Según el Indec la pobreza en la Argentina alcanzó durante el primer semestre de este año a un 27,3% de la población urbana.

Se trata de 7.079.764 personas sobre las 27.733.983 que viven en los 31 conglomerados que mide el Indec. En los primeros seis meses de este año 501.354 han caído en la pobreza. Un crecimiento del 7% en la cantidad de pobres con relación al semestre anterior.

Los partidos del Gran Buenos Aires aportaron 301.107 nuevos pobres que equivalen a un 60% del total de personas que cayeron en esa situación durante el período, cuando su población representa el 43% del total.

Estas cifras demuestran que en el Conurbano bonaerense la pobreza se ha incrementado a una velocidad superior que en el resto del país.

Ese poco más de 7 millones de personas que, en las ciudades, no reúnen los ingresos necesarios para hacer frente al costo de la Canasta Básica Total se amplían a 11.207.399 cuando se proyectan al total de la población estimada de la Argentina en 41 millones de habitantes.

La proporción de personas que cayeron debajo de la línea de pobreza no tiene una distribución homogénea a lo largo y ancho del país.

Si se analiza en forma desglosada, surge un dato preocupante para las aspiraciones electorales del gobierno de Cambiemos e incluso para garantizar la gobernabilidad en un cuadro de agravamiento de la crisis social.

Es que en esos distritos clave que integran los partidos del Gran Buenos Aires, el índice de pobreza llega hasta el 31,9%, habiendo subido 2,4 puntos porcentuales desde la anterior medición.

En términos relativos se trata de un crecimiento del 8,5% en la cantidad de personas pobres, por encima del 7% que lo hizo en el total de la población urbana.

Se trata de uno de los distritos que, por sus características demográficas, está más expuesto a la precarización laboral, el desempleo, la recesión económica y la crisis industrial. De hecho, el último informe de empleo, del segundo trimestre de 2018, arrojó una desocupación del 11,4% en la región contra un nivel general del 9,6 por ciento.

Grandes ciudades en el ojo de la tormenta

El Gran La Plata sumó 44.467 nuevos pobres entre enero y junio pasados, con un crecimiento del 22,2% de la pobreza en ese núcleo urbano lindante con el Conurbano.

Algo similar se verifica en los cordones de varias de las principales ciudades del país, como el Gran Rosario, donde la cantidad de personas que no alcanzan a cubrir los ingresos equivalentes a la Canasta Básica Total crecieron un 25,9% sumando 66.734 al total preexistente.

Lo mismo ocurre en otras ciudades clave del interior del país como Neuquén donde la pobreza creció un 21,40%, el Gran Paraná (24,88%), el Gran Santa Fé (15,31%) y el cordón industrial de Villa Constitución, que vio crecer el número de pobres en un 11 por ciento. Santiago del Estero sufrió un incremento del 16% que tiene un impacto especial porque lleva a un 44,7% las  personas en situación de pobreza.

La misma Ciudad de Buenos Aires experimentó un crecimiento en la cantidad de pobres muy por encima de la media. Allí la pobreza pasó de un 9% del total de la población a un 11,2 por ciento. Si bien se trata del núcleo urbano con menor incidencia de la pobreza, se verifica un crecimiento muy significativo de un 24,5% en la cantidad de personas que sufren el flagelo.  Son 65.583 porteños más que se suman a las estadísticas de pobreza.

Las excepciones se encuentran en el Gran Córdoba, donde la pobreza retrocedió un 11,5% y en Mar del Plata, que lo hizo un 13,68 por ciento. Algo similar ocurrió en Resistencia, Chaco, donde la pobreza cayó desde un 39,2% de la población hasta un 28,8 por ciento.

La punta del iceberg

El estudio, con todo, no refleja cabalmente la actual realidad.

El presidente Mauricio Macri, que en 2016 había desafiado a la población planteando que su gestión debía ser evaluada por la evolución de la pobreza, tuvo que reconocer la semana pasada que las próximas mediciones pautadas para marzo y septiembre de 2019 arrojarán datos aún peores que los que se conocieron esta semana.

