El impacto de la última corrida cambiaria que llevó el valor del dólar a oscilar alrededor de los $60  se hará sentir fuerte en los niveles de actividad e incluso podría afectar la cadena de pagos. Con todo, la devaluación tendrá como blanco preferencial a los trabajadores asalariados y los sectores más relegados de la población.

La Secretaria de Trabajo difundió la última semana los datos de empleo relativos al mes de junio de este año. La presentación que realizan el último jueves de cada mes incluye la evolución del trabajo registrado según el relevamiento del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) de la AFIP y la Encuesta de indicadores laborales (EIL) que releva y procesa la propia cartera laboral.

En el caso del empleo registrado el informe aparece como una foto ya demasiado vieja. Más allá de que los resultados indican una persistencia en la pérdida de puestos de trabajo que acumularon 172.200 entre junio de 2018 y el mismo mes de este año, los funcionarios de la cartera laboral lo celebraron como un indicador de estabilización del mercado laboral y una desaceleración del retrocesos.  Es que la caída interanual del 1,4%, que consolida un acumulado de 10 meses consecutivos de pérdida de puestos de trabajo, al mismo tiempo, reflejó una merma en los índices de retrocesos por cuarto mes consecutivo. En lo que se refiere al conjunto del trabajo registrado (incluyendo empleo público, monotributistas y privados) los niveles se ubican algo por debajo que los registros del mismo mes de 2017. Bernardo Díaz Astarloa, Subsecretario de Planeamiento Productivo del Ministerio de Producción y Trabajo, destacó que los datos estarían reflejando “una consolidación del cambio de tendencia hacia una estabilización”.

Algo similar se verifica en los datos del empleo del sector privado que también en junio dieron como resultado el décimo mes consecutivo de retroceso interanual (en este caso del 2,4%) pero con una leve desaceleración de la caída. Fueron 148 mil los empleos privados que se perdieron en el período de un año. Belén Rubio, Directora de Análisis de Estadísticas Productivas destacó que “nueve de un total de catorce sectores mostraron un cuadro de estabilidad mientras que 12 provincias se mostraron estables y tres, de un total de 24, generaron empleo en junio”.

A nivel de los ingresos, los funcionaros celebraron que, en junio, la pérdida del poder adquisitivo interanual del salario promedio privado fue de 8,1% consolidando una desaceleración con relación a los dos meses previos que se explican por “la combinación del cierre de la convenciones colectivos y una desaceleración de la inflación”. Con todo, claro, reconocieron que el escenario descripto por el informe ya ha quedado negado por la realidad generada por la devaluación de la moneda nacional posterior a los resultados de las PASO. Según el propio Díaz Astarloa “el movimiento del tipo de cambio, en general, afecta al mercado de trabajo por el nivel de actividad. Es posible que haya impactado aunque que todavía no sabemos cuánto”.

Sin embargo, explicaron que el relevamiento de la EIL se realizó entre el 1 y el 18 de agosto y, de la muestra de 3.300 empresas, “un 40% se realizó luego del 11 de agosto”. De esa forma el indicador sirve para mostrar parcialmente la percepción del empresariado sobre el futuro inmediato del mercado de trabajo. El índice, que luego de seis meses de valores negativos (más empresas esperaban reducir dotaciones que las que esperaban incrementarlas) se había recuperado durante las dos mediciones anteriores, volvió a exhibir resultados negativos (1,4%) en ese relevamiento que incluye la percepción empresaria posterior a las PASO.

No es posible establecer una correlación entre los movimientos del tipo de cambio y la generación o destrucción de empleo puesto que depende del contexto económico y, sobre todo, del dinamismo del comercio internacional y de las exportaciones que pudieran generarse a partir de la mejora en la competitividad, entre otros elementos. De hecho, la brusca devaluación de la moneda nacional generada a partir de la salida de la convertibilidad a principios de 2002 fue el punto de partida de una desvalorización del salario y los costos internos que ofició de motor del mercado interno y plataforma de exportaciones que generaron la recuperación de la actividad y el empleo. Bien distinto ha sido el impacto de la desvalorización de la moneda nacional en los últimos dos años que han abonado a una espiral recesiva con un marcado impacto negativo en el empleo. Javier Lindemboim, Director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped), efectivamente, señaló a Tiempo que “el funcionamiento del mercado de trabajo tiene razones de mediano y largo plazo. Es posible encontrar como se deteriora la capacidad de compra pero la cuantía no se puede establecer. La devaluación del 2002, por ejemplo, sirvió para generar empleo. El latiguillo no sirve en todas las circunstancias”.

Claudio Lozano Director del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), explicó a Tiempo que es posible adelantarse a lo que ocurrirá en el próximo período con el empleo como resultado del salto del tipo de cambio a partir del comportamiento de esas variables en el último período. El economista elaboró un estudio para Tiempo del que, explicó, se deriva “un escenario de agravamiento del cuadro social y mayor sufrimiento para una sociedad ya muy castigada. Dos millones y medio de personas de la clase media cayeron  a una situación de pobreza, vulnerabilidad e indigencia. Hoy hay 25 millones de personas en vulnerabilidad de los cuales 15 millones son pobres y los otros 10 están en situación de riesgo porque no logran reunir los recursos para obtener los bienes de una canasta de bienes y servicios media razonable”.

En concreto, para el economista, “la tasa de desocupación va a estar en el último trimestre del año en el orden del 11,1% de mínima que implica 2,2 millones de personas desocupados plenos a los que hay que agregar la desocupación encubierta que pasaría a 18,1% equivalentes a más de 3 millones de personas. Se trata de un total 5.770.000 personas, el 29,2% de la PEA que estarían buscando trabajo en forma permanente. Los salarios caerán, como piso, un 14% y la pobreza estaría como mínimo en 37,3%, equivalentes a 16.870.000 personas. También prevemos que durante el año se habrán perdido 119.900 puestos de trabajo registrados  más”.

Así las cosas, en apenas un año, el desempleo habría crecido dos puntos porcentuales desde el 9,1% registrado en el tercer trimestre de 2018 y la pobreza más de cinco puntos desde el 32% registrado en el segundo semestre de 2018 y casi doce puntos con relación  al 25,7% del mismo período de 2017.