Felipe Pigna dijo alguna vez que las mujeres y los chicos fueron excluidos de la Historia. En el caso de los chicos, la exclusión posiblemente no se limite solo al hecho de haberles quitado protagonismo histórico, sino también a menospreciarlos como destinatarios del relato histórico como no sea a través de imágenes de estereotipadas de los héroes que imponían la frialdad y la distancia del bronce. Los protagonistas de nuestra Historia aparecían así como verdaderos superhéroes, como iluminados sin ninguna debilidad humana.

Afortunadamente, desde hace tiempo las cosas han empezado a cambiar. Felipe Pigna no sólo ha reivindicado a las mujeres de la historia, ha afirmado que existen próceres y próceras, sino que también ha acercado la historia a los chicos mostrándola no como un relato cerrado que ha quedado definitivamente en el pasado, sino como un acontecer vivo que gravita en nuestro presente.

En su último libro, Los cuentos del abuelo José (Editorial Planeta), Pigna aborda por primera vez la ficción para hablar de la realidad histórica. Se trata de doce relatos ilustrados por Augusto Costhanzo, quien ya lo había acompañado en la aventura de ilustrar los volúmenes de Mujeres insolentes de la historia.  “Son los cuentos que José de San Martín le contaba a su nieta, porque era un tipo muy afectuoso –cuenta Pigna en una entrevista-.Son doce relatos con ilustraciones de Costhanzo en los que cuento esa faceta, que también es una forma de conocer su vida.”

La relación entre Pigna y los chicos no es reciente. Desde hace tiempo viene recorriendo las escuelas donde puede palpar los intereses de los más pequeños por la historia. Es más, los ha reconocido como los verdaderos motivadores de su libro Mujeres insolentes, ya que ese libro nació a partir de las preguntas que le formulaban los chicos. De esta forma Pigna desmiente dos afirmaciones tajantes que suelen hacerse y que no son ciertas: que los chicos no leen y los adolescentes, tampoco. Los chicos, los adolescentes y también los adultos, leen cuando tienen una motivación para hacerlo, cuando los libros los interpelan en concordancia con su edad y sus intereses. En Mujeres insolentes, por ejemplo, a Manuela la tucumana Costhanzo le puso el rostro de Mercedes Sosa, una forma de decir que la historia no es algo que quedó “allá lejos y hace tiempo”, sino que la hacemos todos los días, que está a la vuelta de la esquina.

En Los cuentos del abuelo José San Martín ya no es el hombre que cruzó los Andes a lomo de mula, sino un anciano instalado en Boulogne Sur Mer, lugar al que viajó alejándose de las ofensas e injurias de los unitarios. El poder, según parece, siempre impuso sus relatos, solo que en la época de San Martín, no disponían de los múltiples medios de comunicación ni de las redes sociales para difundirlos, aunque de todos modos, se arreglaba muy bien para perseguirlo.  “Lo hacían responsable –explica Pigna en su último libro- de la caída de la capital en manos de los caudillos del Litoral, en 1820, y lanzaron una campaña de calumnias en su contra en los medios de prensa afines a Bernardino Rivadavia, el todopoderoso ministro de gobierno de la provincia más rica del país. También lo rodearon de espías y lo amenazaron de muerte.”

San Martín se embarcó rumbo a Europa acompañado por su hija Merceditas y su asistente peruano Eusebio. En Francia gobernaban los Borbones, primos de Fernando VII, por lo que no le fue permitido desembarcar allí, dado que se lo consideró “un peligroso revolucionario americano”. Luego de muchas dificultades logra instalarse en Boulogne Sur Mer. Su hija se casará con Mariano Balcarce, hijo del general Balcarce, amigo de San Martín en el Ejército de los Andes, y le dará dos nietas: María Mercedes y Josefa Dominga, a la que siempre le dirán Pepita.  Es a ellas a quien el abuelo José destina sus relatos.

El primero se llama “Una vuelta por Yapeyú” y en él un San Martín nostálgico les cuenta a sus nietas una historia que, a su vez, le contó a él Rosa Guarú, la niñera que lo crio en su lugar natal. Es la historia del pájaro-doncella y habla de la cultura guaraní. Le sigue “La Tierra de gigantes”, donde San Martín les cuenta a sus nietas la historia de la Conquista. En el tercer relato, “Los caballeros errantes”, el abuelo se referirá a Miguel de Cervantes y a su libro que molestó al poder, Don Quijote de la Mancha. Los cuentos siguientes narran de qué modo San Martín se decidió a dejar España para ir a servir a su patria, la lucha contra las tropas de Napoleón, la batalla en que el sargento Cabral le salvó la vida, su amistad con Manuel Belgrano, la lucha contra los españoles, los sueños de libertad, su historia en la tierra lejana que queda del otro lado del mar.

Los cuentos del abuelo José habla de un San Martín que está en la edad en que el pasado acumulado, las heridas y las batallas –no sólo las militares, sino las que se libran diariamente para sobrevivir- comienzan a transformarse en un relato. Alejado de la imagen rígida de los monumentos, el libro descubre al luchador incansable pero humano, bravo con el enemigo y tierno con sus seres queridos, en definitiva al héroe que escribió las grandes páginas de la Historia y al mortal que juega con sus nietas y deambula por su casa en pantuflas.

Un libro recomendado para chicos mayores de 7 años que no tiene límite de edad porque lo puede leer todo el mundo.