Un nuevo escándalo –hasta hoy oculto– de presunta corrupción, drogas, sobornos y aprietes sacude a la Policía de la Ciudad.

Nueve policías, incluido un excomisario, están detenidos bajo sospecha de haber integrado una asociación ilícita “destinada a cometer indeterminadas conductas delictivas, en particular mediante la interceptación de motocicletas en la vía pública, en medio de controles policiales, y el amedrentamiento a sus conductores hasta lograr apropiarse de las sumas de dinero que llevaban consigo”. También están acusados de cobrarles coimas a comerciantes del barrio porteño de Palermo “a cambio de protección”. ¿Qué pasaba con el que no accedía? Había un encargado de “clausurar los locales o levantar los puestos que no querían arreglar”.

Durante un allanamiento, al comisario le encontraron más de 30 mil dólares y otros tantos euros. En los cofres personales de dos uniformados encontraron marihuana y cocaína.

La causa, mantenida en absoluto sigilo hasta ahora, está a cargo del juez en lo Criminal y Correccional Manuel de Campos, y permanece bajo secreto de sumario. “El contenido de las intervenciones telefónicas permite vislumbrar la comisión de otros episodios delictivos por parte de la misma organización, tales como el cobro de dinero a comerciantes de la zona a cambio de protección”.

Según se desprende de la investigación, existía dentro de la organización de la Comisaría 1 C de la Policía de la Ciudad (ubicada en avenida San Juan 1757, con jurisdicción en el barrio porteño de San Telmo) una isla encabezada por el comisario Diego Morano, el subcomisario Juan Marcelo Castro, los oficiales primeros Javier Tapia Núñez, Diego Wilfrido Araujo, Leonardo Patricio Segovia y Cristian Marcelo Valdez, y los oficiales mayores Julio César Benítez, Emilio David Falcón y Carlos Alberto Pomo.

“Al comisario Morano se le endilgó ser el jefe de la asociación criminal y, por tanto, quien daba las directivas a los miembros, mientras que al subcomisario Castro se le reprochó la calidad de organizador, a cargo del diseño de un plan para cobrar dinero a los comerciantes de la zona. En el caso de Tapia Núñez, Araujo, Segovia, Valdez, Benítez, Falcón y Pomo les fue imputado el rol de miembros de la organización, ejecutores de las órdenes que impartían los cabecillas”. “Simulaban controles policiales para detener a personas sin justificación alguna y exigirles dinero”.

Las propias víctimas los denunciaron, la Policía Federal fue encomendada para investigar y los propios colegas de los acusados aportaron información al declarar como testigos. “Cobraban a los distintos comerciantes de la zona, vendedores ambulantes, puesteros, manteros, taxistas, choferes de combis y vendedores de celulares, a cambio de protección y de permitirles llevar a cabo sus actividades”, relató una oficial. Otro precisó que “Tapia y Araujo solían salir indistintamente en bicicleta o en moto casi siempre juntos y recorrían la zona donde había travestis a los que identificó en varias ocasiones y le dijeron que ya habían arreglado con ‘los de las bicis’”. Un tercero precisó que “los viernes eran los días de cobro, mediante personal de confianza del comisario, que recorría los distintos comercios ‘abonados’”. La dueña de un puesto de venta de café corroboró que “el oficial Falcón suele pasar a exigir dinero para permitir el normal funcionamiento”. Esa mujer, jubilada, denunció que en una ocasión le exigió el pago de sus haberes previsionales.

“Quien se aprovecha de un cargo para someter al prójimo y despojarlo de sus posesiones la lesiona por todo el bien que deja de hacerse y el mal que suma a esa miseria”, dijeron los jueces Ignacio Rodríguez Varela y Mauro Divito, al confirmar los procesamientos de los uniformados.

El primero de los hechos denunciados ocurrió el 22 de junio pasado, cuando dos policías, presuntamente Tapia Núñez y Araujo, detuvieron a un motociclista para un control de tránsito. Uno de ellos embistió: «‘Estás cargado, algo tenés, vos trabajas en una financiera’, luego de lo cual introdujo una mano en su bolso, donde encontró un sobre con 200 mil pesos y 2700 dólares y le dijo ‘es una bomba, te va a explotar'». El motoquero tomó su celular pero un policía se lo arrebató “mientras que el otro le hizo un gesto dándole a entender que el dinero que llevaba debía repartirse entre ellos. (…) Ante la intimidación que le generó, (la víctima) accedió a darles la totalidad del dinero a los policías. (…) Uno de los policías tomó los pesos y los colocó debajo de su chaleco antibalas, mientras que el otro hizo lo propio con los dólares”.

El relato judicial incluye una situación insólita: cuando los policías se retiraban tras haberle quitado el dinero a la víctima, uno de ellos le manifestó: “Nosotros no somos chorros, el celular y la documentación te la vamos a dejar en un cantero a la vuelta”. Así ocurrió.

Hubo al menos otros dos hechos, uno el 29 de junio y otro el 28 de julio.

“Vos estás solo acá y yo llevo 15 años acá. No sabes lo que te va a pasar, estás evadiendo impuestos, estás manejando en estado de ebriedad. Llevás un delito atrás”, relató una de las víctimas sobre el apriete que sufrió.

Según documentación a la que accedió Tiempo, en dos cofres supuestamente utilizados por imputados “se encontraron dos envoltorios de nylon con clorhidrato de cocaína”. En el despacho del excomisario Morano “se encontró un sobre de papel madera con 34.730 dólares y 33.730 euros, un encendedor dorado Dupont, un reloj pulsera dorado, un trabacorbata dorado”. «