septiembre de 2016, el magazine Scroll.in consiguió hablar con los componentes de The Hectics que explicaban lo caótica y divertida que fue esa experiencia. Bruce Murray, quien creó el grupo, decía: «Empezamos la banda principalmente para impresionar a las chicas. Ciertamente no éramos músicos. Sí, Freddie era un gran músico, pero el resto de nosotros solo hizo mucho ruido. Pero conseguimos nuestro objetivo, porque las chicas realmente nos amaban».

La personalidad de Freddie en aquella época ya dejaba imprenta por donde pasaba, como asegura Farang Irani, el bajista de la banda: «The Hectics se hizo muy famoso en Panchgani. Todos los chicos de la escuela acostumbraban acudir a nuestros conciertos, especialmente las chicas. Pero la razón principal de nuestro éxito fue Freddie». En aquella época, fue cuando sus amigos del colegio comenzaron a llamarle Freddie, traducción más o menos fiel de Farrokh al inglés, y él firmaba en ocasiones como Frederick.

La anécdota la contaba Peter Patrao, su antiguo profesor de matemáticas en el St. Peter’s, en una entrevista en The Aerogram en el año 2013: «Era un muchacho bastante indeciso con dientes de ciervo. Los niños lo llamaban Buckie, lo que él odiaba, por eso comenzó a utilizar el nombre de Freddie». En febrero de 1962, con 16 años, se mudó de nuevo a Zanzíbar con sus padres.

La llegada a Inglaterra

En 1963 el gobierno británico había concedido la independencia a una serie de islas que se encontraban en la costa oriental de Tanganika, entre ellas la isla de Zanzíbar. El 12 de enero de 1964, 800 insurgentes la mayoría de origen africano, ayudados por policías despedidos tras la independencia, atacaron las comisarías, armerías y estaciones de radio dando comienzo a una cruenta revolución que duró tan solo 12 horas en las que murieron más de 80 personas y resultaron heridas otras 200, la gran mayoría de origen árabe.

Ese mismo día fue derrocado el sultán Jamshid Bin Abdullah de Zanzíbar y su gobierno principalmente árabe. El gobierno británico evacuó a la población británica y el cuerpo de empleados públicos inmediatamente, completándose dicha evacuación el 17 de enero. El 23 de abril Tanganika y Zanzíbar se unieron, pasando a ser lo que hoy se conoce como Tanzania.

La familia Bulsara se trasladó a Inglaterra huyendo de la violencia en Zanzíbar; curiosamente, Freddie Mercury no volvió a visitar Zanzíbar ni la India en toda su vida.

El 5 de agosto de 2006, un mes antes de que se cumplieran los sesenta años del nacimiento de Freddie Mercury, Simai Mohamend, dueño de un restaurante de Zanzíbar llamado Mercury en su honor, organizó una fiesta en homenaje al cantante de Queen, proclamando el orgullo de tener un compatriota en lo más alto del universo rock. Azan Khalid, líder regional de la Asociación por la Movilización y la Propagación Islámica, agrupación pseudo política que tiene el poder en Zanzíbar, prohibió la celebración porque: «Mercury violó el Islam con su estilo de vida extravagante. Por eso lo tildaron de ‘reina’. Cualquier cosa que lo vincule con Zanzíbar es ofensiva y repugnante al mismo tiempo que va contra la fe islámica». Consiguieron que no se celebrase la fiesta en su honor y prohibieron a todos los medios de comunicación que divulgaran cualquier noticia que tuviera que ver con su cumpleaños y con el hecho de ser nacido en Zanzíbar, bajo penas de multa y encarcelamiento a los que desobedecieran la prohibición.

A su llegada a Inglaterra, los Bulsara se establecieron en una pequeña casa en Feltham, en Middlesex, cerca del aeropuerto de Heathrow, en Londres.

Freddie continuó su educación en la escuela politécnica de Isleworth (desde 1993 College West Thames); además de sus estudios de arte, en sus primeros años ingleses trabajó en un servicio de catering cerca del aeropuerto y en un almacén en la zona comercial en Feltham.

