En la agenda de despedida del presidente Mauricio Macri del último mes, además de periodistas afines y personajes de la farándula que lo han apoyado, se destacan varios encuentros con las Fuerzas Armadas y de seguridad. La construcción de la relación institucional, casi íntima, con los uniformados en los años de Cambiemos ocupó un rol central de la agenda pública, tanto en el alineamiento con los intereses de Estados Unidos (como la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo) como en la represión no sólo a protestas sociales, sino también como acción afirmativa de su ideología. Por eso el papel central de la ministra Patricia Bullrich a lo largo de todo el gobierno.

La política reivindicatoria de las FF.AA. llevó de entrada al presidente Macri a derogar el decreto de Raúl Alfonsín, de 1984, que ponía en manos del ministro civil decisiones del ámbito militar además de darles un lugar cada vez más protagónico en las fechas patrias.

Pero no todo es retórica, reuniones y actos, en el último tiempo Macri tomó acciones concretas como pasar a manos castrenses el manejo del Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas (IOSFA), creado por Cristina Kirchner y hasta ahora en manos de un civil. Lo mismo ocurre con el Instituto de Ayuda Financiera (IAF) que opera una caja de retiros y pensiones superior a los 30.000 millones de pesos. IOSFA posee 638 mil afiliados y sólo este año se le asignaron $ 20.000 millones. Estos reclamos venían generando  roces con el ministro Aguad y finalmente Macri se fue inclinando en el contexto electoral por la gestión militar, según consignan varios medios para neutralizar la postulación de Gómez Centurión las elecciones.

La despedida con la cúpula militar ocurrió el martes 26 de noviembre, medios de prensa cercanos al gobierno informaron que se les pidió que recordaran que con (Agustín) Rossi “tenían sueldos por debajo de la línea de pobreza”. El político santafecino, que fue ministro de esa área y todo indica que repetirá ese cargo bajo la gestión de Alberto Fernández, ya deslizó algunas observaciones, entre las que destaca, por el contexto del golpe en Bolivia, que “las Fuerzas Armadas no seguirán más en la Escuela de las Américas”, según respondió en una entrevista.

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(Foto: Télam)

Un día más tarde, el miércoles 27 de noviembre, Macri recorrió la Fábrica Argentina de Aviones Brigadier San Martín, de Córdoba, y no se privó, como en otras ocasiones, de politizar su discurso frente a los uniformados. Según consigna la página de Presidencia de la Nación dijo: “Ustedes saben que hace cuatro años, cuando arrancamos, la cosa no estaba así: encontramos, como en casi todas las empresas del Estado, vaciamiento, abandono, falta de inversión” y agregó que la gestión anterior “habían confundido una empresa del Estado con un aguantadero de la política”.

La política de seguridad interior empleada por Macri y Bullrich dejó secuelas, desde las feroces represiones contra la protesta social hasta la conocida doctrina Chocobar pasando por el intento de inventar un enemigo interno (la Resistencia Ancestral Mapuche, RAM) y el encarcelamiento de dos jóvenes de religión musulmana al recibir al G20, por nombrar sólo dos casos muy sonados. El lema “cuidar a quienes nos cuidan” resultó una carta blanca para la represión.

Los protocolos que implementó el gobierno se popularizaron como Doctrina Chocobar, porque siguieron a la defensa acérrima del policía que asesinó por la espalda a un ladrón que se daba a la fuga. En el nuevo reglamento que firmó luego de ese hecho no sólo se permite disparar contra quien “se fugue luego de haber causado, o de haber intentado causar, muertes o lesiones graves”, sino también cuando el número de los agresores, o las armas que éstos utilizaran, impidan materialmente el debido cumplimiento del deber”. Muchos leen allí, la habilitación para reprimir con armas de fuego los conflictos sociales. Estas son una muestra de las políticas que llevó adelante el gobierno y el tipo de alianza que tejió con las fuerzas de seguridad.

En torno de este tema se generó un contrapunto entre el presidente electo, Alberto Fernández, y la ministra Bullrich, quien lamentó que el presidente electo Alberto Fernández hubiera anunciado que derogará por decreto los protocolos de actuación desarrollados para la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura.

El 21 de noviembre, Macri encabezó el acto de egreso de una nueva promoción de oficiales de Gendarmería, una de las fuerzas que viene participando de acciones de seguridad interior, ese jueves destacó “el trabajo impresionante, histórico” realizado durante estos cuatro años que marcó “un verdadero antes y después”. El caballito de batalla de la lucha contra el narcotráfico fue uno de los resaltados de su discurso: “Gracias a la batalla que le dan al narcotráfico, vivimos cada día un poco más seguros”.

Una de las primeras acciones públicas de relevancia de esta fuerza bajo Patricia Bullrich sucedió el 9 de enero de 2016, cuando un grupo de gendarmes disparó balas de goma contra una murga en la Villa 1-11-14 en la Capital Federal y la más sonada fue su participación en la represión que culminó desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado en Chubut.

Pero fue el 25 de noviembre, cuando Macri recibió en Casa Rosada a las autoridades de Gendarmería, Policía Federal, Prefectura Naval, la Policía de Seguridad Aeronáutica. Nuevamente hizo hincapié en lo que él llama los éxitos de la lucha contra el narcotráfico y en el equipamiento de las fuerzas.

Las últimas dos semana de noviembre fueron de despedidas para Macri, Bullrich y Aguad, en especial de las fuerzas uniformadas a las que convirtieron en eje de su gobierno, probablemente el más destacado desde la llegada de la democracia. Por ahora, de la cúpula gubernamental más cercana a la faceta represiva de las fuerzas de seguridad sólo se sabe que Macri se tomará vacaciones, Aguad volvería a Córdoba, y Bullrich asumirá la presidencia del PRO.