Emiliano Rigoni se considera ambidiestro por Osvaldo Solá. El entrenador de la categoría 1993 del Bochas Sports Club de Córdoba le dijo a los cinco años: «Si vos querés llegar, practicá con la derecha, dale, andá». Rigoni, entonces, agarraba la pelota y le pegaba contra la pared, a un toque, izquierda y derecha, izquierda y derecha. Pasó el tiempo. La pierna inhábil cobró fuerza y dirección. «Y hoy me sale natural -dice el mediocampista de Independiente-. Si quisiera practicarlo, no podría». Aunque Silvia, su madre, apunta que ser ambidiestro es una condición que Rigoni heredó de su abuelo Albino.

Milton Casco es ambidiestro por Oscar, su padre, quien jugó en Unión Agrarios Cerrito de Entre Ríos. «Siempre con mi viejo -cuenta el lateral de River-, que jugaba en la Liga de Paraná Campaña, nos poníamos a patear y siempre me obligaba, o me enseñaba, a pegarle con las dos, y me remarcaba que era importante». A los 28 años, Casco admite que le es indistinto pegarle de derecha o de izquierda: «De chico ya jugaba por los dos lados al tener esa facilidad, sin problemas. Es una ventaja poder darle con los dos perfiles. Es un poco natural y un poco de entrenamiento».

Son aislados los futbolistas con esta característica en el mundo; no los hace mejor ni peor. Hay jugadores que son tan derechos o tan zurdos que recurren a la rabona para suplir la carencia. Rigoni, como el español Santi Cazorla en el Arsenal de Inglaterra, puede pararse delante de la pelota en un tiro libre para pegarle con un pie y, de repente, arrepentirse -detectar una ventaja-, y caracolear para cambiar el pie del golpe. De los quince goles que suma en Primera, cuatro fueron con la derecha y once con la zurda. El 3 de abril de 2015, ante Sarmiento en Junín, metió uno y uno en el 3-1 de Belgrano. «Tengo muchas ganas de demostrarle a la gente que no me conoce -dijo cuando fue presentado en Independiente- que soy un volante extremo, ambidiestro, y que puedo jugar en este club». En la serie de penales por los cuartos de final de la Copa Sudamericana ante Chapecoense de Brasil, Rigoni pateó con la derecha. Danilo lo atajó. Y, al final, Independiente fue eliminado.

Un futbolista adquiere la capacidad de esfumar la diferencia entre pegarle con derecha o con izquierda no sólo por la presencia de un técnico atinado o un padre exigente. «A los siete años, al igual que los demás jugadores del Ajax, recibí un balón de fútbol colgado del extremo de una cuerda para ejercitarnos en nuestra casa. ‘Tienen que entrenarse con los dos pies cada tarde’, nos decía el entrenador, y eso es lo que hacía», contó el holandés Wesley Sneijder, que juega en el Galatasaray de Turquía. Se refiere a la SenseBall, la pelota con una soga que utilizan en los ejercicios de las categorías infantiles.

Más cercano, y a nivel mundial, aparece el uruguayo Diego Forlán: en Sudáfrica 2010 clavó un bombazo de derecha en el 3-0 frente al local en la fase de grupos, y en el partido por el tercer puesto ante Holanda, otro bombazo lejano, pero de izquierda. A regañadientes, practicaba de chico en el campo familiar por imposición de su padre, Pablo Forlán, multicampeón con Peñarol en los 60. Diego Forlán, que a los 37 años juega en el Mumbai City de India, contó las ventajas de las piernas hábiles: «En la gambeta, salgo para un lado o para el otro, indistintamente, según por dónde el defensor me deje el espacio». Los ojeadores del Manchester United lo pusieron en la mira cuando jugaba en Independiente por ser ambidiestro. Cuenta el periodista Mario Bardanca: «El afamado Alex Ferguson se fijó detenidamente en los videos con qué mano agarraba primero la pelota a la hora de acomodarla para ejecutar. Fue la forma de descifrar que en verdad era derecho».

Ousmane Dembélé es el ambidiestro del momento. Desde esta temporada juega en el Borussia Dortmund. Fue pretendido por el Barcelona. Dembélé -francés, 19 años, wing, dueño de los tiros libres- metió 12 goles en 29 partidos en el Rennes antes de pegar el salto a Alemania. En una entrevista post partido, el periodista del campo de juego abrió el siguiente diálogo por esa particularidad.

-¿Sos derecho o zurdo?

-Mmm, zurdo -le respondió Dembélé.

-¿Seguro? Porque metiste un gran gol con la derecha.

-Sí, soy más zurdo, sí.

-¿Y no pateaste penales con la derecha?

-Sí.

-¿Y por qué?

-Porque le pego mejor con la derecha.

O sea: Dembélé dice que es zurdo pero patea penales y tiros libres con la derecha. Otros casos y motivos: el lateral brasileño Adriano -ex Barcelona, ahora en el Beşiktaş de Turquía- y el delantero español David Villa, que juega los últimos minutos en el New York City, contaron alguna vez que de niños sufrieron lesiones en sus piernas hábiles y, a partir de la desesperación por no poder jugar, aprendieron a patear con la izquierda.

El ambidiestro más grande de todos los tiempos, de igual modo, fue Andreas Brehme. El lateral izquierdo alemán convirtió de derecha el penal en la final del Mundial Italia 90 ante Argentina. Cuatro años antes, en los penales por los cuartos de final de México 86 ante el local, Brehme había anotado de izquierda. En los tiros libres, solía descargar el remate con la zurda. En movimiento, le daba lo mismo: el cañón funcionaba en ambos pies. «Es quizás el ejemplo que más claramente muestre la idea de que se es derecho o zurdo con el pie no según una categoría general -escribió el zurdo Santiago Solari en El País acerca de Brehme-, sino según la acción específica a realizar».

En la película «Good Bye, Lenin!» (2003), Alexander le monta una realidad falsa a Christiane, su madre socialista, que ha vuelto a la casa después de estar ocho meses en coma. Le oculta la caída del Muro de Berlín, el triunfo del capitalismo, para evitarle un disgusto. Es julio de 1990. A escondidas, Alexander mira la definición por penales de Alemania Federal ante Inglaterra por las semifinales del Mundial de Italia. Brehme patea el primero. De derecha.