Todos los sectores que conforman la industria del libro vienen en caída libre en los últimos cuatro años. Pero mientras los grandes grupos transnacionales tienen más posibilidades de enfrentar la crisis, las editoriales pequeñas cuentan con recursos limitados para poder soportarla.

Por esta razón, el bloque del Frente de Todos presentó ante la Legislatura porteña un proyecto para darle un respiro económico a las editoriales independientes de la ciudad de Buenos Aires que arrastran una situación crítica en los últimos años y que la pandemia profundizó de manera drástica.

Si a fines de 2019, según datos de la Cámara Argentina del Libro (CAL), las ventas de libros había bajado un 35% en general, desde el inicio del aislamiento social preventivo y obligatorio, de acuerdo con lo que informa el sector, las pequeñas editoriales registran una caída estrepitosa que alcanza el 60%.

 El proyecto presentado contempla dos cosas Por un lado, la creación de un registro único de editoriales independientes que se definen como aquellas que publicaron en 2019 entre 3 y 25 libros. Una vez constituido el registro, dichas editoriales recibirán un subsidio de 100.000 pesos para que puedan recomponer su economía o, al menos, tengan algún alivio.

Además, propone también crear líneas de créditos «accesibles para el sector a través del Banco Ciudad de Buenos Aires».

La autoría del proyecto es de la diputada y vicepresidenta de la Comisión de Cultura María Bielli y del diputado Juan Manuel Valdés y fue realizado sobre la base de un informe previo redactado por integrantes del sector editorial.

Bielli expresó a través de su cuenta de Twitter: “La industria del libro viene sufriendo un fuerte deterioro durante los últimos 4 años y la pandemia agravó la situación. Por eso presentamos un proyecto para ayudar a las editoriales independientes de la ciudad.»

Planeta y Penguin Random House son los dos grandes grupos editoriales transnacionales que dominan el mercado argentino. Luego, hay editoriales de larga trayectoria como Corregidor y otras más recientes como Adriana Hidalgo o Eterna Cadencia que podrían calificarse como «medianas» y son de capitales nacionales.  A ellas se suma una serie de editoriales independientes. Estas últimas cumplen una función cultural particular porque privilegian la formación de un buen catálogo sobre la venta masiva, un rasgo que también comparten con las medianas. Es decir, que trabajan en sentido inverso que las grandes editoriales. Muchas de ellas publican para un determinado tipo de lectores que no siempre encuentran novedades interesantes en las publicaciones de los grandes grupos. Por esta razón, en los últimos tiempos han adquirido un gran prestigio, ya que el sello actúa a modo de guiño hacia un lector específico, de nicho.

Pablo Campos, de, Grupo Editorial Sur, Ediciones La Másmédula, le dice a Tiempo Argentino: “Esta semana tuvimos una reunión vía zoom con la diputada Bielli y el grupo que presentó el proyecto que nos mandaron antes de tener esta reunión. También participó Alejandro Dujovne. En líneas generales a todos los que participamos el proyecto nos pareció muy interesante porque genera una herramienta muy importante en este momento a la hora de seguir produciendo libros. Pero más allá de este proyecto, se armó un canal de diálogo para tratar las problemática del libro que no es algo reciente, si bien la pandemia lo ha profundizado. Este canal permitiría discutir mecanismos e ideas de largo plazo.”

Respecto de si el monto es suficiente para recomponer la situación de las editoriales independientes, Campos responde: “Este es un tema que se tocó en la reunión. Cuanto más chica es una editorial, más representa esa suma. Quizá para una editorial mediana no representa tanto, pero para una editorial pequeña significa mucho, porque constituye  la posibilidad de seguir publicando en el año y eso es importante”. Y agrega: “Se pidió, además, ampliar el proyecto  para que vaya más allá de la impresión. La producción de un libro tiene toda una cadena que implica muchos otros gastos, como el pago a editores, traductores, etcétera. Tengo entendido que se iban a incluir antes de que el proyecto fuera presentado. Además, se habló mucho de los canales de distribución, del proyecto que se presentó para las librerías, de cómo lograr una mayor difusión.”

“Todos sabemos –concluye- que el proyecto no es una solución a largo plazo, pero quedó muy claro que está pensado como una ayuda en un momento tan especial como el que estamos viviendo. Hasta el momento, el colectivo de editoriales independientes no logró generar una herramienta útil para salir de la crisis. Quizá este sea un primer paso para poder generarla. Nos parece importante que el Gobierno de la Ciudad nos tenga en cuenta, porque la cantidad de editoriales y librerías que tiene la ciudad es una marca de promoción, pero a la hora de brindar recursos para que sigamos funcionando, no siempre logramos la ayuda necesaria. Conservar esta diversidad es algo muy importante.”

Este proyecto se suma al que el diputado Valdés impulsó recientemente para salvar a las librerías independientes agobiadas por el pago de los servicios y, en muchos casos, también por los alquileres. Dicho proyecto fue presentado a fines de junio para eximir erías del pago del ABL a todas aquellas librerías de la ciudad de Buenos Aires que contaran con un local de venta a la calle, no tuvieran más de una sucursal y no vendieran sus catálogos de manera virtual.