En la jornada del pasado miércoles 29, el gobierno se apresuró a informar los supuestos costos económicos que derivarían del paro realizado ese día. Una comparación inoperante, puesto que es un enfoque que se centra en un día de actividad, cuando la razón del paro han sido las fuertes pérdidas económicas y de bienestar social que significa la recesión vigente, derivada de las políticas del gobierno macrista. ¿Cómo comparar los $ 40 mil millones de pérdida estimados por el gobierno (que coinciden con los $ 39.908 obtenidos al dividir el PBI corriente de 2018 por 365 días) con los salarios perdidos por los 268 mil trabajadores registrados expulsados en el último año? O ¿cómo compararlos con el 11% de pérdida del poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores registrados y no registrados? ¿O con las pérdidas de ventas en términos reales de los supermercados, que cayeron un 14,5% interanual? (todas cifras que comparan los datos de marzo de 2019 respecto de igual mes del año anterior). ¿O con la gran cantidad de pymes industriales y comercios que han cerrado en estos años? Y la lista es mucho más larga.

Resulta interesante, también, utilizar algunos datos indicativos para tener una idea de la magnitud de una cifra de $ 40 mil millones. En el primer cuatrimestre de este año, el pago de intereses de la deuda externa se incrementó en $ 98 mil millones, llegándose a pagar en total $ 191.700 millones en esos cuatro meses. Ni pensar en lo que se pagará en todo el año por este concepto.

Otro dato: los subsidios a la energía, también en el primer cuatrimestre de este año, fueron de $ 42.900 millones, y no por ello dejaron de aumentar las tarifas de la luz y el agua (teniendo en cuenta, además, que una parte de los aumentos pautados se postergó hasta después de las elecciones). Este dato es importante, porque con la promesa de llegar a déficit primario cero a fin de este año, ese mayor gasto deberá tener un equivalente de menores gastos en otros rubros.

Como mencioné al principio, la recesión es aguda. Las ventas a precios constantes (que se entiende como una medición próxima a las cantidades vendidas) han caído fuertemente en el comercio. En los supermercados, las ventas ya llevan nueve meses de caídas interanuales consecutivas, y cada vez son de mayor magnitud, como el 14,5% ya mencionado de marzo. Cuando comenzó el declive de las ventas en los súper, muchos funcionarios del gobierno asociaban esa caída a un aumento en las compras en los autoservicios mayoristas, por conveniencia de precios para los consumidores. Sin embargo, los mayoristas vienen exhibiendo también nueve meses de caídas, y los últimos cinco con mermas superiores al 12% interanual: en marzo llegaron a una baja del 16%. Algo similar sucede con las ventas en los shopping, pero con caídas más profundas (que promediaron el 16% en los últimos seis meses).

Esta reducción no es gratuita, se refleja también en el nivel de salarios de los trabajadores de los comercios. Según cifras del Indec, los ingresos de los empleados de supermercados registraron un incremento interanual del 43%. Pero ese es el promedio, si se toman sólo los cajeros y repositores, la situación es aun peor, ya que sus salarios aumentaron sólo un 35% interanual. Un porcentaje claramente inferior al 54,7% de inflación en el mismo lapso.

Más dramático es este contexto en el sector de la construcción. Como mencionamos la semana pasada, mientras que los materiales aumentaron un 61,6% interanual en abril, los salarios sólo crecieron en el mismo período el 26,6 por ciento.

El Indec acaba de informar el nivel de salarios para el mes de marzo de este año. El total de salarios (registrados y no registrados) aumentó un 37,3% interanual, mucho menos que la inflación en ese período: esto significa una pérdida de capacidad de compra del 11,3%. Como resulta habitual, los salarios de los trabajadores no registrados evidenciaron un aumento menor, 32,6%, y por lo tanto una mayor reducción real.

Las pérdidas en el poder adquisitivo de los salarios, que se vienen dando ininterrumpidamente desde marzo de 2018 (y cada vez son más pronunciadas), no están desvinculadas de la menor actividad económica ni del fuerte impacto de la reducción en la cantidad de empleos. Podemos considerar que se está cumpliendo el pronóstico del primer ministro de Hacienda y Finanzas de la gestión Macri, Alfonso Prat-Gay, cuando expresó que «cada sindicato sabrá dónde le aprieta el zapato y hasta qué punto puede arriesgar empleos a cambio de salarios».

Más aun, se están reduciendo tanto los empleos como los salarios. Según los datos de la Secretaría de Trabajo, sólo en el mes de abril de este año, la pérdida fue de 31 mil empleos. Si lo comparamos con relación a igual mes del año anterior se perdieron 268 mil empleos. De estos, 161 mil fueron asalariados privados y 119 mil pertenecientes a las distintas modalidades de los independientes (autónomos y monotributistas) que son los sectores más débiles de este grupo de trabajadores registrados. El empleo aumentó levemente para los trabajadores públicos y el personal de casas particulares.

Si analizamos la evolución de los asalariados privados por sectores, la mayor pérdida se produce en la industria, unos 69 mil empleos, tal como viene sucediendo en estos años. A estos se suman 46 mil en comercio y reparaciones, y 11 mil en la construcción, entre otros sectores que disminuyeron sus puestos de trabajo.

La situación de las pymes también es crítica. Según un informe de la Fundación Observatorio Pyme (una organización cuyo principal auspiciante es Techint), las ventas a precios constantes de las pymes industriales se contrajeron un 10,7% durante el primer trimestre de 2019 con relación al mismo período del año anterior. La medición considera empresas de entre 10 y 200 empleados. Durante el mismo período, se perdieron cerca de 40 mil empleos (-6,1%) en ese segmento, el número más alto de la última década, según indica la fundación.

Al analizar los indicadores de compras pyme de la industria manufacturera, observan una «clara muestra de un proceso de recesión, donde estas industrias operan a niveles muy bajos de actividad, con elevada imprevisibilidad de cara al futuro». Un dato no menor, que refuerza este análisis, es que la merma en el nivel de ocupación fue del 1,5% interanual en las medianas industrias, mientras que en las pequeñas dicha baja llegó al 9,8% interanual. Una relación que explica con claridad el distinto impacto de la crisis según la escala de las empresas. 

De allí que en vista de las próximas elecciones, algunas de las entidades representantes de las pymes están pidiendo tener voz en las distintas instancias de discusión de los proyectos para el próximo período presidencial. Varias organizaciones representantes de las pymes también han participado del paro de este último miércoles junto a otros sectores sociales como comerciantes y representantes de las economías regionales, sumándose a los trabajadores y trabajadoras. Todos ellos, a través de su voto, tendrán la opción de aportar para la construcción de un proyecto de país totalmente diferente, más justo e inclusivo para la mayor parte de la ciudadanía. «