La sorpresa que siguió al triunfo de Jair Bolsonaro en las presidenciales de Brasil estaba todavía en la cresta de la ola cuando su futuro ministro de Economía, Paulo Guedes, declaró públicamente que el Mercosur no será «prioritario» para el próximo gobierno vecino.

El pronunciamiento de Guedes, un Chicago Boy de pura cepa, encendió las alarmas del empresariado argentino que, mientras aguarda las primeras políticas concretas del controvertido líder, ensaya consejos para que el gobierno nacional «no duerma en los laureles y pierda el tren» del nuevo bloque regional, según palabras de un industrial consultado por Tiempo.

En rigor, la primera acción concreta ya se produjo. Esta semana, Guedes, a quien la prensa de ambos lados de la frontera ya trata de «superministro», se tomó un avión a Chile, país que no integra el Mercosur, en lo que constituyó su primer viaje oficial de hecho. Los empresarios argentinos leyeron el mensaje rápidamente: Brasil se alista para patear el tablero y las consecuencias de una siesta pueden ser fatales para el futuro de la economía nacional. Así que enchufaron la maquinaria del lobby y salieron a la cancha.

El análisis inicial muestra consenso detrás de la idea de que el Mercosur debe cambiar para sobrevivir. Pero en la segunda lectura aparecen divisiones entre los que abogan por la menor cantidad de cambios posibles y los que se muestran abiertos a modificaciones profundas que cambiarían definitivamente el perfil comercial de la región.

El consultor Miguel Ponce ubicó entre los primeros a las empresas industriales y a las pymes, cuya actividad «está en estrecha relación con la del mercado interno brasileño», fundamentalmente a las radicadas en las economías regionales. Desde esos sectores el pedido es puntual: «la Cancillería tiene que poner en juego  a sus mejores negociadores para asegurar las mejores condiciones» a las firmas argentinas.

Ponce relativizó la entidad real de las declaraciones de Guedes y destacó que la industria brasileña le llamó la atención rápidamente en defensa de las automotrices y autopartistas. Pero reconoció que entre las compañías hace pie «una sensación de que el Mercosur que conocimos y el vínculo que tuvimos con Brasil ya no existe; vamos a un cambio que implica pasar de una unión aduanera a una zona de libre comercio en la que los países pueden negociar individualmente y fijar aranceles, aunque eso perjudique al bloque».

En relación con el ámbito pyme, el analista Carlos Schwartzer, titular de Schwartzer Economía, advirtió  que «previo a Bolsonaro, el gobierno hizo una convocatoria a exportar fantasiosa y poco transparente». Su relación con las declaraciones de Guedes tiene que ver con que, para el economista, Brasil dinamiza poco la actividad pyme argentina, exceptuando a las fábricas de autopartes y a las metalmecánicas.

Saliendo del mundo pyme, el sector que vería con entusiasmo un cambio del panorama comercial de la región sería el agroalimentario. «Liberar estas tensiones, sobre todo para la biogenética, sería un elemento importante», planteó Schwartzer. Pero esa misma razón pone en duda la validez de las palabras de Guedes, quien «se apresuró en decir cosas que por ahí le sirven al otro». Pero ante todo «hay una cuestión geopolítica estratégica que el gobierno no define. El viaje de Guedes a Chile es parte del mismo juego de danza y contradanza. El resultado todavía no se sabe».

En los foros de negociación empresaria, la recepción es cautelosa. Víctor Dosoretz, de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), aseguró que «vamos a una situación donde no se van a interrumpir los procesos. La vocación de continuar el acuerdo con la Unión Europea va a seguir, aunque ya veremos con qué velocidad. Las primeras señales indican que además del Mercosur, Brasil quiere  hacer acuerdos de libre comercio con otros países, algo que puede ser prematuro. Pero tenemos que esperar las primeras políticas concretas», moderó.

Para los mercantiles, sin embargo, «el gobierno argentino debería seguir en la misma sintonía» porque «no sería un inconveniente; si la región va a ir en ese sentido va a ser para el fortalecimiento y la extensión de las oportunidades, no para perjudicar al Mercosur». «

La Unión Europea apura el acuerdo

Mientras el futuro del Mercosur entra en un cono de sombras por la actitud del nuevo gobierno brasileño, por otro carril la Unión Europea intenta apurar un acuerdo de libre comercio con el bloque sudamericano. Es el mismo pacto que el presidente Mauricio Macri quiso anunciar a fin de 2017, cuando tuvo lugar en Buenos Aires la cumbre de la Organización Mundial de Comercio. La reticencia de los europeos frustró el intento.

Ahora el apuro viene desde los países del Viejo Continente, que quieren marcar la cancha a las ideas proteccionistas del presidente estadounidense Donald Trump. Esta semana llegó al país un grupo de eurodiputados para participar de la reunión de parlamentarios del G20, que presionó para ultimar detalles antes de la cumbre de líderes prevista para fin de mes. «El acuerdo está cerrado en un 100% en lo político y en un 90% en lo comercial», dijo el español José Ignacio Salafranca, vocero de la delegación. Al revés del año pasado, la posición del gobierno argentino ahora es la de esperar hasta que Brasil defina su posición.

CEOs apoyan a Macri, pero piden cambios

El 51,2% de los CEO y directores de empresas espera «correcciones» en la gestión de la economía por parte del gobierno nacional, pero adelantó mayoritariamente que volverá a votar a Mauricio Macri en las presidenciales. Así lo afirma una encuesta de la consultora Taquion y la asociación LIDE Argentina.

Además, seis de cada diez que participaron reconocieron que difícilmente tomarán personal en el ciclo próximo.

El 64,7% de los ejecutivos consultados prevé que en 2019 la situación económica será igual o peor y que espera «inflación superior al 40% y un dólar oscilando entre 36 y 43 pesos».

El informe señala que los empresarios «asumen que las condiciones de dificultad para los negocios a mediano plazo serán similares a las actuales». Pero un 48,2% avizora que se desempeñará en condiciones malas o muy malas el año próximo.

En ese marco, un 56,3% de los consultados aseguró que no tiene previsto hacer inversiones, mientras que sólo un 22,1% que respondió que sí las hará.

En cuanto a las paritarias, el 47,8% de los encuestados piensa que se negociarán aumentos salariales de entre el 30% y el 35%; mientras que un 32,3% respondió que los incrementos estarán entre el 25% y el 30%; a la par de un 17,5% que espera subir las remuneraciones de su personal entre un 35% y 40 por ciento. «