Los hospitales públicos están colapsados», denuncian los gremios médicos. Si bien aclaran que no es algo de ahora, llaman la atención sobre la multiplicidad de siniestros que ocurrieron en el último tiempo: incendios, inundaciones, cortes de luz en el medio de operaciones. Mientras tanto, el proceso de vaciamiento del sistema de salud se profundiza, con falta de nombramientos, servicios cerrados, y escasez de insumos claves por parte de un Ministerio que pasó a ser Secretaría y busca provincializar la salud.

Sólo en el mes de enero el Hospital Interzonal de Agudos San Martín de La Plata sufrió dos cortes de luz. Los grupos electrógenos, tercerizados por el gobierno de María Eugenia Vidal, volvieron a fallar, y las tres horas sin energía del segundo corte, en la madrugada del 23 de enero, resultaron críticas para sectores como neonatología, mientras enjambres de médicos llegaban de sus casas para evitar el traslado de 23 bebés en incubadoras, bombeándoles oxígeno de manera manual. Una semana después, una parte del cielorraso se desplomó en un sector de consultorios. No hubo heridos porque estaban sin uso por la merma de la demanda en verano. Pablo Maciel, médico y secretario gremial de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia (Cicop), aseveró: «El presupuesto 2019 es el más bajo de la historia de la provincia y ya empezó a traernos problemas».

También en La Plata, a mediados del año pasado, los profesionales del Hospital de Niños Ludovica debieron continuar una operación con las linternas de sus celulares, por un corte de luz. Según explicaron luego los médicos, lograron finalizar la cirugía cardiovascular, a tórax abierto, pero sin resolver la patología.

A 836 kilómetros se ubica el Hospital Perrando, en Resistencia, Chaco. El fin de año los atrapó operando a la luz de sus teléfonos, ante la falla del grupo electrógeno «y bolseando a mano a los pacientes con respirador artificial en neonatología», relata Ricardo Matzkyn, secretario de la Asociación de Profesionales Técnicos y Auxiliares de la Salud Pública de Chaco. Cuenta que el 4 de enero, en el hospital de Sáenz Peña, el segundo más grande de la provincia, «quedaron encerrados en uno de los ascensores una parturienta con un bebé con asistencia respiratoria, durante 45 minutos».



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Trama y desenlace

«En Provincia tenemos un déficit presupuestario crónico, que se agrava año a año. En 1994 Salud ocupaba el 10% del presupuesto total, y hoy es sólo del 5,3%», expresa Jorge Yabkowski, de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud de la Argentina (Fesprosa). Habla de «crisis de nombramientos» y escasez de médicos, como en el hospital de Escobar, donde tienen 40 vacantes para pediatría. En el de Moreno renunciaron siete pediatras: «A un profesional de 32 años, que terminó la residencia y quiere entrar ahí, por 36 horas semanales le ofrecen 28 mil en mano. ¿Te parece que va a agarrar?». En la última paritaria quedaron 15 puntos debajo de la inflación.

A la de nombramientos se agrega la «crisis de los insumos», en su mayoría dolarizados, con licitaciones atrasadas respecto de la inflación. «En el Hospital Güemes de Haedo, líder en la atención de terapia intensiva y politrauma, no había reactivos elementales como troponina para el infarto, amilaza para la pancreatitis, ni coagulograma para llevar a un paciente al quirófano», denuncia Yabkowski. En la cartelera del Cetrángolo de Vicente López, referencia en patologías respiratorias, apareció el jueves una hoja A4 anunciando que «por falta de reactivos no se realizan: Coagulograma, Amilasa, CPK, LDH, TGP, GSA, IgE y Calcemia».

«La falta de insumos es crónica del sistema. En el último año vimos que faltaron tiras reactivas e insulinas para diabéticos, también medicación psiquiátrica y anticonceptivos. Y no tenemos mamógrafo», enumera Silvana Scali, licenciada en Trabajo Social del Hospital Oñativia, partido de Almirante Brown.

Moreno, en el oeste del Gran Buenos Aires, pasó de 287 mil habitantes en los ’90, a 452 mil en 2010. Gran parte es clase media y baja, los que más necesitan el sistema público. Pero sigue con un solo hospital, provincial, que está literalmente colapsado. Meses atrás demolieron la guardia para crear una nueva. Por el ajuste frenaron la obra. Hoy los boxes de la guardia funcionan en el sector de los consultorios externos, divididos por cortinas. Otros atienden en la sala de espera. «Se está trabajando en situaciones complicadas –se lamenta Adriana Montana, trabajadora del centro de salud–, quedó la sala de espera y el resto de los consultorios en un solo peine, donde la gente está hacinada. Y algunos sectores están sin ventilación. Los días de calor son imposibles». Adriana es una de las cuatro integrantes del sector de salud mental, para atender 50 pacientes por día. En La Matanza, apunta Yabkowski, hay sólo mil camas para casi 2 millones de habitantes.

