En octubre pasado, 1.141.447 asalariados se desempeñaban en la industria manufacturera privada. La Secretaría de Trabajo publicó el dato a fines de diciembre, sobre el filo del fin de año. Quizá por eso no tuvo mucho eco. Lo cierto es que es la cifra más baja desde enero de 2009, que es la fecha más antigua de las estadísticas públicas que exhibe la cartera laboral. En el primer mes de ese año, la cantidad de asalariados industriales registrados era de 1.181.853.

Los números de la serie estadística de los trabajadores asalariados del sector privado permiten diversas lecturas. Una es que en el transcurso del año que va de octubre de 2017 a octubre de 2018 los registros perdieron a 49.465 asalariados en la industria.


...



Las diferencias son más profundas en la comparación entre octubre de 2018 y el mismo mes de 2015, cuando en la industria ya se sentía la restricción de dólares producto del cepo y el bloqueo de dólares impuesto a la Argentina por los mercados internacionales de deuda por el conflicto legal con los fondos buitre. Son 115.941 asalariados menos en tres años.

La cantidad de asalariados industriales del sector privado baja de manera constante desde  marzo pasado, cuando había 1.193.398. Es decir, a octubre la estadística acumuló siete meses consecutivos de caída. En ese derrape perdieron sus empleos 51.951 asalariados industriales.

La secuencia de siete meses consecutivos de caída es la segunda más larga de la estadística pública de la Secretaría de Trabajo. La mayor es una de diez meses corridos, que va desde abril de 2016 hasta enero de 2017, es decir, durante la profunda recesión que siguió a la devaluación del peso apenas asumió Mauricio Macri la presidencia.

La secuencia que muestra la estadística laboral se condice con los pequeños ciclos económicos que manifestó la economía de Cambiemos en estos tres años. Mientras que el año 2016 estuvo marcado por la recesión, 2017 registró un cambio por la fuerte inversión pública que aplicó el gobierno nacional por todo el país como parte de su estrategia electoral de cara a las legislativas de ese año. La devaluación del peso volvió a convertirse en la señal de largada de una nueva recesión en 2018, cuyo arranque se dio ya en diciembre de 2017 y que quedó formalizada con la recordada conferencia de prensa de los cuatro máximos funcionarios del área económica (Nicolás Dujovne, Luis Caputo, Federico Sturzenegger y Marcos Peña).

Con todo, la volatilidad del empleo industrial es un signo de estos tiempos. El pico se dio en marzo de 2013, con 1.271.976 asalariados registrados en ese sector, es decir, poco más de 90 mil más que en enero de 2009. Pero a partir de ese momento se inicia, con altibajos, una tendencia al declive en el empleo industrial que se acentúa con el actual gobierno pero que ya estaba presente antes.

La preocupación entre quienes siguen el derrotero de la industria es que estos movimientos en el empleo no están vinculados a la reconversión tecnológica industrial o a las mejoras estructurales que podrían resultar en que menos obreros producen más bienes. La brusca caída de la inversión (ver página 8) demuestra que ese no es un vector de cambio. Los datos de la caída de la producción industrial también corroboran esta situación.

El empleo en la industria no crecerá. El 30% de los dueños de empresas aseguraron en una encuesta del Indec que reducirán sus planteles mientras que apenas el 7% prevé algún incremento. Es decir, seguirán descargando el peso de la crisis industrial en las espaldas de los asalariados, los que se quedarán sin empleo. «