El comunicado de la Asociación Argentina de Actores  en relación con el fallecimiento de Hugo Arana resume un sentimiento generalizado: «Ha sido respetado y querido tanto por sus pares como por su público».

Y es porque con Hugo Arana no solamente se va un actor notable de cine, teatro y televisión que en la pantalla grande supo participar de películas prestigiosas como La tregua, La Historia Oficial y la paradigmática sobre el exilio durante la dictadura militar Made in Lanús, sino de una persona que militaba activamente por las causas que consideraba justas. Su solidaridad y compromiso con los trabajadores de Tiempo Argentino fue otra muestra de su gran generosidad y nunca la olvidaremos. 

Parecía estar del lado bueno de la vida aún en los escenarios más impensados. Los tres personajes que lo llevaron a la fama masiva y le crearon un lugar perdurable en la memoria colectiva resultan hoy paradigmáticos en tanto pioneros de luchas contemporáneas.


En una publicidad de vino de la década del setenta, Arana interpretaba a un marido que llegaba de trabajar y a la que su mujer sorprendía con un “te estábamos esperando”. La vista de los escarpines en una mesa que anunciaban la llegada del nuevo nacimiento producían alternativamente una serie de sentimientos encontrados: felicidad, incredulidad y temor.  Lejos del estereotipo del sexo fuerte no era común ver en la pantalla a un futuro padre tierno y vulnerable.

Hugo Arana: «El teatro tiene que generar preguntas»


El segundo personaje fue “Huguito Araña”, el afeminado conductor de un  programa de televisión vestido con trajes de colores rosa o brillantemente llamativos que se acercaba demasiado a sus invitados varones, se desmayaba con el perfume de Sergio Goycochea o insinuaba en sus gestos y alusiones deseos libidinosos condenados por su época. El personaje destacaba dentro de “Matrimonio y algo más”. Es imposible saber si la intención de Hugo Moser al crearlo fue recurrir una vez más al estereotipo para la burla del gay. Lo que es cierto es que en su orgullosa visibilidad fundante lograba la empatía y el afecto de la audiencia y uno tenía la sensación más de reírse con él que de él.  

Seguramente encubría un costado subversivo porque las autoridades militares en 1982 lo consideraron un mal ejemplo y obligaron a su autor a que “Huguito” se casara con el personaje interpretado por Mónica Gonzaga, estrategia que le permitió seguir en pantalla y parecía denunciar un destino de los gays de la época. En todo caso, el matrimonio no le hizo perder las mañas: siguió comportándose igual de escandaloso.

Finalmente  su personaje del “Groncho” enamorado de la dama interpretada por Cristina del Valle en la misma “Matrimonio y algo más” y que luego supo tener su programa a fines del ochenta, resultaba un estereotipo tan grandilocuente del machismo que no podía menos que ponerlo en tela de juicio y en el lugar de la burla. También es muy recordado su personaje Pedro Leone, con el que se destacó en al tira de Telefe La Leona, protagonizada por Nancy Dupláa y Pablo Echarri.

Quizás fue su interpretación la que colocó a sus personajes destinados al conservadorismo en la vanguardia. O quizás uno no podía dejar de ver en ellos a la persona leal, coherente y afectiva que se manifestaba fuera de la pantalla. En todo caso, larga vida a Hugo Arana y a “Huguito” Araña.