La renuncia del juez supremo Anthony Kennedy a partir del 31 de julio desató una feroz campaña en Estados Unidos para torcer el rumbo de lo que parece inevitable, y es que a Donald Trump le llovió del cielo la ocasión de formatear la Suprema Corte hacia la derecha extrema, poniendo en riesgo incluso la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario.

No es que Kennedy sea precisamente un progresista, más bien es considerado un conservador moderado que llegó a ese estrado de la mano de Ronald Reagan en 1988, pero acompañó iniciativas como esas que ahora corren peligro, según se apuraron a denunciar entre otros la senadora demócrata Elisabeth Warren. La mujer era la candidata in péctore de Barack Obama para un cargo en la corte en 2016 cuando murió Antonin Scalia, aunque luego el mandatario envió el pliego de Merrick Garland.

El dato que irrita a los demócratas es que esa vez los republicanos bloquearon la designación de Garland argumentando que era un año electoral. Ahora el retiro de Kennedy -que tiene 81 años y dice que quiere pasar más tiempo con su familia- también se produce en un año de elecciones, aunque de medio término. No creen que Trump vaya a devolver la gentileza.

Ni bien se supo que Kennedy se acogerá a la jubilación, la dirigencia de ambos partidos comenzó a diseñar estrategias para elegir candidato. Entre los demócratas, uno de los primeros en alzar la voz fue el ex presidente Joe Biden, quien  consideró que «muchos de nuestros derechos, libertades y libertades fundamentales, y el estado de derecho, están en riesgo» y exigió un candidato de consenso.

Warren, demócrata por Massachusetts, indicó que “la gene de todo el país está preocupada y tiene razón en preocuparse”. Desde un tuit mostró un video donde advierte que “el derecho de las mujeres a tomar decisiones sobre su propio cuerpo está en riesgo” y agregó que también están en riesgo la igualdad de derechos y el matrimonio igualitario. Por otro lado, la lideresa del ala izquierda de los demócratas entiende que incluso el medio ambiente puede verse afectado si Trump logra imponer un juez negacionista del cambio climático.

En apoyo de Warren, quien suena para postularse a las presidenciales del 2020, la senadora por Nueva York KirstenGillibrandpiensa que el retiro de Kennedy llevó a una situación en que «las vidas de las mujeres están en riesgo». Y se preguntó si, en caso de que Trump se salga con la suya, “vamos a arrestar mujeres por tomar decisiones sobre sus cuerpos».

Pero los republicanos están firmes para que el cargo se renueve antes del otoño boreal, y saben que tienen cartas ganadoras. Controlan 51 bancas en el Senado contra 49 de los demócratas y además aprobaron una modificación en las reglas de la Cámara que permite un voto de mayoría simple para las confirmaciones de propuestas presidenciales.

El de Kennedy fue un voto clave para mantener la vigencia del llamado caso Roe vs Wade, de 1973, que por un fallo de 7 a 2 despenalizó el aborto inducido. Se trata de un proceso que llegó a la Corte de entonces y que involucró a Norma McCorvey, identificada legalmente como Jane Roe, contra Henry Wade, que era fiscal de distrito de Dallas, Texas. La mujer declaró que estaba embarazada producto de una violación. Finalmente, el tribunal falló que la ley que castiga al aborto viola el derecho constitucional a la privacidad que contempla la 14ª enmienda constitucional. A raíz de este dictamen debieron ser modificadas leyes federales y estatales.

Kennedy fue el voto que se necesitaba para evitar repetidos intentos por tirar por tierra con el caso Roe-Wade. También lo fue en 2015 para que se aprobara el matrimonio igualitario. Justo es decirlo, también su voto favorable permitió un fallo del martes que impide a los sindicatos estatales cobrar un canon a los trabajadores estatales no afiliados por el gasto que insume la tarea de negociar salarios y condiciones de trabajo con los representantes estatales. Fue su último regalo al presidente Trump.

El riesgo de que el aborto vuelva a ser castigado no se basa en una actitud paranoica de las legisladoras y los grupos en defensa de los derechos civiles que se les sumaron en las últimas horas. En realidad, según señala Dylan Matthews en el portal www.vox.com basado en un estudio del Instituto Guttmacher, en 29 de los 50 estados la tendencia es regresar a la prohibición y cualquier señal favorable desde la corte dispararía iniciativas parlamentarias o simplemente ejecutivas. Es que todavía persisten las prohibiciones o hay leyes que expresan la intención de restringir ese derecho.

De allí que la estrategia de los grupos prohibicionistas, ligados a las iglesias cristianas (evangélicas o católicas), no vaya a una confrontación directa sino que se plantea avanzar con leyes locales que se saben que tras previsibles planteos de inconstitucionalidad, en algún momento terminen en l Corte Suprema que de un plumazo podría borrar esa conquista. Si es que el sucesor de Kennedy, como se temen, saldrá de las mismas huestes que Neil M. Gorsuch, el ultramontano que en 2017 tomó el puesto vacante de Scalia.