El ataúd dorado, cubierto por flores púrpuras, en el templo de la North Central University de Minneapolis. “Era un ser humano. Tenía familia, sueños, esperanzas. El verdadero sentido de este memorial es destacar el valor de una vida que fue quitada, lo que explica todo lo que está ocurriendo”, dijo el reverendo Al Sharpton, líder de los Derechos Civiles. El mismísimo Barack Obama aseguró que las protestas representaban “un cambio de mentalidad inédito en los EEUU” y que, incluso, es “mucho más representativo” que el surgido tras el asesinato de Martin Luther King. Ellos y otros líderes, activistas, intelectuales, o simples ciudadanos se manifestaron con énfasis ante el asesinato de George Floyd.

Pero es incuestionable que las mujeres, en especial las más afectadas por la discriminación racial, son las que más alto empuñan las banderas reivindicativas. En los últimos días, Tamika Danielle Mallory y Keisha Lance Bottoms fueron las más estridentes, incluso desde posiciones ciertamente diferentes. “La razón por la que los edificios se están quemando no es sólo por nuestro hermano, sino porque Minnesota dice: ‘Ya basta’”.

El discurso de Tamika recorrió el mundo. “No somos responsables de la enfermedad mental que las instituciones le afligieron a nuestro pueblo (…) No desafíen a la juventud y a otros frustrados. Hay una sola forma de pararlos: atrapar a los policías, imputarlos en todas las ciudades donde están asesinando a nuestro pueblo (…) La tierra de los libres para todos no ha sido para los negros. Estamos cansados. No nos hablen de saqueos, Son ustedes los que nos han saqueado. A los negros, a los pueblos indígenas”.  Nació en el Bronx, fue criada en Harlem. Sus padres fueron fundadores de Red de Acción Nacional. Tenía 20 años cuando el padre de su hijo, Jason Ryans, de 26, fue asesinado. Ahora tiene 39. Marcó su pulso en la histórica Marcha de las mujeres de Washington de 2017; dirige Until Freedom (Hasta la Libertad). Algunos la comparan con Malcom X. Fue asesora de Joe Biden.

Keisha tiene 50, es alcaldesa de Atlanta y madre de cuatro hijos. Tras el ataque a las oficinas de CNN proclamó: “Este no es el espíritu de Martin Luther King. Esta ciudad tiene un legado de alcaldes negros y policías negros”. Advirtió en un apasionado discurso que “cuando vi el asesinato de George Floyd, me dolió como le dolería a una madre”. En el partido Demócrata tiene todo para ser la candidata a vice de Biden.

No están solas

Ilhan Omar nació en Mogadiscio, Somalía, como su padre. A los 5 perdió a su madre yemenita. La guerra civil la llevó como refugiada a Kenia y en 1995 emigró a EEUU. Ahora tiene 38 y es representante en el Congreso por una agrupación de Minnesota aliada a los demócratas. Suele cubrir su cabellera con un pañuelo negro, lo que enerva a Trump y sus acólitos. Ahora, anunció proyectos de ley para abordar la responsabilidad policial, la respuesta gubernamental y la ayuda económica para las comunidades afectadas. «El objetivo sistemático y el uso de la fuerza mortal y brutal contra los negros se deriva del largo legado de la esclavitud, el linchamiento y las leyes de Jim Crow», dijo en su declaración.

“Basta es basta. Nuestro dolor, nuestros gritos y nuestra necesidad de ser vistos y escuchados resuenan en todo el país. Exigimos reconocimiento por la devaluación y la deshumanización de la vida de los negros a manos de la policía. Llamamos a soluciones radicales”. Rashida Tlaib, la mayor de 14 hermanos, nació en Detrot hace 43 años de padres palestinos. Es abogada, la primera congresista musulmana. En su encendida proclama llamó a desfinanciar a las policías para realizar “inversiones en nuestras comunidades y garantizar que los negros no solo sobrevivan, sino que prosperen”.

A Alexandria Ocasio-Cortez para denigrarla, Trump –en fin… – la comparó con Evita y la llamó “lunática”. También nació en el Bronx, hace 30 años. De ascendencia portorriqueña, congresista por Nueva York, miembro de la DSA (miembro de la organización Socialistas Democráticos de América) y también se perfilan para las elecciones: vuela en las redes un flyer en el que saluda y se la nombra como “en nombre de los candidatos insurgentes, la nueva estrella del rock demócrata está llevando un mensaje populista a través del país”.

Ayanna Soyini Pressley no le va en zaga, aun cuando por estos días prefirió un perfil más austero: es la primera congresista negra por Boston, nada menos. Otra de las integrantes de «The Squad» (El Escuadrón), todas de las filas demócratas.

Son las mujeres que irritan a Trump.