Es que el informe publicado refiere a lo ocurrido, en promedio, durante el primer semestre de este año cuando, por ejemplo, el dólar evolucionó desde los $ 18,55 del 2 de enero hasta los $ 28,86 del 29 de junio con un promedio de $ 21,60 mientras que, a esta altura, la cotización de la divisa ya ronda el doble de esa cifra.

La actividad económica, por su parte, se encuentra en franco retroceso y la inflación acumuló, en los tres meses que van de julio a septiembre, una suba que podría llegar a 11,5 puntos porcentuales según el IPC y los pronósticos para septiembre que surgen del relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA.

Pero, además, el informe tampoco llega a reflejar la realidad de junio de este año porque, como ya se mencionó, expresa un promedio del período durante el cual se produjo la primera corrida cambiaria que generó un punto de inflexión entre los dos trimestres que lo integran. El primero con crecimiento de la economía y el segundo con el comienzo de un proceso recesivo que todavía persiste y seguirá, al menos, hasta fin de año.

De hecho, según estimaciones realizadas por el economista y exdiputado Claudio Lozano, la pobreza en el segundo trimestre ya alcanzó a un 29,1% de la población.

El dirigente explicó a Tiempo que «al comparar la evolución de los ingresos y la Canasta Básica Total del primer trimestre que están disponibles en la base de datos de la EPH que publica el Indec surge que en aquel momento la pobreza estaba en 25,5 por ciento. Para que el promedio del semestre sea 27,3%, el segundo trimestre, cuyos datos todavía no publicaron, tiene que haber sido del 29,1 por ciento».

Lozano explicó que «en cada coyuntura es distinto, pero es coherente con la situación de deterioro abrupto, habida cuenta la corrida cambiaria y el impacto recesivo que se nota en el segundo trimestre. El primer trimestre fue el último de crecimiento, mientras que en el segundo hubo una caída del 4,2% en la actividad. Sin contar el impacto de la segunda corrida de agosto ni de la recesión que produjo hay al menos 300 mil pobres más. Ese 29,1% es el piso de donde partimos».

De persistir la tendencia que se ha verificado, 180 mil pobres corresponden a ciudadanos del Conurbano.

El Plan B del FMI

La concentración de la pobreza en los partidos del Gran Buenos Aires no sólo compromete las aspiraciones electorales de Cambiemos.

El gobierno y el FMI son conscientes del cuadro social explosivo que se está incubando en la región. Por eso, ya el primer acuerdo que se suscribió con el organismo comandado por Christine Lagarde contemplaba una cláusula de «salvaguarda social» que permitía incrementar los fondos destinados a la asistencia social en hasta el equivalente al 0,2% del PBI. La cláusula, presentada por los funcionarios del gobierno como una adenda novedosa, en realidad forma parte del arsenal de políticas que recomienda el organismo desde antes de la década del noventa en contextos de fuerte ajuste fiscal y recesión.

Se trata del precio que consideran debe afrontar un gobierno para impedir un estallido social.

En este caso se trata de una cifra equivalente a unos U$S 1200 millones que la ministra Stanley manifestó que por el momento prefiere preservar al señalar que «desde ya que frente a una situación de necesidad se va a pensar, pero no hay nada previsto aún».

Es posible que, para el gobierno, ese dinero sea el recurso de última instancia al que va a apelar cuando la pobreza supere el 30% y, a la vez, se ingrese decididamente en el proceso electoral.

