«La mañana me encuentra caminando en la nada/ vías muertas de un expreso que quedó en el pasado», cantaba Luis Alberto Spinetta en «Yo quiero ver un tren», un tema de 1983 en el que expresaba el temor a un mundo destruido por una guerra neutrónica tras la que una locomotora emerge como reliquia histórica.

Un lejano pariente corso del trovador argentino, Jean-Cyril Spinetta, elaboró un informe sobre los ferrocarriles franceses que convoca a esa imagen apocalíptica. Contra esta amenaza, los trabajadores de la estatal SCNF comenzaron fuertes medidas para frenar el desguace de gran parte de ese sistema de transporte, orgullo de varias generaciones galas. Estos días se inició una huelga intermitente de 36 jornadas –a razón de dos días de paro cada cinco– en un enfrentamiento a todo o nada con el presidente Emmanuel Macron que empalma justo con el 50 aniversario del Mayo Francés, lo que promete un final imprevisible.

Presentado al gobierno en febrero pasado, el informe Spinetta fue dado a conocer al público hace un par de semanas. Lo que primero trascendió es que se quitan beneficios de décadas de lucha por parte de los trabajadores del sector. Lo segundo, que implicaría el cierre de un 30% de los ramales y la privatización de gran parte de los servicios rentables. Los argumentos se parecen tanto a los que en los 90 se esgrimieron en estas costas que hablar de un plan «menemista» no resultaría osado.

Spinetta, de 74 años, es descendiente de sindicalistas ligados al Partido Socialista. El abuelo Cyril fue dirigente en la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO), vinculada a la Segunda Internacional, y amigo de Jean Jaurès. El padre, Adrien, fue activista en el PSF y él mismo integró el tradicional partido de izquierda hasta 1977, aunque luego formó parte del gobierno de François Mitterrand. Jean-Cyril es todo un cuadro político formado en la Sciences Po, donde se educa el establishment francés.

Es así que en 1997, con el conservador Jacques Chirac en el poder, es convocado para organizar la privatización de Air France y su posterior fusión con la holandesa KLM. Macron lo tuvo en cuenta para completar un estudio que justificara su reforma del Estado. Y Spinetta produjo un dossier de 127 páginas presentado en el Parlamento por el premier Edouard Philippe donde detalla su forma de terminar con un déficit anual estimado en 3000 millones de euros y una deuda acumulada de 47 mil millones.

Una de las claves es aumentar la edad jubilatoria, ahora en 55 años, una reducción de personal y una baja sustancial en los salarios futuros. El plan está sustentado no sólo por las autoridades políticas sino por la Asamblea Nacional y cuenta con amplio apoyo mediático y hasta de la directora del FMI, Christine Lagarde, que fue ministra de Economía en la presidencia de Nicolas Sarkozy. «No hay que temerles a las vacas sagradas», dijo Lagarde en referencia a los combativos gremios del riel.

Desde los medios cundió entonces la indignación de panelistas de varios programas por los sueldos del sector «pagados por los contribuyentes», ya que la SCNF, insisten, «pierde 8 millones y medio de euros por día». Ni qué decir que los trabajadores resultan los responsables por las demoras en los horarios, el mal servicio en los trenes o los accidentes. Un dato que el propio Plan Spinetta desmiente, ya que allí se destaca que uno de los problemas para la red ferroviaria es la desinversión que viene sufriendo desde hace muchos años y la obsolescencia del material, en muchos casos con más de 35 años de uso.

Es que desde la gran huelga ferroviaria de 1995 que obligó a la renuncia del derechista Alain Juppe, se percibe una política de lento deterioro del servicio que, ahora, eclosiona este nuevo proyecto neoliberal que preconiza Macron.

Los pocos dirigentes convocados para dar su versión de los hechos resultan usualmente acribillados por interrogatorios hostiles de un puñado de panelistas. Olivier Besancenot, del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), explicó el «clima de época» de un modo muy certero: «Vivimos en un mundo en el que quienes ganan 150 mil euros al mes explotando a otros, terminan convenciendo a los que viven con 1500 de que la causa de sus males son los que ganan 2000». «

Negocio en vista

El Plan Spinetta se propone entre sus 43 «recomendaciones», sacar del control nacional a los ramales de menor circulación porque considera que no hay modo de bajarles el déficit. Para tal fin, cada región debería hacerse cargo de los costos, que reconoce, en un «monopolio natural» como ese, deben ser subvencionados. La Fundación Jean Jaurés criticó el informe porque considera que las regiones son las que terminarán cerrando los ramales. Entre las razones que Spinetta esgrime para explicar la situación de los trenes galos, dice que desde 1930 el modo de transporte cambió radicalmente y la incidencia del automóvil es determinante. Pero también hay causas de macroeconomía. Así, señala entre otros números la desindustrialización de Francia y a la crisis de 2008. Pero apunta un dato que daría para la controversia. Si bien anota que desde los ’50 el transporte de mercadería vino disminuyendo, indica un incremento a partir de 2000, cuando los trenes acarreaban 7,5% del total, a 2016, con el 9,2 por ciento.

La recuperación podría ser alentadora. Ahora que puede haber negocio, la reforma es más tentadora para los privados.