Las terminales de automóviles produjeron 32.662 unidades en febrero pasado, un 16,4 % menos que en el mismo mes de 2018, informó la Asociación de Fábricas (ADEFA).

En el mismo tramo las ventas al circuito comercial cayeron un 58,8 por ciento, dos datos que pintan a las claras la crisis que atraviesa una de las industrias más importantes del medio local.

La producción subió 120% cotejada contra enero pero la comparación con el primer mes del año es una formalidad porque en ese período la mayoría de las empresas aprovecha para dar vacaciones al personal o frenar la actividad para hacer adecuaciones técnicas.

Las exportaciones apenas subieron un 1% por sobre las de febrero del año pasado.

En marzo el panorama no parece haber cambiado significativamente porque las terminales arrancaron con programas de suspensiones masivas. Las empresas que suspendieron son Peugeot, hasta mayo, y Ford, Fiat y Renault, esta semana. En los dos casos los salarios se pagarán al 75%.

Esos datos son indicadores del impacto que viene sufriendo el empleo en el marco de la crisis del sector. Un informe del CEPA señaló que “entre el segundo trimestre de 2015 y 2018 la pérdida de puestos laborales ascendió a 3.920, es decir una reducción del 4,8% en la plantilla de personal”.

La rama más perjudicada es la del autopartismo, con una merma de 2.083 puestos de trabajo.

Según ADEFA, en el primer bimestre la producción fue de 47.465 unidades, “un 22,1% menos respecto del volumen que se produjo entre enero y febrero del año pasado”.

Las empresas se expresaron con moderación sobre el último dato y anunciaron que esperarán el resultado de  marzo para hacer una proyección anual. Mientras tanto, agregó el comunicado “se continúa trabajando de manera conjunta con el gobierno en medidas que contribuyan a mejorar las condiciones de competitividad y acceso a mercados de exportación”.

Las ventas a las concesionarias cayeron por encima del 58%, un número que expresa el congelamiento de la demanda interna por los problemas económicos locales.

El bajó de las exportaciones, por su parte, explica el estatismo de la demanda brasileña. El vecino comercial en condiciones normales compra el 60% de la producción argentina pero ese mercado sigue recesivo y sin reacción a la vista.