Reapareció Mauricio Macri. No sorprendió, porque estaba anunciada su participación en el ciclo “La Otra Mirada de Latinoamérica” que conduce Álvaro Vargas Llosa, hijo del escritor peruano. En una transmisión por streaming y en un espacio en el que se siente cómodo, el expresidente presentó un discurso acorde a las circunstancias de una audiencia autodefinida como “la derecha del continente”, con buena llegada en los Estados Unidos y algunas pretensiones de proyección a Europa.

Macri presentó palabras cuidadas, preparadas con tiempo suficiente, y se enfocó en lo que sus oyentes querían oír. En términos estrictamente políticos personales, en cambio, el expresidente aprovechó el ruedo para relanzarse hacia un futuro que aparece incierto incluso dentro de su propio espacio, pero que seguramente lo tendrá encabezando una candidatura legislativa en las elecciones intermedias del año próximo.

Macri empezó diciendo: «Amo este país y soy un ferviente defensor de las libertades y la capacidad de elegir de la gente, y en esa batalla estoy”. Tras la frase de rigor, enseguida intentó ocupar el rol central de Juntos por el Cambio: “Mi primera tarea es fortalecer la unidad y los liderazgos que están surgiendo, para que el espacio crezca a partir del volumen de sus dirigentes y sean capaces de defender las banderas de la libertad, la transparencia, la integración al mundo y el compromiso con la buena gobernanza. Aquello que fundamos hace 5 años está más consolidado que nunca en el compromiso de la defensa de las libertades y la inserción de Argentina en el mundo».

Luego el expresidente se enfocó en la confrontación, no muy encendida, con Alberto Fernández: «Estoy tratando de darle un espacio al gobierno que fue elegido por el 48% de los argentinos, para que pongan en juego lo que ellos piensan, sus propuestas y soluciones”.

Sin que nadie le recordara cuando hace tres meses aseguró que el populismo era peor que el coronavirus, el exmandatario advirtió que «no hay que confundir la pandemia con una herramienta para afectar libertades como la de expresión, el funcionamiento de la Justicia, la independencia de poderes o la propiedad privada. Algunos países   creen que la crisis constituye una buena oportunidad para avanzar en autoritarismos soft».

Siguiendo al pie de la letra un discurso de analista, Macri insistió con que “la región recibió la llegada del Covid-19 con problemas estructurales que devienen de décadas de bajo crecimiento, sistemas sanitarios frágiles, economías con mucha informalidad y situaciones fiscales de no tanta solidez, y eso impide que haya paquetes de ayuda semejantes a los de los países desarrollados. El mundo, por una carencia de liderazgo global, se lanzó a tomar medidas que después tuvo que corregir sobre la marcha, por lo que se hace necesario salir de esto con mayor coordinación».

Sobre la discusión entre salud y economía a la hora de afrontar la emergencia, citó el caso del mandatario de Colombia, su amigo Iván Duque, quien «arrancó con una cuarentena para concientizar y equipar el sistema de salud, pero rápidamente fue retornando a la normalidad a la sociedad, afectando lo mínimo posible las libertades» .

Tras sostener que «tiene que haber un equilibrio entre la prevención sanitaria y la salud mental, física y laboral de la gente», Macri observó que «concentrar todos los recursos para atacar solamente una pandemia ha hecho que se desantendieran todas las otras patologías, y eso enferma porque desde el miedo se abandona todo el sistema de salud y la prevención sanitaria sobre temas oncológicos, diabéticos y cardíacos, que han dejado de funcionar porque los hospitales y las clínicas han quedado vacíos», apuntó sin demasiada rigurosidad.