La obra civil del nuevo hall de partidas de Ezeiza se caracteriza por una estructura metálica, el llamado “Zeppelin”, que supone un sistema de soldaduras complejas, similares a las que se usan en la industria naval. Ese es el trabajo que se estaba apurando en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, para llegar al lunes 30 de septiembre, el día previsto para que el presidente Mauricio Macri la inaugurara.

Inscripta en la “revolución de los aviones” pregonada por el ministro de Transporte Guillermo Dietrich, que se inició con el ingreso de las low cost al mercado y la habilitación más de un centenar de rutas nacionales e internacionales a compañías extranjeras, en detrimento de Aerolíneas Argentinas, la megaobra de Ezeiza era una necesidad en el año electoral.

Financiada por el Estado nacional y por Aeropuertos Argentina 2000, la empresa de Eduardo Eurnekián que tiene la concesión de la terminal hasta 2028, la obra civil, de la que participaban varias decenas de tercerizadas, es llevada adelante por la constructora TGLT.

El grupo desarrollador TGLT S.A., principal jugador del real state en la Argentina y Uruguay y responsable de lujosos emprendimientos inmobiliarios como los edificios Ástor (en San Telmo, Palermo y Núñez) y Forum (Alcorta y Puerto Madero), adquirió en enero de 2018 el 82,32% del capital accionario de Caputo Sociedad Anónima Industrial, Comercial y Financiera, la constructora de Nicolás “Nicky” Caputo, el “amigo del alma” del presidente Macri. La fusión se consumó en octubre del año pasado y TGLT se convirtió en la controlante de Caputo.

En agosto del año pasado, TGLT se quedó con la obra de la Nueva Terminal de Partidas de Ezeiza, que comprende la obra civil, señalética, instalación sanitaria y gas, instalación de detección de incendio, instalación de extinción de incendio, redes cloacales externas y redes pluviales, e instalación termomecánica, por un valor de $876.995.000 más IVA y un plazo de ejecución de doce meses.