La balanza comercial arrojó un saldo positivo de 372 millones de dólares en enero pasado. El dato contrasta con el resultado de enero de 2018, de un déficit de 927 millones de dólares.

Este es el quinto mes consecutivo con superávit comercial, un elemento que el gobierno ha señalado como parte de su gestión de estabilización de la economía. Sin embargo, el saldo comercial positivo es consecuencia de una feroz caída de las importaciones, superior a la de las exportaciones, provocada por la recesión. Más que estabilización, hay una caída económica que aún no encontró el piso.

Los datos gruesos indican que en enero las exportaciones argentinas sumaron 4586 millones de dólares mientras que las importaciones alcanzaron a 4214 millones de dólares. De allí el saldo superavitario de 372 millones.

Comparado con los resultados de enero de 2018, las exportaciones de enero último cayeron un 4,7% por los menores precios de los productos enviados al exterior. Las importaciones, en tanto, se redujeron en un 26,5%. En este caso, los precios fueron apenas un 0,2% menores; en cambio, la cantidad de artículos comprados al resto del mundo fue un 26,4% menor que la de un año atrás.

La caída simultánea de las exportaciones y las importaciones implica que la participación argentina en el comercio mundial se achicó. Una medida de ello es que el valor del intercambio comercial argentino (la suma de las exportaciones e importaciones) cayó un 16,6%, hasta los 8800 millones de dólares.


Menos industria

Un dato que llamó la atención fue el de la caída de las exportaciones industriales de enero, que fueron 24,3% menores a las de un año atrás. La industria es el sector que más ha sufrido la recesión económica y a pesar de la devaluación del peso del 50% en 2018 no ha encontrado una salida en los mercados externos.

La devaluación de la moneda abarata la producción local respecto de la del resto del mundo y, por lo tanto, abre la posibilidad de exportar más, pero ese no ha sido el caso.

El gobierno nacional, en la voz del ministro de Producción, Dante Sica, venía insistiendo con que el desarrollo de las exportaciones industriales era un sinónimo de mejoramiento de las condiciones económicas. Habrá que ver qué dice ahora, porque cayó un 18,7% la cantidad de productos industriales vendidos al exterior en enero respecto de un año atrás. Los precios fueron 7% más bajos.

En cambio, las exportaciones de productos primarios crecieron en 151 millones de dólares, por mayores ventas de trigo y morcajo (172 millones de dólares), cebada en grano excluida cervecera (59 millones de dólares) y porotos de soja excluidos para siembra (50 millones de dólares).

Sin inversiones

Las importaciones de bienes de capital y de bienes intermedios son una medida de las expectativas de los empresarios sobre la marcha de la economía. Una gran maquinaria importada puede tardar hasta un año en entrar a producir desde el momento en que es descargada en un puerto argentino.

Las importaciones de bienes de capital cayeron en enero un 41% respecto de las de enero de 2018; las de bienes intermedios, un 4,3%; y las de piezas y accesorios para bienes de capital, un 21%.

La drástica baja en las importaciones de bienes de capital podría estar indicando que las industrias argentinas se están comiendo el capital invertido previamente.

Resultado

El hecho de que haya superávit comercial ayuda al gobierno en uno de sus objetivos más importantes: conseguir dólares genuinos que le permitan acumular reservas internacionales con las cuales garantizar el pago de la deuda pública.

Pero el logro de este objetivo lo está consiguiendo sobre la base de un enfriamiento de la economía que provoca un endurecimiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población por la falta de empleo y oportunidades.