Freddie se matriculó en el Isleworth Polythecnic y, durante las vacaciones, se empleaba en trabajos eventuales para ganar un dinero extra. Hacia 1966, Freddie ingresó como alumno de la Ealing Art School, donde comenzó a estudiar para convertirse en diseñador gráfico, aunque su interés por la música había ido creciendo. Con todo, consiguió graduarse en Arte y Diseño Gráfico en Ealing Art College (actualmente el campus de Ealing de la Universidad de West London).

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FREDDIE EN LA OPERA

“Hola, ¿Montserrat? Soy Luciano. Me han llegado voces de que estás dispuesta a aceptar la propuesta del cantante de Queen sobre un álbum que reúna el rock y la música lírica. ¿Te has vuelto loca? La nuestra es una música de serie A, no puedes mezclarla con la música pop, sería despectivo e irrespetuoso.  Eres una de las sopranos más célebres del mundo, puedes quedar en ridículo ante todos. Hazme caso”. La llamada del Gran Luciano fue, quizás, la advertencia más clamorosa que recibió Montserrat Caballé durante los meses anteriores a la grabación de Barcelona, uno de los álbumes más desconcertantes de los años ochenta, aunque ni mucho menos la única.

La noticia de su colaboración con Freddie Mercury había dado rápidamente la vuelta al mundo y llegó a oídos del famoso tenor italiano, que se apresuró a darle su opinión a la soprano. Unir rock y ópera, uno de los deseos más cosechados de Mercury, era inaceptable para los amantes y, sobre todo, para los protagonistas mundiales de la lírica. Un poco como los músicos clásicos, los cantantes de ópera estaban más que convencidos de poseer un quid del que carecían los ídolos del pop-rock. La mera idea de estar en la misma cesta enfurecía hasta al más imberbe de los mezzo tenores. Además, el proyecto pareció cuanto menos bizarro también en el ámbito del rock, en apariencia menos conformista, aunque conservador como todos los círculos, a fin de cuentas.

Cierto que, en ese momento, las  colaboraciones, incluso entre géneros diversos, eran un hecho consolidado y el crossover, que en sus inicios se consideraba una moda destinada a desaparecer rápidamente, había supuesto un auge de bandas roqueras olvidadas como Aerosmith. Pero la idea del líder de Queen parecía el capricho de una superestrella aburrida que busca reconocimiento mediático. No era así, de hecho, en aquella época Freddie no se aburría en absoluto.

Con los Queen en stand-by tras el triunfo del Magic Tour, el músico no se había concedido ni un mes de descanso. La publicación de la versión de The Great Pretender, aparecida en febrero de 1987, daba prueba de ello. Freddie quería seguir por una senda que le parecía inconclusa y deseaba explorar en mayor medida su capacidad de intérprete puro, aunque también la de autor fuera de los esquemas. Además de encumbrar un clásico de 1956 a la cima de las listas de éxitos, el vídeo podía preciarse de mostrar a un Freddie distinto del que el público solía ver. Había desaparecido el bigote que le había identificado desde inicios de la década, aunque lo llevara aún en la portada del disco sencillo y en algunos fotogramas del mismo vídeo. No obstante, impresionaba el aspecto de Freddie, que había cambiado mucho.

La irónica recuperación de los travestismos utilizados durante casi veinte años de carrera con los Queen, además de la participación de Roger Taylor vestido de drag queen, querían poner de manifiesto la buena sintonía “filosófica” entre el Freddie hombre y el personaje de la canción de los Platters. Pero, al mismo tiempo, era imposible no percibir un velo de melancolía que tal vez no se filtrara en el pasado. Freddie siempre había podido ocultar sus propios sentimientos tras el personaje que había creado, pero ya no lograba contener su parte más sensible y menos histriónica.

No se ha revelado en qué momento se enteró Mercury de su estado de salud. Hay quien dice que el año anterior se le había diagnosticado un contagio de VIH, aunque las fuentes son inciertas y contradictorias.

