Pocas veces una obra de teatro independiente produce un boca en boca que excede su espacio habitual y comienza a transformarse en un fenómeno de cierta masividad. Todo tendría sentido si no existiera la muerte es uno de esos casos excepcionales que, además, devuelve exitosamente a las tablas el melodrama, un género del que la literatura y el teatro argentinos hicieron gala.

Su autor y director es Mariano Tenconi Blanco, treintañero que desde 2013 forma parte de la Compañía Teatro Futuro junto al músico Ian Shifres y la productora Carolina Castro (fundamentales para esta puesta en escena). Tenconi Blanco también escribió y dirigió Montevideo es mi futuro eterno (2010), Quiero decir te amo (2012) y Walsh. Todas las revoluciones juntas (2017), entre otras.

«Tiene un poco de autobiográfico pero más de la ocurrencia o de los misterios de la imaginación –dice Tenconi Blanco sobre el origen de su obra–. En 2010 mi abuela estuvo muy enferma y falleció, y en algún punto el sosiego y la tristeza que me generó ese hecho los encontré en películas o novelas que narran el después de una muerte. El dolor y la ficción fueron como una suerte de explicación, de bálsamo».

Lector entusiasta de la literatura argentina al punto de declararse fanático de «Borges, Puig, Roberto Arlt, César Aira, María Moreno, Pizarknik, (Joaquín) Giannuzzi», dice que la obra se le «cayó entera» en un avión con rumbo a México (tierra de melodramas, si las hay) en noviembre de 2012.

«Ahí tuve toda la historia, después en 2013 me senté a escribirla: dónde ocurre, quién ayuda a esta mujer que tiene una enfermedad terminal» y otros aspectos fundamentales para la historia de esta maestra que al buscar su último deseo desencadena una serie de situaciones por demás graciosas. En ese tono se puede ver que aquella revolucionaria década del ’80 era más pacata de lo que el recuerdo admite, y mucho más emotiva que los tiempos que corren.

Tenconi Blanco reconoce que se le «calentó la mano» al escribirla, pero las tres horas que dura la obra es algo que casi tenía desde el primer momento: la exuberancia del relato es una de las características del melodrama. «Tenía que tener una duración que se corte de la media del teatro de Buenos Aires –agrega–. Dar la sensación de vivir una vida: pasás tres horas en una sala y te transforma, es como un cacho de tu vida que la pusiste ahí adentro; entraste a las 8 y te fuiste a las 11».

«Sabía de antemano que la obra sería un fracaso o iría muy bien. Es francamente experimental y popular, muy cómica y bastante conmovedora: alguna gente sale enfervorizada», concluye Tenconi Blanco. «

Viernes 10, sábado 11 y domingos 5 y 12 de noviembre a las 20. El Cultural San Martín (Sarmiento 1562, CABA).