El congelamiento de precios por seis meses en los peajes de Nación, Provincia y Ciudad de Buenos Aires es un alivio al bolsillo de los cientos de miles de automovilistas que utilizan día a día las rutas y autopistas. Sin embargo, no soluciona el problema de fondo.

«Los aumentos habían sido establecidos por la gestión anterior para este enero, y en algunos casos alcanzaban incrementos de hasta un 186 por ciento. La medida se mantendrá hasta que se haya realizado una evaluación de la necesidad y el impacto de una actualización tarifaria, y se abrirán nuevas instancias de diálogo con las empresas concesionarias», indicó Presidencia de la Nación en el comunicado que anunció el congelamiento. Luego, se plegaron a la medida nacional tanto la Provincia como la Ciudad de Buenos Aires.

El gobierno de Macri, en plena carrera electoral, había congelado los últimos aumentos de peajes y anunciado que subirían en base a la inflación de todo el período. Así, la mayoría de los aumentos que debían concretarse a partir de este enero superaban el 100% y alcanzaban hasta el 180%. En ese contexto, el nuevo congelamiento no es un dato menor para el automovilista.

«La medida está bien tomada porque es una forma de frenar algo. Pero hay que ir por el problema de fondo», expresó a Tiempo Ricardo Lasca, coordinador del Comité Nacional de Defensa del Usuario Vial (CONADUV).

«El sistema de peaje directo con cabinas de cobro en ruta está concebido para cuando primero se hacen las obras y luego de finalizadas se cobra un peaje razonable, con renta razonable, por tratarse de un servicio público, y asegurándose de que existe un camino alternativo libre de pago. En Argentina se hizo todo lo contrario y algo inédito, implementándose un régimen de peaje en rutas nacionales existentes pagadas con creces con nuestros impuestos y sin camino alternativo libre de pago. Es así que desde los años ’90 se han generado una especie de monopolios naturales por lo que los usuarios viales son rehenes de los concesionarios viales. Inclusive, de las pocas obras de envergadura que se encararon, como convertir en autovía las Rutas Nacionales 12 y 14 (Corredor Vial N° 18), fueron realizadas con fondos del Estado nacional, no por los concesionarios. Se está pagando un falso peaje desde los años 90», explicó el especialista.

El especialista en defensa del consumidor Claudio Boada coincidió con esta visión. «Tengo muchas dudas de que el sistema de peaje haya cumplido con los objetivos por los cuales se impuso en los años 90, y de que, además, sea constitucional ya que va en contra del derecho a la libre circulación».

Boada agregó que «en las concesiones de peajes se encuentran los mismos vicios que en las demás concesiones de servicios públicos: falta de controles de las operaciones y de las inversiones, todo dentro de una lógica en la que el concesionario busca una rentabilidad inmediata donde la inversión la termina haciendo el usuario con el pago de tarifas muy altas».

Impuesto al combustible

Para Lasca, una posible solución al problema de fondo sería revisar el destino de los fondos derivados del impuesto al combustible, que equivale al 50% del valor del litro y que deberían ir a las obras viales. «Se recaudan más de 90 mil millones de pesos anuales. Eso equivale a 2000 kilómetros nuevos de autovías. Se podría reasignar en forma objetiva ese monto; implementar un proyecto vial para todo el país libre de peajes, lo cual mejoraría las economías regionales, habría menos accidentes, se aportaría al desarrollo del país y del turismo, habría más mano de obra e inversión. El camino no es un gasto, es una inversión», apuntó.

Números

Según los datos de la CONADUV, desde que Cambiemos llegó a la Ciudad de Buenos Aires, el peaje de la Autopista Illia subió un 7000%, mientras que en el resto de las autopistas de AUSA la suba promedió el 3000 por ciento. En rutas nacionales, las subas acumularon entre el 1000 y 1100% de subas. «Es un gran déficit que viene desde los ’90 y que no se modifica pese a los cambios de gobierno. Ojalá Alberto Fernández tenga el coraje de cambiar esto», concluyó Lasca. «