El gobierno de Axel Kicillof ya comenzó a pensar en el día después de la pandemia y en un plan que permita urbanizar a los barrios populares del Conurbano bonaerense donde el coronavirus comenzó a pegar fuerte.

La situación de Villa Azul, que fue aislada debido a que se detectó allí el foco más importante de contagio con 246 casos positivos, expuso una vez más las condiciones de vulnerabilidad de los casi 1400 barrios populares y asentamientos que existen en el Conurbano.

Tras el operativo de esta semana, el gobierno provincial prometió retomar la urbanización de ese barrio –que está dividido entre Quilmes y Avellaneda– y comenzó a planificar el trabajo junto a Nación y a los municipios. El puntapié inicial serán las 152 casas que están sin terminar. Las obras comenzaron a ejecutarse en 2015, pero luego fueron abandonadas y las familias comenzaron a tomarlas a partir del año 2016. La mayor parte de las tomas se dio en junio del año pasado cuando las empresas se retiraron definitivamente del lugar por falta de financiamiento. Las obras tienen un avance aproximado del 20 por ciento.

Entre las prioridades también están la Villa Itatí, que queda frente a Villa Azul pero concentra a 15 mil habitantes, el barrio Carlos Gardel de Morón o la Villa La Cava de San Isidro. Estas obras ya figuraban en el plan que Kicillof le había encargado al Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos y al Organismo Provincial de Integración Social y Urbana (OPISU) a poco de asumir.

La clave, señalan fuentes oficiales, es que la financiación ya está. Se trata de dos créditos internacionales, uno con el Banco Mundial y otro con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por 100 millones de dólares cada uno, que habían quedado en stand by durante la gestión de María Eugenia Vidal.

Las problemáticas en todas las villas y asentamientos bonaerenses son similares: además del hacinamiento y la precariedad de las viviendas, faltan los servicios básicos como agua y cloacas, luz y gas. Todas estas condiciones favorecen los contagios. Hasta ayer, el gobierno contabilizaba 865 casos en los barrios populares sobre un total de más de 5300 en la Provincia, es decir sólo el 16% del número total.

En este sentido, el gobernador Kicillof aclaró ayer en declaraciones a Radio Provincia que «el virus está en la calle» en el Área Metropolitana y que no es privativo de las villas. Y puso como ejemplo lo que ocurrió en CABA, donde hoy la mitad de los contagios «ya está fuera de los barrios humildes».

«No es una situación privativa de los barrios populares, los contagios están en todos lados. El virus está en la calle en el Gran Buenos Aires», dijo, y actualizó la situación de Villa Azul: «Es un barrio de 5000 habitantes y tenemos 246 contagios constatados, o sea que se trata del 5% de la población total, muy por encima de lo que pasa en otros lugares. Es el mismo número que se dio en la 31, en Capital. Eso lo calificamos nosotros como un brote que no ocurre sólo en un barrio popular, ha pasado en geriátricos y en otros lados».

A nivel provincial, los casos siguen en aumento. Esta semana, ya se superó la barrera de los 5000 y se pasó a un promedio de 300 nuevos por día. Y aunque muchos municipios del interior bonaerense siguen con cero casos, también hubo brotes que obligaron a dar marcha atrás en los distritos que habían flexibilizado el aislamiento social.

El ejemplo más resonante es el de Necochea, que después de dos meses sin circulación del virus, debió retroceder en la cuarentena por un “baby shower” clandestino que terminó con 18 personas infectadas y 60 en observación. Tras el brote, el intendente Arturo Rojas suspendió por tiempo indeterminado todas las actividades no esenciales que había habilitado en las últimas semanas como salidas recreativas, caminatas, pesca y náutica, y también la actividad comercial.

Un caso similar se dio en San Antonio de Areco, donde la aparición de diez casos en un solo día llevó al jefe comunal, Francisco Ratto, a retroceder a la fase 1 de la cuarentena.

En el otro extremo están los municipios que, al cumplir más de 70 días sin casos, dieron un paso más en la apertura y permitieron también las reuniones familiares. En Coronel Suárez, Guaminí y Tres Lomas habilitaron esa modalidad los domingos para grupos de hasta diez personas.