Mary Austin sostiene que Freddie conocía ya esa horrible sentencia cuando emprendieron la gira Magic Tour. Está claro que, cuando sacaron el nuevo sencillo, sabía que había contraído un virus que le iba a causar la muerte en pocos años. La sensación era que el artista, que aparecía por primera vez ante su público tras los triunfos del año anterior, no conseguía enmascarar completamente sus miedos bajo el maquillaje habitual. Sin embargo, las voces que insistían en un inminente álbum de versiones quedaron acalladas por las relativas a su colaboración con la Caballé, a quien Freddie siempre había admirado y con la que se comprometió a finales del último tour con Queen. “Creo que Montserrat tiene una voz maravillosa. Se me ocurrió decirlo en la televisión española y ella me escuchó. Luego, solo sé que me llamó y me propuso hacer algo juntos. Me quedé estupefacto. La adoro y adoro la ópera, pero jamás habría pensado en poder cantarla”.

En realidad, hacía años que Freddie pregonaba su veneración por la voz de la imponente diva española, pero con aquella boutade televisiva sin grandes pretensiones, estaba sentando las bases para la realización de uno de los grandes sueños musicales de su vida, más aún cuando era consciente de que no le quedaba mucho tiempo.

La respuesta afirmativa de la diva de la ópera hizo que Freddie volara a España cuando acababa de aparecer el sencillo que, en la cara B, contenía la primera tentativa real de Mercury de basarse en una sonoridad parecida a la de la ópera: Exercises In Free Love, escrita junto a Mike Moran. “Freddie estaba extremadamente entusiasmado”, recuerda Moran. “Quería llevarse algo que ella no conociera ya a través de sus colaboradores, para que lo escuchara. Por fin se reunieron y, al menos al principio, fue todo bastante embarazoso porque no se conocían. Fue Freddie quien rompió el hielo. Armándose de valor, le hizo escuchar el tema que había escrito conmigo, que se inspiraba en su impresión de cómo cantaba ella. Montserrat se quedó atónita al escucharlo”. Una vez más, había jugado sus cartas de la mejor manera: la canción (titulada de nuevo Ensueño y cantada por la Caballé) se convirtió en el eje entorno al que giró todo el proyecto que, al cabo de poco, no se había limitado a transformarse en sencillo sino en un auténtico álbum, pionero donde los haya.

El 27 de marzo de 1987, en el Hotel Ritz de Barcelona, tomó forma el mayor desafío que tuvieron que enfrentar jamás ambos, la clásica situación en que el riesgo es muy superior a la apuesta. Montserrat, sorprendiéndoles a todos, declaró que no solo había quedado sin palabras cuando escuchó el tema, sino que lo estrenó pocos días después en primicia mundial en el Covent Garden, y que quería que el mismo Moran estuviera en el escenario tocando. La impecable ejecución del siguiente 29 de marzo, en Londres,suscitó una ovación con el público en pie y, una vez más, Freddie quedó extasiado con la presencia y la voz de la Caballé.

Tras el recital, Freddie, Mike, Montserrat y su hermano Carlos cenaron juntos en casa del líder de Queen. A los postres, la soprano les preguntó si les gustaría escribir una canción sobre su ciudad natal, un homenaje que pudiera convertirse en himno de las Olimpiadas que se celebrarían en la localidad catalana en 1992. Naturalmente, les encantó el proyecto. Estuvieron de tertulia hasta entrada la madrugada, pese a que Carlos había dicho que su hermana y él se retiraban pronto. Eran las cinco de la mañana cuando se marcharon de casa de Mercury. Esa misma noche Freddie, Mike y Montserrat trabajaron juntos en las ideas que, después, serían la base de Barcelona y de The Fallen Priest. (…)

LOS AUTORES

José Luis Martín es catalán (1963). Escritor y crítico de rock, radial y televisivo de larga trayectoria. Participa de Gastronosfera, la web Badmusic.tv, y la programación de Pockets Concerts.                                                 Luca Garro (1967) es italiano, periodista y crítico musical en revistas como Rolling Stone, Jam, Rocksound y otras. Participó de Storia del rock, de Ezio Guaitamacchi (2014) y las bios de Jimi Hendrix (2015) y Jim Morrison (2016), de Hoepli.

Ambos libros son MaNonTropp de Ediciones Continente.