Luego de entregar las llaves de la política económica argentina al Fondo Monetario Internacional, Mauricio Macri ofreció un breve mensaje al país para comentar la noticia del día: el incremento de la pobreza, que en el primer semestre de este año trepó a 27,3%, según el Indec. “Es un número que refleja las turbulencias y las dificultades que estamos atravesando -dijo el mandatario-. No es una noticia fácil, quisiéramos que fuese distinta. Pero no creemos que el país pueda progresar escondiendo los datos, como se hizo, durante tanto tiempo”, se excusó.

La justificación del propio desastre por la “herencia recibida” es una táctica que, aunque repetida, no pierde vigencia en el discurso presidencial. Se entiende: sin ningún mérito económico propio para exhibir, el presidente se encomienda a polarizar con la “década pasada” -o incluso con “los últimos setenta años”- con el afán de mostrar que, si lo de ahora es un espanto, todo tiempo pasado fue peor.

El relato se nutre de datos manipulados, claro, como su alusión al número de pobres que “encontró” al origen de su gestión. “Es bueno recordar que cuando llegamos al Gobierno encontramos una pobreza del 32,2 por ciento, o sea 1 de cada 3 argentinos viviendo en la pobreza” dijo Macri el jueves. En realidad, la cifra corresponde al segundo trimestre de 2016, es decir, a cuatro meses de iniciada la gestión de Cambiemos. Y la cifra fue difundida por el Indec luego de un “apagón” estadístico que coincidió con la brutal devaluación ejecutada en ese período por el ministro Alfonso Prat Gay.

Según el sociólogo Daniel Schteingart, experto en estadísticas, el kirchnerismo entregó el gobierno con 28% de pobres. La cifra, es obvio, no habilita ningún festejo, pero es cuatro puntos menos que los que Macri dice que recibió. La manipulación de registros, está claro, no es patrimonio exclusivo de la gestión K.

Despejado el embuste histórico, conviene volver a fijar la vista en el por venir. Que según el presidente, será más oscuro aún que el negro presente. “Ahora – a raíz de esta tormenta – sabemos que las cosas van a tardar más, los resultados que iba a llegar antes, ahora van a demorar y los indicadores de pobreza, de las mediciones de marzo y septiembre, también van a mostrar retrocesos” admitió el presidente, apegado al libreto meteorológico con el que intenta sacarle el cuerpo a la crisis que su gobierno provocó. El pronóstico, al menos, parece correcto: “Lamentablemente, creo que los datos del segundo semestre de 2018 van a ser peores, ya que en el primer semestre del año todavía hay un trimestre aceptable (el primero) y otro donde empieza a complicarse (el segundo)” apuntó Schteingart. Y agregó: “El tercero y el cuarto trimestre -cuyos datos saldrán en marzo de 2019- van a estar marcados por una fuerte aceleración inflacionaria y caída de la actividad y del poder adquisitivo. Lógicamente, eso es sinónimo de aumento de la pobreza”, concluyó.

En su breve mensaje al país, el presidente prometió abordar los efectos del “temporal” con un aumento y un pago extra de la AUH en diciembre, cuando la temperatura política de la argentina suele alcanzar su punto de ebullición. Faltan tres meses para ese momento. Como están las cosas, parece una eternidad.