Mientras se multiplican los casos de covid–19 en barrios populares de la Ciudad de Buenos Aires, las miradas apuntan ahora a los paradores con personas en situación de calle: en el de Retiro la tendencia es que 9 de cada 10 testeados dieron positivo.

Hasta el momento son 519 los casos de coronavirus en villas porteñas: casi el 30% de los registrados en todo el distrito, que este domingo generó la mayoría de nuevos infectados del país: sobre un total de 258 a nivel nacional, los contagiados en CABA fueron 165. En gran parte, gracias a los testeos masivos impulsados por el Ministerio de Salud de la Nación a través del Plan Detectar, que también arrancó esta semana en la villa 1-11-14.

Esa misma necesidad de que llegue el Ejecutivo nacional ante la pasividad de la gestión porteña se vive en los paradores en los que se sitúan las personas en situación de calle: los primeros casos despertaron las alarmas de las autoridades. El fin de semana se acercaron al parador de Retiro representantes de la cartera sanitaria conducida por Ginés González García, junto a funcionarios de Ciudad y comuneros. La razón: de diez hisopados, siete dieron positivos.

Tal fue la magnitud, que decidieron evaluar a los más de 80 habitantes del parador: la primera tanda, en el tráiler del operativo Detectar en la villa 31, y el resto en la sede del Ministerio de Educación de la Ciudad, también en el Barrio Mugica. A los positivos los empezaron a derivar a hoteles. Desde el área de Epidemiología de CABA confirmaron esta mañana que se completó el análisis PCR de 30 hisopados de ayer en el parador: 29 están contagiados.

«Es preocupante –afirma el comunero Gabriel Sánchez, del Frente de Todos–. Paradores es un punto neurálgico de transmisión de Covid en el que el Gobierno de la Ciudad no ha puesto su atención desde que comenzó la pandemia. Ayer se logró que se hisopen a todos y trasladen a hoteles. La tasa de positividad en el de Retiro es muy alta».

Sánchez, que además es profesional de la salud, menciona que «el sábado la tendencia fue siete de cada 10. Los de ayer están en proceso y estamos aguardando los resultados finales. Pero no creo que la tendencia baje, a juzgar por los síntomas que observé ayer en los pacientes».

Se trata de una de las poblaciones más vulnerables, y para nada pequeña: ante las políticas socioeconómicas de los últimos años el número creció hasta llegar a 7251 personas que viven en la calle en la Ciudad de Buenos Aires, de acuerdo al censo popular realizado el año pasado por las organizaciones sociales. De ellos, había 5412 que no tenían acceso a paradores ni a establecimientos conveniados con el Gobierno de la Ciudad.

Un relevamiento elaborado por la organización Ciudad Sin Techo, a partir de la problemática del coronavirus y la situación de calle, indica que la mayoría de las personas en esta condición son hombres, con un promedio de edad de 40 años, «y muchos de ellos padecen enfermedades tales como HIV, TBC, y por supuesto consumo problemático». Algunos refirieron tener dinero, pero ningún hotelero los recibe en medio de la pandemia.

«En relación a la Salud y el covid–19, si bien hay un conocimiento de la problemática, sólo un 5% toma medidas de prevención mínimas tales como tener un barbijo o el uso de lavandina. Sin embargo, al carecer de espacios de higiene y acceso al agua potable agrava su situación en términos de salubridad», apunta el informe de Ciudad Sin Techo, y añade: «Más de la mitad de la población relevada no recibe asistencia alimentaria de manera diaria sea del Estado o de organizaciones de la sociedad civil. Siendo los fines de semana los días más críticos. La mayoría subsiste realizando recorridos con el fin de conseguir alimentos cocidos o para cocinar. Este tipo de acciones hace notar el nivel de exposición al posible contagio al cual están sometidos por la necesidad de buscar recursos básicos como el agua y el alimento. Teniendo en cuenta que hoy los lugares que frecuentaban para obtener alimentos están cerrados por el aislamiento obligatorio». La organización, además, reclamó por un abordaje interdisciplinario en cada uno de los paradores (también llamados «Centros de Integración»), con enfermeros y enfermeras que estén capacitadas, y con acceso general a elementos de higiene, de los cuales hoy carecen.

«Las personas en los paradores tienen mucho miedo. Por un lado a la enfermedad y por otro a que no sean atendidos a tiempo. A que los abandonen. Desde que empezó la pandemia de esta enfermedad nueva, de la que los médicos incluso estamos estudiando e investigando, de lo único que se tenía certeza era de que los lugares de hacinamiento son los que garantizaban contagio, y estas altas tasas de positividad se están haciendo evidentes en paradores y barrios populares. El gobierno porteño debería haber puesto prioritariamente su mirada y acción en ellos», subraya Sánchez, y completa: «se sabía también que la pandemia se combatía con medidas higiénico sanitarias. Lavado de manos es básico y el barrio Mugica estuvo sin agua por problemas de la red interna de caños, que el gobierno de la Ciudad debió haber solucionado en vistas a la pandemia que se venía».