“Sin marginación, sin discriminación. Por primera vez, todos participamos, a nadie se le excluye en la nueva Constitución.” Así hablaba la dirigente campesina Silvia Lazarte en el año 2009 cuando la consultaban sobre la entonces flamante carta magna del país andino-amazónico. La cocalera de origen quechua fue uno de los pilares que sostuvo el largo proceso que dio a luz a esa nueva Constitución. La primera presidenta indígena de una Asamblea Constituyente latinoamericana.  La madre de una Bolivia plurinacional.

Lazarte falleció el pasado domingo 28 de junio a los 56 años en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. La doblegó una enfermedad pulmonar que la aquejaba desde su juventud. Una herida interna que le provocaron tropas del ejército en los neoliberales años ochenta, cuando fue detenida junto a otros compañeros campesinos en una protesta contra la erradicación de la coca en el oriente boliviano.  

Desde muy guagua, Lazarte aprendió que los derechos se ganan luchando. Nació en la ciudad de Cochabamba en 1964. Migró con su familia para buscar un futuro mejor en el Chapare, la próspera región cocalera. Su padre Desiderio era dirigente del Sindicato Pedro Domingo Murillo. Enfermó muy joven y Silvia, con apenas 16 años, siguió los pasos de su papá en la lucha sindical campesina. No la tuvo fácil. Primero fue apartada por ser mujer joven, en un mundo dominado por el machismo. Pero nunca bajó los brazos. Su valentía y capacidad de organización le hicieron ganarse un lugar en los movimientos sociales.

En la batalla sindical conoció a Evo Morales. Lucharon coco a codo contra los gobiernos de la derecha. Juntos fundaron el MAS (Movimiento Al Socialismo). Después del sangriento Octubre Negro de 2003, Morales asumió la presidencia de Bolivia en 2006. Lazarte entonces asumió otro reto: fue elegida presidenta de la Asamblea Constituyente (2006-2008). La primera mujer de pollera, indígena, que comandó un proceso constituyente en América Latina. “Yo sólo quería cambiar la Constitución a lo que he vivido. Todos me cuestionaban. Los periodistas me preguntaban sobre mi profesión, pero no era ni bachiller. Era mujer, no era abogada, no conocía la justicia sino la injusticia”, contó Lazarte en alguna entrevista años después. Igualdad, inclusión, plurinacionalidad, buen vivir. Esos fueron los postergados derechos que reconoció la nueva carta magna para todas y todos los bolivianos. Lazarte había luchado toda su vida para conquistarlos. 

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“Nos ha dejado Silvia Lazarte, hermana entrañable, que alentó con su espíritu revolucionario, la construcción de una Bolivia diversa culturalmente y más justa, como militante y Presidenta de la Asamblea Constituyente”, la despidió Evo Morales en su cuenta de Twitter, desde su exilio porteño por el golpe de Estado de la usurpadora Jeanine Áñez.

Tras cumplir su tarea en la Asamblea, la mujer de pollera retornó a sus pagos de Santa Rosa de Sara. Siguió trabajando la tierra. Producía maíz, arroz y sorgo. Cuentan que nunca dejó la actividad sindical.

Silvia Lazarte siguió los pasos de Bartolina Sisa, Domitila Chungara y tantas otras mujeres luchadoras de Bolivia. Fue, es y será, la pachamama de la nueva Constitución.