Los uruguayos se juegan los próximos cinco años de su vida institucional en una segunda vuelta electoral que para los consultores políticos ya esté definida: si es que los encuestólogos están en lo cierto, el candidato del Partido Nacional (Blanco) Luis Lacalle Pou le sacará no menos de cinco puntos al del Frente Amplio, Daniel Martínez.

Pero se sabe, lo único indiscutible es que los sondeos electorales suelen fallar más de lo que aciertan, intencionadamente o no. Y en un clima enrarecido por los medios hegemónicos contra el oficialismo, que está en el gobierno desde 2005, habrá que ver si lo que responden los ciudadanos es verdaderamente lo que piensan hacer este domingo.

Lo concreto es que en la primera vuelta Martínez, ingeniero, exalcalde de Montevideo, obtuvo apenitas más del 39% de los sufragios y su contendiente, joven abogado de aspecto deportivo, cerca del 29%. A diferencia de otros comicios –el FA ya atravesó dos presidenciales con éxito– esta vez perdió casi 7 puntos en el conteo del primer turno ante las urnas. Pero sobre todo, el oficialismo enfrenta una suerte de coalición de centroderecha concebida para voltear a la alianza de partidos de centroizquierda formada en 1971 y que pacientemente fue creciendo para destronar a las agrupaciones políticas tradicionales (el Partido Blanco y el Colorado) como representantes del statu quo oriental.

La muestra de que el oficialismo tiene como enemigos a representantes de aquellos patrones del país es que Lacalle Pou es hijo del que fuera presidente Luis Alberto Lacalle, que gobernó entre 1990 y 1995. Y que como nunca antes el tema de la seguridad se coló en la campaña para fogonear desde allí el mensaje militar. De hecho, uno de los candidatos en la anterior ronda era Guido Manini Ríos, que con un discurso por momentos prehistórico logró un 11% de votos y ahora llamó, sin prurito, a votar en contra del FA desde un video que viola la veda electoral. Manini Ríos fue jefe del Ejército hasta principios de este año, cuando se enfrentó al gobierno tras el dictamen de un tribunal militar sobre la participación de tres represores involucrados en el asesinato de militantes políticos en la dictadura. El general consideró que la Justicia civil había sido parcial al condenar a muchos de sus colegas de armas.

El regreso del discurso militar, que ya venía adelantando Manini Ríos desde que fue designado en 2015, y que terminó por expulsarlo de la jefatura, lo alentó sin embargo a formar un partido, Cabildo Abierto, y a impulsar ahora un voto útil contra el FA detrás de Lacalle Pou.

Su sucesor en el cargo, el general Marcelo Montaner, organizó lo que se podría considerar un desafío al gobierno de Tabaré Vázquez, como es una marcha a pie de la unidad del Cuerpo de Alumnos del Liceo Militar General Artigas. La maniobra llamó la atención y la respuesta de Montaner fue que era parte de un ejercicio anual de fin de curso de los liceístas.

También llamaron a votar contra el FA desde el Centro Militar, una asociación civil fundada en 1903 que alberga a oficiales de las Fuerzas Armadas uruguayas en ejercicio y retirados. El titular de esa institución, Carlos Silva Valiente, difundió un editorial en el que afirma que «este domingo culminará el proceso de redención de los derechos y valores del pueblo oriental, heridos, socavados, despreciados por 15 años de asonada frenteamplista» y confía en que «los marxistas finalmente se irán del poder y con ellos felizmente se irá el largo rosario de ofensas a la Constitución, el desorden y despilfarro en todos los niveles».