La guerra comercial entre Estados Unidos y China ingresó en una fase de convertirse en algo más real que bravuconadas de un mandatario extravagante. Además, porque ese presidente aspira a ser reelecto en noviembre y según entiende, una pelea de fondo contra su mayor competidor por la hegemonía mundial desde la desaparición de la Unión Soviética puede acarrearle votos. Se suman ahora a las cuestiones geopolíticas de toda disputa por el control del mundo, el liderazgo tecnológico y el rumbo del sistema capitalista en sí mismo. Las argumentaciones para convocar adhesiones de la Casa Blanca, sin embargo, hacen agua por todos los poros. Lo que facilita la respuesta de Beijing y una gambeta de la Unión Europea a las presiones estadounidenses.

El martes pasado, Londres anunció que desde el 31 de diciembre los proveedores británicos tienen prohibido adherir al desarrollo de la red 5G de la empresa china Huawei. Declarada enemiga de Estados Unidos por el hecho de que su fundador, Ren Zhengfei, es un exingeniero del Ejército Popular de Liberación chino, la firma también es acusada de haber creado artilugios para espiar donde se implante el servicio de alta velocidad que provee.

En su ofensiva contra la compañía –que hasta sus competidores la reconocen como la más avanzada del mundo en el desarrollo de la red 5G– el secretario de Estado, Mike Pompeo, afirmó sin despeinarse que Huawei ofrece al Partido Comunista chino una “puerta trasera” para la vigilancia global. Por si estos considerandos no bastaran, Donald Trump puso el foco en Hong Kong, donde las autoridades chinas pusieron en vigencia una ley de seguridad que generó manifestaciones de opositores en esa ciudad recuperada del control británico en 1997 pero con un estatus especial hasta 2047.

Hong Kong fue un enclave tomado tras las guerras del opio, en 1860, cuando Londres peleaba en defensa del libre comercio de la droga, prohibido por el emperador Xianfeng entre otras razones por el deterioro de los términos del intercambio. Convertido en base del capital financiero internacional, es ahora moneda de presión ya que muchos nativos no quieren formar parte de China.

Trump acusa a Beijing de no respetar los valores democráticos occidentales ni los Derechos Humanos tanto allí como contra la comunidad musulmana uigur en Xinjiang. Para empiojar más al asunto, Pompeo alienta a naciones vecinas en el marco del conflicto territorial en el mar de China. El Congreso de EE UU aprobó el jueves una ley que prevé sanciones a China “por sus acciones opresivas”. Y Trump impuso restricciones a visas de empleados de Huawei y dijo a los gobiernos que no rompieron con esa empresa, que “si hacen negocios con Huawei los están haciendo con abusadores de los Derechos Humanos”.

«Lo que hace EE UU no tiene nada de limpio. Son, simplemente, golpes bajos», cuestionó Hua Chunying, vocera de la cancillería china. «Si quieren hablar de Derechos Humanos, tendrían que preguntarle a George Floyd y a los miembros de las minorías étnicas en Estados Unidos qué tienen para decir”, añadió.

El exanalista Edward Snowden, exiliado en Rusia tras detallar cómo la agencia NSA vigila a todo el mundo, contó que entre los espiados estaban la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y la estatal Petrobras. En Europa, la principal dirigente bajo la mira era –¿es?– Angela Merkel. Tal vez de allí provenga la resistencia de Berlín y de la UE a someterse a Washington sobre los acuerdos con Huawei. Este jueves, además, la Corte de Justicia regional anuló el pacto de transferencia de datos personales entre el bloque y EE UU, llamado “escudo de privacidad”.

Luego de las denuncias de Snowden, hubo ruido de fondo en la UE. Un activista austriaco, Maximilian Schrems, presentó una demanda contra la sede europea de Facebook en Irlanda por su derecho a resguardar su intimidad. Los datos que surgen de las redes sociales son una fuente comercial incalculable, ya que así arman perfiles de clientes y gustos personales. Pero también sirven a organismos gubernamentales y políticos. El uso de esa información por la británica Cambridge Analitica fue clave para manipular elecciones en Europa, EE UU, Brasil y Argentina, en 2015.

El asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien, confía en convencer a los europeos de romper con la compañía china. «Europa está despertando ante la amenaza de China», dijo desde París. «Imaginen cómo China podría interferir en las elecciones si lo supiera todo sobre cada persona en la Tierra», agregó, también sin inmutarse.

Internet nació en los años ’60 sobre la base de un proyecto del Departamento de Defensa de EE UU en plena Guerra Fría. Como sistema de uso militar que sigue siendo, por EE UU pasan todas las redes de comunicación global. Una comisión del Parlamento Europeo abrió una investigación contra la red de espionaje Echelon en 2000. Un año más tarde el emitió un informe en el que asegura que “no hay ninguna razón para seguir dudando de la existencia de un sistema de interceptación de las comunicaciones a nivel mundial» y determinó que «la finalidad del sistema es la interceptación, como mínimo, de comunicaciones privadas y comerciales». Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda integran lo que podría denominarse el Imperio Anglosajón. Conforman la red también llamada Cinco Ojos (Five Eyes, cuyo anagrama usual es FVEY), un tratado de cooperación conjunta de inteligencia de señales creado tras la Segunda Guerra mundial.

Era natural que EE UU se integrara en la vigilancia mundial con las únicas naciones en las que el Pentágono puede confiar. Esta semana, Gran Bretaña le dio la espalda a Huawei en esta etapa belicosa de la Casa Blanca. Canadá ya le había dado un guiño en diciembre de 2018 cuando detuvo y procesó a Meng Wanzhou, vicepresidenta de Huawei e hija del fundador, a pedido de EE UU. En junio, los operadores de telecomunicaciones canadienses Bell y Telus anunciaron que dejarán de usar equipos Huawei. La firma tampoco hace negocios en Australia y Nueza Zelanda.


Mil millones de libras

Y de dos a tres  años de atraso costará a los consumidores del Reino Unido la prohibición del uso de tecnología Huawei para su red de 5G, reconoce el gobierno.