A veces Donald Trump pasa por desbocado, pero en general solo grita desprejuiciadamente lo que el establishment susurra en sordina. En agosto pasado, previo a un viaje a Dinamarca, dijo que su gobierno quería comprar Groenlandia, ese territorio del reino danés con autonomía. Ahora acaba de anunciar que abrirá un consulado en la capital de la isla, Nuuk, y que le otorgará 12 millones de dólares en “ayuda económica”. El dinero, según acuerdo con autoridades dinamarquesas, será destinado al desarrollo de recursos naturales. Pero un funcionario estadounidense reveló que el plan es profundizar la presencia de EE UU en esas regiones árticas, donde ya hay una base militar del Pentágono, para contrarrestar la influencia rusa y china.

Hay otro detalle no menor en estos tiempos de crisis sanitaria y desplome de los precios del petróleo: Groenlandia tiene reservas equivalentes el 13% del crudo mundial y un billón de dólares en yacimientos minerales.

Luego de la jugada a tres bandas para intentar sostener el precio en base a reducir la producción mundial, Trump -que debió negociar fuerte con el saudita Mohamed bin Salman y Vladimir Putin- necesita mantener al negocio del fracking y pelear para que el mercado del combustible fósil siga siendo en dólares.

El fracking permite la soberanía energética por la que lucha el mandatario, ligado a las multinacionales del petróleo. La venta en dólares es clave para sostener el valor de la moneda, que no tiene otro respaldo tangible. En tiempos en que los gobiernos recurren a la impresión de billetes para sostener la economía, todo el andamiaje del Imperio Americano se desmoronaría si el dólar deja de ser la divisa de cambio.

En la guerra comercial del siglo XXI,hay un jugador, el mayor consumidor no tiene producción propia, China. Y a medida que va dejando atrás el Covid-19, puede sacar ventaja y al mismo tiempo dar un golpe debajo del cinturón a su mayor contrincante. Hace justo dos años anunció que compraría petróleo también en su moneda. Ahora puede exigir hacerlo solo con yuanes.

Dato adicional: hay en proyecto una Ruta de la Seda Polar, a nivel del Ártico. A eso apunta la estrategia estadounidense. Que en su historia compró Luisiana a Francia, Alaska al imperio zarista y bien puede hacerse de la enorme isla helada.