El último contacto constatado que el fiscal Alberto Nisman mantuvo con otra persona antes de aparecer muerto en el baño de su casa con un disparo en la cabeza ocurrió a las  21 horas, 18 minutos y 43 segundos del sábado 17 de enero de 2015, un día antes del hallazgo de su cadáver. La hora es importante porque estira cada vez más la certificación de vida y excluye definitivamente la posibilidad de que lo haya matado el informático Diego Lagomarsino. Sin embargo, lo más llamativo es con quién mantuvo ese contacto: Leandro Santos, el empresario dueño de una agencia de modelos publicitarias, investigado en la Argentina y en Uruguay (y de momento desvinculado) por presunta administración de una red de prostitución vip. Santos, quien conocía a Nisman desde que fueron presentados en el boliche Rose Bar, le mandó un WhatsApp y el fiscal lo respondió. Dos minutos más tarde apagó el teléfono.

Santos omitió ese contacto cuando declaró ante la fiscal Viviana Fein el 5 de marzo de 2015. Interrogado sobre «cómo eran la comunicaciones entre ambos, qué tipo de fluidez», respondió: «Dialogaba seguido con el doctor Nisman, una vez por semana o cada 15 días, vía radio Nextel». Fein especificó la pregunta «para que diga con relación a las últimas comunicaciones que mantuvo con Nisman, cuándo fueron y respecto a qué tema dialogaron». Santos volvió a ocultar aquel último contacto. Dijo que se comunicó «por última vez el día miércoles 14 de enero, cuando se saludaron, se preguntaron sobre sus vidas».

¿De qué hablaron esa noche previa a la muerte? Sea lo que fuere, debió ser importante, porque cuando el teléfono fue nuevamente encendido, a las 7:40 del domingo 18 (hubo que digitar una clave numérica y en la pantalla del teléfono sólo estaban las huellas digitales de Nisman) el primer mensaje que apareció fue de Santos. Hubo 30 mensajes más, pero el fiscal ya no respondió.

La sorpresiva revelación sobre ese último contacto surgió gracias a que expertos informáticos por encargo del juez Julián Ercolini lograron recuperar información del teléfono de Nisman. El dato es relevante: no hubo «borrado seguro». Y muestra también una costumbre que parecía tener el fiscal: solía borrar sus chats.

Gracias a que se pudieron recuperar esos datos, fue posible saber que Nisman estaba «hecho mierda» dos días antes de su deceso. La prueba es irrefutable: el propio Nisman se lo expresó en esos términos a su exmujer, Sandra Arroyo Salgado, en un áspero diálogo por WhatsApp que la jueza federal de San Isidro cerró con una frase tremenda: «Olvidate de mis hijas».

Arroyo Salgado estaba en Europa con las dos hijas de la pareja, a una de las cuales Nisman había dejado sola en el aeropuerto madrileño de Barajas para emprender el regreso a Buenos Aires para presentar la denuncia contra la expresidenta. El diálogo vía WhatsApp se produjo el 16 de enero y hasta ahora se conocía sólo por su publicación en un libro del periodista Pablo Duggan. Nisman envió un mensaje colectivo a muchos de sus contactos, explicándoles en tono enigmático que se aprestaba a hacer algo conmocionante y rematando en tono casi jocoso: «Y aclaro x si acaso q no enloquecí ni nada parecido. Pese a todo, estoy mejor que nunca jajajajajaja :):)».

A juzgar por el tono de la respuesta, Arroyo Salgado se molestó: «Aunque está claro que mis prioridades están en otro lugar y como está a la vista que para vos lo más importante es la puja de poder y salir en diarios, revistas y tv, te felicito por haber conseguido lo que querías».

«Te lo digo porque como vos y yo sabemos nada es gratis en la vida. Todo se paga, todo pasa y todo llega. Suerte y éxitos. Sinceramente. Y para molestar, agredir, exponerlas o destratar olvidate de mis hijas. Gracias». ¿Por qué Arroyo Salgado utilizó el posesivo «mis hijas» para referirse a las hijas de ambos?

En el diálogo, Nisman se quejó: «Estoy hecho mierda y vos encima seguís. Le ofrecí a Matías que viaje a llevarle la valija y plata. Yo le sacaba el pasaje y ni siquiera me contestó». No está claro quién es «Matías» porque a lo largo de los contactos aparecen nombres en clave. Por ejemplo, en el teléfono de Nisman, su exesposa figura como «Gus».

Ese peritaje, que también mostró que el técnico informático Diego Lagomarsino se comunicó por chat con Nisman el sábado 17 de enero poco antes del mediodía, reveló otros detalles hasta ahora desconocidos. Lagomarsino se comunicó por WhatsApp con Nisman poco antes del mediodía y volvió a tener un contacto en torno a las 13 de aquel sábado. El teléfono de Lagomarsino está secuestrado desde el día siguiente del hallazgo del cadáver. Él lo entregó a Fein. El informático pide ahora que se abra su aparato para chequear qué fue lo que le dijo a su jefe, en un diálogo cibernético que dice no recordar pero que asegura que lo desvinculará completamente de cualquier sospecha de participación en la muerte. La querella también quiere saber qué quedó registrado en el celular.

Antes de aquel último contacto del día con el empresario Santos, Nisman mantuvo diálogos por WhatsApp con los periodistas Nicolás Wiñazki, Laureano Pérez Izquierdo y Natasha Niebieskikwiat. Y también otro con Lagomarsino, durante menos de un minuto, a las 21:15. Queda claro que Lagomarsino ya no estaba en el departamento de Le Parc.

La recuperación de archivos del teléfono permitió detectar otros mensajes. Uno de ellos proviene de un agendado como «Martín Benítez Anib. Mat», presuntamente correspondiente al abogado Aníbal Mathis, dueño de Rose Bar, donde Nisman conoció a Santos (y a varias de sus modelos) y frecuentaba un box vip. En esa secuencia también aparecen mensajes con el actual ministro de Justicia de María Eugenia Vidal, Gustavo Ferrari; con el abogado asesor del gobierno bonaerense Marcelo Rochetti; con los jueces Jorge Gorini y Gerardo Larrambebere; con el defensor de Antonio Stiuso, el abogado Santiago Blanco Bermúdez; con los entonces diputados opositores Patricia Bullrich, Laura Alonso y Waldo Wolff; y con varias de las bellas mujeres con las que había trabado amistad.

En la mañana del domingo 18 también fue activada la computadora personal que utilizaba Nisman. Quien lo hizo, introdujo físicamente y en el lugar, el password correspondiente. Y si bien quien lo haya hecho abrió la página de Yahoo, no revisó el mail de esa cuenta gratuita. Lo que sí hizo fue iniciar sesión en Instagram (no necesitó introducir manualmente el password porque estaba almacenada en el registro del buscador Google) y permaneció allí más de tres horas, entre las 7:47 minutos y 49 segundos, y el cierre registrado a las 10:49 minutos y 53 segundos. Los peritos informáticos recomendaron pedir un informe a la casa central de esa red social para saber qué actividades se registraron en ese tiempo. «