Todos los fuegos el fuego

«Nos negamos a seguir cayendo». Con esa frase resumen el reclamo los médicos del Hospital Evita de Lanús. En la madrugada del 5 de septiembre del año pasado se incendió el tablero eléctrico ubicado en el Archivo. En el piso de arriba descansaban médicos de guardia que debieron ser rescatados por personal de mantenimiento. Tras la caída de un paciente y un camillero por el hueco de un ascensor, la Defensoría del Pueblo elevó un pedido de auditoría de infraestructura. Fue rechazado por las autoridades del hospital.

«En la noche del 30 de enero, una médica de guardia de Obstetricia, debido al calor y la falta de funcionamiento de los aires acondicionados, se descompensó y cayó al piso mientras realizaba una histerectomía por atonía uterina sin contar con el instrumental adecuado. Lo que extendió la cirugía a tres horas y media, con altísimo riesgo para la paciente», relata Sandra Álvarez, profesional del Evita. El pedido de cuatro cajas instrumentales que realizó el semestre pasado nunca fue respondido. «Por carencia de insumos y poca higiene hay suspensión de cirugías», advierte Álvarez. En el Evita es crítica la falta de reactivos, sobre todo de endocrinología, virología y VHI: «Sólo hay para cirugías y partos. De 18 licitaciones que debían hacerse por reactivos, se pasó a seis, y tres están aún sin resolver por cuestión de precios». La profesional completa: «No hay desfibrilador, no hay vacuna antivaricelosa porque Nación no compra; y hay roedores en espacios como tomografía».

El Hospital Oñativia se emplaza en Rafael Calzada, al sur del GBA. Donde las necesidades de la población siempre serán menores a las respuestas. El 17 de diciembre comenzó un incendio en la sala de máquinas (del que aún se desconocen las causas) y se extendió al primer piso, en el que funcionaban sectores críticos como internaciones, terapia y quirófanos. Esa madrugada evacuaron a todos los pacientes, organizando un operativo de emergencia en el hall. «Todo lo realizó el equipo de salud, poniendo el cuerpo. Por eso no hubo heridos. No había un plan de evacuación oficial, podría haber sido mucho peor», alerta Scali. Lo que vino después no fue mucho mejor. Las atenciones empezaron a ser deambulatorias, donde se pudiera. Guardias de contingencia, equipos sin funcionar: «Hasta nos quedamos sin internación después del siniestro».



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Llueve sobre mojado

«En enero hemos tenido situaciones caóticas en el sistema público –profundiza Ariel Gómez, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Salud de Córdoba–. Hubo tres lluvias y se inundó la mayoría de los hospitales de la provincia. En el de Niños, de referencia a nivel nacional, se empezó a llover mientras estaban haciendo una neurocirugía. Y después aparecieron alacranes».

Alude a lo ocurrido el 25 de enero, cuando los médicos operaban a un niño 5 años de un tumor cerebral. Lograron que quede estable en terapia intensiva. Una semana antes se había inundado el mismo quirófano. En el Hospital Misericordia el sistema de desagües no funcionó. En cuestión de minutos, médicos y enfermeros debieron evacuar a los ocho bebés que permanecían en incubadoras.

Gómez trabaja en el hospital regional Domingo Funes, que concentra todo el Valle de Punilla, desde Carlos Paz hasta Capilla del Monte: «Estamos sin ambulancia ni tomógrafo, porque se lo llevaron en agosto para una campaña política. Hay días que directamente no hay anestesistas, ni pediatras, ni cirujanos», advierte.

Las lluvias en el norte causan estragos. A principios de año en Chaco, la ambulancia que transportaba a una mujer embarazada a punto de parir cayó en una zanja. El enfermero y la obstetra no dudaron, e improvisaron una sala de parto en el medio del camino a la altura del paraje Las Hacheras. En la mayoría de estos centros de salud la comunidad se moviliza diariamente para elevar sus reclamos. Conviven trabajadores, pacientes y vecinos. Así ocurre cada miércoles en las rondas del Hospital Posadas, encabezadas por Nora Cortiñas, donde exigen «la reincorporación de los miles de despedidos, el cese del ajuste y la renuncia de los directores». «