La historia nacional tampoco escapa a la discriminación de género. Los próceres, según lo contaron los historiadores y lo naturalizaron medios como «Billiken», fueron siempre hombres, a lo sumo secundados por alguna representante del género femenino por aquello de que “detrás –nunca delante- de todo gran hombre hay una gran mujer.” Felipe Pigna presentó, ante un reducido grupo de periodistas y en el marco de un distendido almuerzo, su último libro, Mujeres insolentes de la historia que desmiente ese lugar común Tiene ilustraciones de Augusto Costhanzo y está destinado a chicos y adolescentes. El sello por el que aparece es Emecé, perteneciente a Planeta, por lo que se encontraban presentes diversos representantes del grupo editorial. 

Adriana Fernández, Gerente Editorial del Área Infantil, Juvenil y Contenidos, que guio la charla, se refirió al empoderamiento femenino como un tema que es considerado “de moda”, aunque se trate de un tema trascendente y no de un mero capricho de temporada. Aunque criticó la relación entre una cosa y otra, admitió que “la moda tiene algo que está muy bueno y que es la posibilidad de acercar a muchas, ya sea como mujeres, como militantes o como admiradoras de cierta literatura. Si no fuera así, quizá no hubiéramos pensado este libro tal como aparece hoy, aunque ya existía uno anterior de Felipe con la misma temática, del año 2011, cuando el tema no estaba de moda.” 

Por su parte, en relación con el tema de la “moda” que siempre implica una frivolización Felipe Pigna dijo que se trataba más bien de un libro “oportuno”. “Siempre que voy a las escuelas -contó- las chicas y chicos me preguntan si la mujer siempre luchó. Me parece muy importante ese dato, porque la lucha no es un fenómeno coyuntural, aunque  se hable mucho de eso ahora. Los niños y las niñas preguntan si fue así siempre, cuándo empezó la lucha de las mujeres, cuáles son sus antecedentes, cómo fue durante la Conquista. Por eso me parece importante la aparición de este libro que, si bien es para todo público, está más enfocado hacia un público infanto-juvenil. La moda ayuda a que la editorial apueste por esto y le ponga onda, le ponga fichas, pero yo no me sumo a la moda, sino que ya venía con esta idea a partir de Mujeres tenían que ser. Me parece que Mujeres insolentes…puede aclarar un tema sobre el que hay bastante confusión, porque la moda sugiere que se trata de algo que va a pasar y esa sensación no debe estar presente de ninguna manera en este tema. Se trata de una tendencia. Las charlas con los pibes en las escuelas son maravillosas, son extraordinarias las preguntas que hacen, son muy inteligentes y está bueno que puedan tener una respuesta y puedan disponer de un material. Ésta fue la idea que tuvimos con el querido Augusto Costhanzo que interpretó muy bien lo que era el texto.” 

“Hice la primaria –contó el ilustrador- durante la dictadura militar, un período en el que no se podían dibujar próceres nacionales porque estaba prohibido. Billiken y Anteojito estaban para que uno pudiera recortar las figuritas y pegarlas. Por eso crecí con la idea de dibujar próceres atrofiada y me costó bastante hacerlo. Hemos crecido en la cultura machista y el dibujante varón tiene el mandato de dibujar mujeres lindas, tetonas y culonas como son las heroínas del comic. Por eso, en este libro se me plantearon dos desafíos y no sólo uno. Por un lado, dibujar próceres mujeres o “próceras” y, por otro, comenzar a dibujar una mujer que estuviera fuera de la representación tradicional, que no fuera exuberante, algo que está muy asociado a la cultura del dibujo.” 

En el transcurso de la charla, Pigna se refirió a algunas de las heroínas que integran su libro. Una de ellas es Martina Céspedes que “refuta la teoría de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, porque no hay ningún hombre, sino tres mujeres que producen la captura más importante de  oficiales durante las Invasiones Inglesas. Ella tenía una pulpería con sus dos hijas. Entonces, los van haciendo pasar de a uno, los emborrachan, los golpean, los maniatan y de esta forma ponen en el sótano como prisioneros a trece oficiales ingleses. Ése es un buen ejemplo de que la Historia no viene necesariamente de la mano de un hombre, sino que hay una historia que es femenina.” 

