La mercantilización de la salud, esto es, la aplicación en el ámbito de la salud de normas y procedimientos propios del mercado, no es una práctica nueva ni reciente. Desde los negociados que hacen los laboratorios (en los primeros puestos de las ganancias en la economía mundial) hasta su contrapartida en lo acotado de las partidas que destinan la mayoría de los gobiernos a la producción pública de medicamentos, para citar sólo un aspecto, muchos fenómenos dan cuenta de la concepción que los sustenta.

Reducir la intervención profesional en el complejo proceso de la salud y la enfermedad de las personas a una plataforma de delivery es no sólo temerario sino también peligroso.

No existen enfermedades aisladas sino personas enfermas. Y no es posible aplicar solamente algoritmos en la atención de la salud y dejar de lado la mirada integral que considera a cada individuo en su singularidad, pero también con su historia, su entorno y su particular inserción social.

La accesibilidad de la población a una atención de salud integral, en términos adecuados y oportunos, debe estar garantizada a través de políticas públicas, sustentables en el tiempo, con presupuestos acordes a las necesidades y que aseguren iguales derechos para todos y todas.

No es posible aplicar la lógica de mercado cuando lo que está en juego es, nada más y nada menos, la vida de las personas y de las comunidades a las que pertenecen. «

*Licenciada en Trabajo Social. Titular de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires.