La tarde de Buenos Aires empieza a despedirse con temperaturas de un dígito. Del otro lado de la puerta de tipo vaivén espera un ambiente elegante y retro. Es el Bar Los Galgos, un espacio de café, tragos y gastronomía reciclado y reabierto a principios de 2016. Los miembros del autodenominado Grupo Callao conocen bien el lugar, clásica parada porteña de la esquina de Callao y Lavalle. Es más: los dirigentes y militantes del peronismo que se reúnen con Tiempo eligieron bautizarse Callao por la ubicación de Los Galgos. Es un escenario de cita y reunión habitual. Como el bar está lleno, los anfitriones ofrecen el primer piso como locación de la entrevista.

En los alrededores del Congreso se ven los vestigios de la marea verde que acompañó el debate por la despenalización del aborto. Los integrantes del Grupo Callao no tardan en referirse al tema. La votación de la interrupción voluntaria del embarazo encontró al peronismo con discursos a favor pero también en contra. Consultados sobre ese punto, los participantes de la entrevista –que rondan la franja etaria de 30 a 45 años, con la excepción del exjefe de Gabinete Alberto Fernández, inspirador del grupo– niegan que la diferencia en torno al aborto pueda producir una fractura grave en la galaxia panperonista.

La charla se organiza en torno a una larga mesa. «Los que están acá son gente preparada, en su juventud tienen una experiencia de gestión casi todos. Han llegado acá por militantes, no por técnicos», dice Fernández a modo de presentación. Se refiere al resto de los miembros del grupo, que –con ausencias– lo secundan en la entrevista. Son los politólogos Camila García, Natalia De Sio y Santiago Cafiero; el abogado Guillermo Justo Chaves, también egresado de Ciencias Políticas; los economistas Cecilia Todesca Bocco y Fernando Peirano; la contadora Victoria Tolosa Paz, concejal en La Plata por Unidad Ciudadana. Entre las mujeres presentes se ven detalles de color verde. Es el símbolo de la despenalización del aborto.

«El reclamo de las mujeres trasvasa lo ideológico y lo generacional. Trasvasa todos los marcos de la Argentina, que es el país de las antinomias», arranca García. «Valoro la construcción política de Ni Una Menos. Tuvieron que construir políticamente. Se corrieron del lugar de comodidad de sus ideas para lograr los votos», señala Todesca Bocco, quien luego desliza si la irrupción de las mujeres no debería producir cambios en el discurso económico del peronismo, que suele priorizar a la industria por su capacidad para dar empleo. «El otro día alguien, críticamente, me decía: ‘Hablan todo el tiempo de industria pero las mujeres básicamente estamos empleadas en los servicios’. Es una piola de la que se puede tirar», señala.

Los miembros del Grupo Callao también analizan las diferencias internas que hizo visible el debate. «Lo que estamos viviendo hoy es un momento bisagra tan importante como el voto femenino promulgado por Eva Perón. Las chicas menores de 30 son todas feministas. Para conquistar y volver a enamorar, el peronismo se tiene que reformular», exhorta De Sio. «Si hay algo que demostró este debate es que no está estático el pensamiento dentro de cada partido. Para la sociedad esto es un punto de partida diferente», destaca Tolosa Paz.

«Al peronismo, la enseñanza que le deja este debate, es que la dirigencia debe dejar de mirarse a sí misma para mirar hacia la sociedad», observa Chaves. «Porque con los llamados a la unidad nos miramos mucho a nosotros. ¿De qué manera vamos a aprender a interpelar a la sociedad? Porque esa es la llave para construir una alternativa de poder», advierte el politólogo, que en 2017 fue primer candidato a diputado bonaerense por el randazzismo. «Todavía estamos sensibilizados por el momento histórico. Pero la representación política no es monocausal. Hay un montón de causas y de políticas que se tienen que encarar desde el campo nacional, popular, en el que un montón de compañeros que no votaron de la forma que hubiéramos deseado sí son valiosos para el todo», subraya Cafiero con afán componedor.

Fernández pone el foco sobre el avance que significa para el rol del Estado en materia de salud pública. También elogia la labor de su excolega en el Gabinete Ginés González García. «Todos los datos que tenemos sobre los abortos en el país son resultado de la única encuesta seria que se hizo en la Argentina para determinar cuántas mujeres eran víctimas de la situación del aborto ilegal. Y eso lo hizo Ginés, en nuestro mandato. Gracias a él pudimos tener un dato cierto de la dimensión del aborto», remarca.

La conversación gira luego hacia la incertidumbre económica. Nada sorprendente para una semana que volvió a ser testigo de otra devaluación récord del peso frente al dólar. Peirano, sin demasiada anestesia, asegura que el país está por ingresar a una nueva «década perdida». «Si se institucionaliza lo que se conoció como el memorándum con el FMI entramos en un camino que será muy difícil de revertir», vaticina. Fernández se suma y plantea por qué la economía corre el riesgo de quedar sumergida a lo largo de una década. «El Fondo sabe que la deuda que está tomando la Argentina va a producir un déficit financiero durante décadas. Y es el déficit financiero el que va a dejar al país en un estado de postración», alerta. Cafiero agrega que la institucionalización del ajuste, en línea con Grecia, comenzará a gestarse con los tres requisitos exigidos por el FMI: la Reforma Laboral, la modificación de la carta orgánica del Banco Central y la aprobación del Presupuesto 2019. «La Argentina entró muy pocas veces al FMI y casi nunca pudo salir a los tres años del programa. Porque siempre se vuelve a renegociar. Con el FMI entrás fácil pero salís difícil», avisa Peirano. «