El libro, según lo señaló Fernández, está estructurado en tres bloques. Uno está destinado a mujeres que toman las armas, otro a mujeres que ejercen el derecho de incursionar en la cultura y dedicarse a las letras y un tercero que está dedicado a las mujeres políticas para las que el sufragio era la gran causa. En este punto Pigna aclaró que éste es el primer tomo y que habrá, por lo menos otro más, lo que explica algunas ausencias como la de Evita. Este volumen llega hasta principios del siglo XX con la figura de Alfonsina Storni pero la continuación contempla también la inclusión de mujeres como las hermanas Ocampo, que si bien eran mujeres de la alta sociedad, no hicieron lo que se esperaba de ellas. 

Pigna destacó, además, la lucha obrera de que participaron mujeres como Virginia Bolten, primera oradora en una concentración obrera, que en 1896 comenzó a publicar  La voz de la mujer, el primer periódico anarco-feminista de América Latina cuyo lema era “Ni Dios, ni patria, ni marido” . “Una vez –cuenta Pigna- en una charla en la que hablé de ella me preguntaron si esas mujeres era lesbianas. Contesté que eran anarquistas y no creían en el matrimonio. Podía haber alguna lesbiana en ese grupo que reunía a diversas mujeres, pero que eso no tenía nada que ver con la ideología que sustentaban. Ese periódico era buenísimo. La idea de periódico femenino está muy bastardeada porque se supone que son periódicos que se dedican a temas menores. Pero en La voz de la mujer se habla de la sexualidad, de la opción de la maternidad, del divorcio,  en 1897, un momento en que esos temas no se trataban. Virginia Bolten es un personaje potente y muy interesante.” 

En la charla surgió también el nombre de Juana Rouco, “una gran revolucionaria que vino de España y que participó en la huelga de inquilinos, una huelga que llevan adelante las mujeres y los niños por los abusos que se producían en el alquiler y que hacen algo hermoso icónicamente que es la marcha de las escobas. Recorren todo Buenos Aires con escobas para barrer la injusticia. Su hijo, Miguelito Pepe, tenía 15 años y se convierte en un gran orador. Termina siendo herido por el coronel Falcón, represor de triste memoria.” 

Se destacó, además, la figura de la feminista Cecilia Grierson, que integra este primer volumen y que fue quien trajo el Primer Congreso Femenino Internacional en 1910. Fue, además, la primera médica. Pigna cuenta al respecto una anécdota que da la clave de cómo se consideraba a las mujeres en esos tiempos. “No le querían tomar examen -dijo- y cuando un profesor lo hace, pone en el acta ´conste que le estoy tomando examen a un ser inferior´. Cuando se recibió no le daban trabajo, era una lucha muy desigual aunque hoy nos parezca algo tan natural que la mujer estudie en una facultad. También fue una lucha para la doctora Alicia Moreau, cuyo tránsito por la facultad de Medicina también fue una lucha. Ella estudiaba obstetricia, lo que habla de su generosidad al querer asistir a otras mujeres en algo tan íntimo. Pero para los compañeros y profesores de Medicina era una insolencia que una mujer ingresara a una facultad. Si se lo piensa bien, esa idea no está tan lejana. A fines del siglo XX, los estudiantes varones del Colegio Monserrat de Córdoba que depende de la Universidad, se opusieron al ingreso de mujeres. En 2018 todavía leemos en los diarios como “Una mujer ganó un premio de ciencia” y es increíble que esto pase en la segunda década del siglo XXI.” 

Como ejemplo de la trastienda del libro se mencionó a Malinche, que no fue incluida porque su historia era muy compleja para poder ser explicada en poco espacio. Aunque suele considerársela una traidora, Pigna la reivindicó como una mujer que creyó haber encontrado en los españoles, a quienes no conocía, una forma de liberarse de los aztecas. Cortés la usó y luego la abandonó y la vendió o regaló a un capitán. Malinche terminó su vida en la mayor pobreza debido a la actitud canallesca de Hernán Cortés. “Fue un personaje muy interesante –acotó Pigna- que a veces tiene una sola lectura: la traidora.” 

Aunque hoy se recuerde sólo a San Martín como “el padre la patria”, la patria tuvo también una madre, María Remedios del Valle. “Fue –cuenta el historiador- una afrodescendiente que participó en las batallas de Belgrano y luego quedó en la miseria. El general Viamonte la descubre, pide una pensión para ella y la nombran ´la madre de la Patria´. Este título honorario va a durar un tiempo hasta que se reescribe la historia blanca con la generación del 80. Parecía inconveniente que un país con inmigración blanca tuviera una madre negra, por lo que directamente la borran de la Historia. Borran precisamente a la única mujer que fue nombrada como ´madre de la Patria´.” 

El libro de Pigna reúne la historia de veintinueve mujeres, todas ellas con una vida muy intensa y un protagonismo histórico que generalmente no es reconocido como tal.