Con la hiperactividad de los presidentes en tiempos de crisis, Alberto Fernández dedicó su primera semana como mandatario electo a las prioridades de una nación sobreendeudada. Un país en emergencia social, con la capacidad industrial semiparalizada y que transita en puntas de pie por el desfiladero del default. En honor a su condición de peronista, Fernández confirmó en los últimos días aquella máxima del fundador del movimiento que consideraba a la política internacional como la única importante. “El resto –decía Perón- es cabotaje pueblerino”. Desde esa certeza, con el planeta como tablero de la acción de un Estado que debe sí o sí renegociar el cronograma de sus deudas, Fernández habló este viernes con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Fueron entre 10 y 12 minutos de un diálogo telefónico que puede ser parteaguas. Una conversación de la que podrían derivar consecuencias trascendentes, tanto con el FMI como para la –por ahora conflictiva- relación con Jair Bolsonaro, presidente de Brasil.

“He instruido al FMI para trabajar con usted. No dude en llamarme”, fue sin duda la frase más fuerte que pronunció Trump durante la llamada. La comunicación tuvo el tempo necesario como para que los traductores hicieran su parte: de un lado, la Casa Blanca, representación del poder mundial, del otro, las oficinas de la calle México 337, barrio porteño de San Telmo, donde el futuro presidente centraliza buena parte de su actividad hasta que se materialice el traspaso.

La charla con Trump fue un primer paso importante para cuya concreción trabajaron tanto Felipe Solá, probable canciller a partir del 10 de diciembre, como Santiago Cafiero, a quien toda la dirigencia política asigna el rol de jefe de Gabinete del gobierno entrante. Las tratativas previas, como ocurre en estos casos, se conversaron con el embajador Edward Prado pero principalmente con Christopher Andino, encargado de la Sección Política de la representación diplomática de la Avenida Colombia.

Andino llegó a la embajada norteamericana en Buenos Aires procedente de la representación de su país en Kabul, Afganistán. Desde su llegada al país se entrevistó con un arco importante de dirigentes políticos, legisladores, gremialistas y abogados que forman parte o simpatizan con el peronismo. “Ellos se pusieron en contacto y ellos tramitaron la llamada”, confiaron a Tiempo desde el entorno de Fernández.

El resultado de la gestión y el contenido de lo que se habló, evaluaron los colaboradores del presidente electo, “fue muy bueno”. La prioridad del futuro gobierno, es obvio, pasa por la deuda con los acreedores privados y con el organismo multilateral. En paralelo, en el entorno de Fernández descuentan que el inicio de una relación “madura y cordial” (en palabras de AF) con Washington no tardará en descomprimir la tensión inicial con Brasil. En la calle México nadie olvida que más allá de dichos altisonantes, faltazos anunciados y tuits irrespetuosos, Bolsonaro gobierna al mayor socio comercial de la Argentina.

La agenda exterior de Fernández sigue con atención lo que sucede en los países vecinos. Sudamérica atraviesa un momento de convulsión. La resistencia al neoliberalismo en Chile y Ecuador, junto a la desestabilización en curso en Bolivia, reflejan inestabilidad y dan crédito a ciertas lecturas geopolíticas que vinculan la conflictividad regional con la puja y el enfrentamiento (indirecto) entre las superpotencias militares, comerciales y energéticas del siglo XXI: Estados Unidos, China y, en cierto modo, Rusia.

Argentina ya no puede reordenar la región a partir del efecto gravitatorio del tándem estratégico con Brasil, como el que ejercieron la década pasada Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner. Esto explica por qué Fernández eligió el Distrito Federal de México para iniciar, este viernes, su primer viaje al exterior como presidente electo. Será una visita de varios días –probablemente cinco- al país azteca.

La agenda en México tendrá dos momentos claves: uno político, el demorado encuentro con el presidente anfitrión Andrés Manuel López Obrador, y otro de atracción de inversiones: la reunión –en rigor, una cena- programada con el billonario Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, propietario de Telmex, en la Argentina accionista mayoritario de la compañía de celulares Claro, y con vocación por expandir sus negocios en materia de telecomunicaciones. Slim, al igual que Telefónica de España, es un competidor directo o potencial del Grupo Clarín. La gira por México incluirá otro contacto con empresarios y una disertación sobre “los desafíos de América Latina” en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, creado en 1618 por la Orden Jesuita y que hoy funciona como ámbito para exposiciones y actividades culturales de la UNAM, del gobierno local del DF y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes del Estado mexicano.

Fernández viajará al DF junto a su pareja, Fabiola Yañez; el operador todoterreno Miguel Cuberos, ex funcionario bonaerense y colaborador de confianza del presidente electo; su vocero Juan Pablo Biondi; la economista Cecilia Todesca Bocco (de quien se descuenta que integrará el equipo económico a partir del 10 de diciembre); más el propio Solá. La cita con AMLO (como se conoce al mandatario de México) se concretará este lunes por la mañana en el Palacio Nacional. La cena con Slim será ese mismo día, por la noche.

La posibilidad de que Fernández viajara a México para encontrarse con AMLO en un primer momento había sido pensada para la primera quincena de julio. Por esa fecha se realizó la primera cumbre del foro de espacios políticos progresistas y de centroizquierda conocido como Grupo de Puebla. Pero el contacto no se concretó. Y el entonces candidato –en aquel momento ni siquiera se habían realizado las PASO- envió en representación suya a Solá, al legislador del Parlasur Jorge Taiana y al ex titular de la Cámara de Diputados Julián Domínguez.

López Obrador es una figura influyente para la política latinoamericana. Su victoria electoral, tras varios gobiernos de sesgo neoliberal llevados adelante tanto por el PRI como por el PAN, contradijo la interpretación sobre el presunto giro a la derecha de toda América Latina.

La visita a México coincidirá con el viaje a China de otro actor relevante de la política internacional del próximo gobierno. Ex canciller, con responsabilidad en la coordinación de los equipos técnicos dedicados a las Relaciones Exteriores, Taiana viajará este sábado a Shangai. En esa ciudad participará de la conferencia anual del Shangai Institute for International Studies, un centro de formación y difusión de ideas (think-tank en inglés). La llegada de Taiana a China será el primer gesto de reconocimiento tras la carta de felicitación por el triunfo que envió el jefe de Estado chino, Xi Jinping, y que hace unos días entregó el embajador de la potencia asiática, Zou Xiaoli. La recibió Solá en una visita formal a la embajada china.

El gobierno entrante, su incipiente diplomacia, se mueve en todos los planos del tablero global. Lo hace en simultáneo, con alto, mediano o bajo perfil, y sin descuidar a ningún actor de peso.