En los barrios sí se puede ver

Eduardo «Chiquito» Belliboni, dirigente nacional del Polo Obrero, en diálogo con Tiempo explicó que «notamos una ampliación en los asistentes a los comedores y en el pedido de alimentos a granel. Los comedores del Polo Obrero asisten alimentariamente, a diario, a alrededor de 40 mil personas. El 80% son habitantes del Conurbano. Allí tenemos más de 300. En La Matanza, por ejemplo, en sólo dos meses duplicamos, pasamos de 13 a 25». El dirigente, además, compartió detalles que dan cuenta de la gravedad de la situación: «Crece mucho la gente que ya no puede pagar el alquiler en las villas y vive en la calle. Están reduciendo a la gente a su condición animal. Sólo piensan en qué va a comer. Está desapareciendo la madera en los barrios porque la gente cocina con leña, volvemos a la cavernas».

Victoria Merele, del Comedor Villa Elvira de La Plata, coincidió con Belliboni. Señaló que «estamos ayudando a 263 chicos. El año pasado empecé con 22 pibes y hoy tenemos en total 323 personas: abuelos, abuelas de todas las edades, gente que se quedó sin trabajo». Agregó, en diálogo con el portal Infocielo, que «la pobreza es un crimen, un abandono total por parte del Estado».

Belliboni concluyó: «Llamamos a un frente común de todas las organizaciones para reclamar la apertura y la duplicación de los montos con un plan de lucha con los viejos métodos del piquete y el corte de ruta para terminar en un acampe en la Plaza de Mayo». «

La lucha será la inevitable contracara de la pobreza.

Los niños, los más pobres

El informe del INDEC da cuenta de una realidad escalofriante. El sector de la población que más sufre la pobreza son los niños de hasta 14 años. En ese segmento de la población los índices de pobreza llegan hasta un 41,4% y los de indigencia al 8%.

El informe del semestre anterior había arrojado un nivel de pobreza para ese segmento de un 39,7% y de indigencia de un 7,6%. Así las cosas la situación de los niños se ha visto agravada aunque en menor cuantía que en el resto de la población ya que el nivel de pobreza para ese sector se incrementó en un 4,3%.

Un dato que sirve para mostrar el trato que el Estado ofrece al a niñez surge de comparar el monto de la Asignación Universal por Hijo ($1.350)con los valores que, el propio INDEC, considera que necesita un niño para afrontar los gastos de la Canasta Alimentaria que para mujeres y varones de hasta 9 años equivale a $1.864 y para varones de 14 años llega hasta los $2.543.

De este modo es el propio Estado el que condena a los niños a la indigencia.

Cada vez más difícil salir

Según los datos de la EPH-Indec, el ingreso promedio de las personas que se encuentran en situación de pobreza en junio se ubicaba en $ 12.397, cuando los productos que componen la Canasta Básica Total costaban, en aquel entonces, 19.435 pesos.

De este modo, en promedio, los hogares pobres deberían incrementar sus ingresos en $ 7038. Se trata de una suba del 57% con relación a lo que efectivamente reúnen.

El informe del segundo semestre de 2017 daba como resultado un diferencial entre los ingresos promedio de los hogares pobres y la Canasta Básica Total de $ 6109. En aquel entonces, en promedio, necesitaban mejorar ingresos por un equivalente a un 55% de lo que percibían.

De este modo, el estudio no sólo da cuenta de un incremento de los pobres en términos relativos y absolutos sino también de una mayor dificultad para salir de la situación en la que se encuentran.

Los indigentes, por su parte, deberían incrementar sus ingresos un 61% para pasar a ser pobres.

El trabajo no es garantía

Según el INDEC, durante el primer semestre de este año la inflación acumuló un 16% . La Canasta Alimentaria (indigencia) creció un 18% y la Canasta Total (pobreza) lo hizo un 17,5%. En el mismo período, los salarios, en general, subieron un 8% mientras que los de los trabajadores no registrados, más coincidentes con el perfil de pobreza acumularon un incremento de apenas un 3,2%. Son 14,3 puntos menos que la CBT, una pérdida de poder adquisitivo del 13,8%. Si se toma en cuenta que la desocupación llega al 9,6% y la pobreza al 27,3% se puede concluir que el empleo no garantiza no ser pobre.