La música de Frank Zappa generó un impacto que hace que cerca de cumplirse 25 años de su fallecimiento, centenares de agrupaciones en todo el mundo la sigan tocando.

En Argentina y desde muchos años, el guitarrista y compositor Tony Moliterni lleva adelante un proyecto en el que rinde tributo a la música del compositor estadounidense con una calidad que es reconocida tanto en el ámbito local como en el exterior.

Este viernes 29 a las 23.30 se presentará en la Sala Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543, al frente de su ensamble, integrado por Rodrigo Flores en voz, Marcelo Romero en guitarra, Ricardo Dubatti en bajo, Manuel Oucinde en saxo alto, Hernán Galeano en saxo tenor, Daniel Cabrera en teclados, Lucho Stancovich en batería y el propio Moliterni en guitarra.

Fue dos veces ganador de la becas de Fundación Antorchas para técnicas contemporáneas de composición y orquestación, ganador del premio de composición para medios electroacústicos del INA-GRM (Institut National de l’audiovisuel-groupe de Recherches Musicales) Maison de Radio France, por lo que se le encargó la realización de una obra en los estudios de París y sus obras fueron estrenadas en nuestro país y en las ciudades de Montreal (Canadá), Stanford (USA) París y Bourge (Francia), Salzburg (Austria) Copenhague (Dinamarca), Belfast (Irlanda del Norte), y Ginebra (Suiza).

Moliterni le cuenta a Tiempo Argentino de qué manera la obra del recordado Zappa lo motivó para internarse en una obra tan compleja como fascinante.

– ¿Cómo fue que descubriste a Frank Zappa?

– Empecé escuchando rock, como muchos de nosotros, con los Beatles, luego seguí con Led Zeppelin y posteriormente, gracias a algunos amigos a los que les gustaba mucho la música, me metí en el mundo del jazz. Durante mucho tiempo escuché a Joe Pass, John Coltrane y Miles Davis entre muchos otros. Hasta que llegó un momento en el que sentí que no encontraba en el género algo que verdaderamente me sorprendiera. Siempre tuve un espíritu curioso y necesitaba conocer música en la que no hubiera frases prearmadas, que es algo que sucede en muchos casos en el jazz. Hasta que un día un amigo me hizo escuchar “Joe´s Garage” y “Sheik Sherbouti” de Frank Zappa. Y descubrí una forma de hacer frases y melodías que era absolutamente diferente a todo lo que conocía del rock o del jazz. El vértigo, la velocidad, los cambios repentinos en su música generaron en mí una sensación con la que me empecé a identificar. Me di cuenta de que eso era lo que estaba buscando y empecé a descubrir su amplia discografía.

– ¿Ese descubrimiento te permitió, además, conocer un espectro musical mayor que potenció tus estudios?

– Conocer su música hizo que quisiera saber qué es lo que nutrió a Zappa para que tener la posibilidad de hacer ese tipo de obra que me deslumbró tanto. Así fue como conocí a Edgar Varese o Igor Stravinsky. Empecé a indagar en estos compositores y de esta manera comprendí por qué Zappa llevaba el mundo de la música contemporánea al rock. Además se me abrió un universo que me motivó a involucrarme aún más en el universo de la música contemporánea. Yo ya venía de mi incursión en la música clásica académica, pero al conocer su obra se me abrieron las fronteras de lo que yo venía haciendo ya que descubrí una infinidad de posibilidades sonoras con las cuales poder trabajar.

– ¿Qué es lo que descubriste a partir de ese momento?

– Más allá de las formas tradicionales de componer, descubrí que, por ejemplo,  que en su música había momentos en los que todo parecía desencajado o aleatorio. Pero cuando se analiza su obra, nos damos cuenta de que no es así: todo está pensado, calculado y escrito. Por ejemplo, en el free-jazz se cree que vale todo en la improvisación. No obstante, este género también se rige por determinadas reglas o normas. Eso se logra con experiencia, ya que los músicos que cultivan el free-jazz pasaron en algún momento por el jazz tradicional y son músicos estudiosos. Y en la música de Zappa no hay nada librado al azar, aunque a veces dé esa sensación. En una oportunidad estudié los factores de entropía que tienen que ver con el orden y el desorden. Y eso genera un “caos aparente”, ya que todo en su música está extremadamente calculado. Es por eso que la música se puede repetir. Y eso es lo bueno, ya que si parece un caos y aun así se puede repetir, en realidad significa que ese caos no es tal.

– Además de tu labor al frente del Ensamble tenés una amplia trayectoria como compositor de música contemporánea.

– A partir de indagar en la música de Zappa empecé a conocer otros compositores como Bela Bartok, Luciano Berio, Pierre Boulez, Charles Ives o Karlheinz Stockhausen que me sirvieron como disparadores para empezar a componer obras de música contemporánea y electroacústica. Son músicos que no son conocidos de manera masiva, así como en Argentina muchos no tienen la dimensión de quién era Juan Carlos Paz. A lo sumo se lo conoce a Alberto Ginastera. Pero hay grandes creadores como Gerardo Gandini, Francisco Kröpfl, Carmelo Saita, Julio Viera o Marta Lambertini, con muchos con los cuales tuve la oportunidad de estudiar. Compuse muchas obras y tuve la suerte de ganar algunos concursos de composición. Formé parte de la Federación Argentina de Música Electroacústica, hace poco estrené en la Facultad de Derecho un trío llamado “Aceitunas negras”, estoy trabajando en un quinteto y continúo en el mundo del estudio. Tal vez tanta diversidad pueda ser contraproducente. En estos momentos le doy más prioridad al ensamble, en el cual hago los arreglos, la dirección y toco la guitarra. Este proyecto me permite abordar la música de Zappa, algunas obras de Ástor Piazzolla y mis composiciones propias.

– ¿Y cómo hacés para diversificar de manera eficaz todas estas actividades?

– Hoy tengo la oportunidad de hacer la música de Zappa porque me apasiona y me alimenta el hecho de estar arriba de un escenario y compartir su música con el público. Desde ya que el que asiste a los conciertos de música contemporánea es otro público. Pero afortunadamente tengo la posibilidad de poder moverme en ambos ámbitos.

– En el repertorio del Ensamble también tocan algunas obras de Piazzolla. ¿Qué es lo que une a ambos compositores?

– Tienen en común la calidad de los arreglos y desarrollos, además de la riqueza de las estructuras y las frases, pese a que son dos mundos sonoros y de estilos totalmente distintos. Además ambos suelen elaborar cambios repentinos en su música con los que constantemente generan sorpresa. Cuando uno escucha una obra clásica, ésta tiene su desarrollo, su melodía y su recorrido y en cierto modo se vuelve previsible. En cambio, lo que provoca la música de Zappa y Piazzolla es precisamente un estado de alerta constante, ya que siempre aparece un cambio de métrica, de armonía o de carácter que provoca sorpresa. Esto es lo que busqué y busco en la música… Y lo que me motiva a seguir buscando constantemente.