El oficialismo porteño logró dar un paso fundamental para implementar un nuevo Código Urbanístico y otro de Edificación que permitirán multiplicar la superficie construida en la Ciudad. Los proyectos, que son esperados con ansiedad por las grandes desarrolladoras inmobiliarias, sólo contaron con los votos de los 34 legisladores de la alianza gobernante Vamos Juntos, que como tiene mayoría automática logró su aprobación, en primera lectura, sin cosechar apoyos. Casi un centenar de organizaciones sociales y vecinales manifestaron su rechazo a la medida por favorecer el negocio económico por sobre el derecho a la ciudad. Para entrar en vigor, estas medidas todavía deberán superar una Audiencia Pública y una nueva votación en el recinto.

«Desde hace dos años que el gobierno viene intentando aprobar este proyecto y tuvo que hacerlo en soledad. Es decir que no logró que ningún vecino o institución pública lo apoye. Ni siquiera tuvo el voto de un aliado como es Martín Lousteau. Y esto debería salir por consenso porque define cómo se va a organizar la Ciudad por los próximos 20 años», explica Jonatan Baldiviezo, presidente del Observatorio del Derecho a la Ciudad, una de las organizaciones que militaron el rechazo a la medida. «Esa debilidad con la que salió el proyecto nos da optimismo para que podamos impulsar propuestas en la audiencia que se realizará en un mes», añade en diálogo con Tiempo.

El Observatorio es apenas una de las casi cien organizaciones que firmaron el comunicado pidiendo a los legisladores el rechazo de la propuesta gubernamental. Entre las críticas principales que destacan está la subordinación del interés social por el económico (privilegiando la seguridad jurídica de las constructoras y promoviendo el aumento del precio del metro cuadrado) y la falta de una consulta ciudadana «antes del tratamiento legislativo», como detalla el artículo 63 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires. El único punto positivo, destaca sin resignarse Baldiviezo, es que «ahora contamos con una versión definitiva de lo que quiere el gobierno. Porque antes a cada cuestión que planteábamos nos decían que estaban trabajando en borradores y aún no tenían la versión definitiva. Ahora confirmamos que los cuestionamientos más graves que planteábamos siguen estando».

No tan distintos

«No más torres en la Ciudad», promete la publicación del Gobierno de la Ciudad que distribuyó el oficialismo previo a la votación del miércoles. Pero en los hechos eso no es tan así. Las grandes torres podrán seguir construyéndose en zonas donde haya normas especiales, como Puerto Madero, Catalinas y Retiro.

En la cuidada prosa que utiliza Cambiemos para sus comunicaciones oficiales también destacaron que el nuevo proyecto permite «más previsibilidad y transparencia» ya que determina seis alturas distintas según las zonas, en reemplazo de las 27 que están vigentes. También destaca que «privilegia la mixtura de usos en los barrios» para que «los vecinos puedan vivir, trabajar y disfrutar en su mismo barrio». Pero según Baldiviezo en la letra chica de la ley está la trampa: «Antes, para hacer un enrase (nivelar la altura de las edificaciones) con una torre, la propiedad tenía que estar entre dos más altas. Ahora siendo lindera a una más alta ya podés. Los vecinos de Villa Pueyrredón calcularon que eso podría añadir a su barrio más de 200 edificios nuevos».

Para el Centro Argentino de Ingenieros, el Consejo Profesional de Ingeniería Civil y el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo, el texto aprobado «no disminuye el nivel de discrecionalidad» en los mecanismos de aprobación de los permisos de construcción. Por lo que tampoco favorece la «transparencia» pretendida. «

Los principales cambios en los códigos

Los nuevos códigos de Planificación Urbana y de Edificación que promueve el gobierno porteño establecen criterios que modificarán la ciudad tal como la conocemos.

Los códigos actuales tienen más de 40 años de vigencia y, aunque han sido modificados muchas veces, no cuentan con un programa de desarrollo. Algunas de las definiciones más importantes de los textos propuestos son:

Nuevas alturas
Las 27 alturas previstas en el actual código serán reemplazadas por seis que ascienden hasta los 38 metros (12 pisos).

Nivelación hacia arriba
El nuevo código contempla la posibilidad de unificar la línea de construcción de las manzanas. Entre otros cambios notables, permitirá elevar la altura de las esquinas.

Impuesto
La nueva normativa permitirá elevar la altura permitida de construcción en algunas zonas. El gobierno porteño propone implementar un impuesto que distribuya la ganancia excedente que obtendrán los desarrolladores inmobiliarios.

Monoambientes
El proyecto reduce la superficie mínima permitida de las viviendas de los 27 metros cuadrados actuales a 18 metros cuadrados, sin contar el baño.

Encargado
El Código de Edificación elimina la obligatoriedad de que cada edificio tenga una vivienda para el encargado, que a partir de cierta cantidad de unidades se podrá reemplazar por un vestuario.

Ni bidet ni bañera
También elimina la obligatoriedad de incluir un bidet y una bañera. En este último caso, el motivo esgrimido es hacer al baño un espacio más accesible para todas las personas.

Ventanas y medianeras
Aunque hoy existen ventas en las medianeras, son ilegales. Ahora será posible construirlas.

Arquitectura inclusiva
El nuevo código habilita los baños unisex, incorpora el baño familiar en lugares públicos y el cambiador en baños masculinos y femeninos. También establece que los pasillos deben tener un metro de ancho para ser accesibles para una silla de ruedas.