Cuando María Victoria Moyano Artigas todavía no sabía que era María Victoria Moyano Artigas pasaba buena parte de su infancia en Platense, entre la pileta de natación, la cancha de básquet, el buffet y el estadio de fútbol. Sus vínculos con el club de Saavedra no se rompieron cuando en 1988 conoció su verdadera identidad, tras nueve años de búsqueda de su abuela Enriqueta. Más de tres décadas después, Victoria volvió al Estadio Ciudad de Vicente López, ese lugar por el que sentía pertenencia a los nueve años y aún siente como su segunda casa: invitada por el departamento de Derechos Humanos del club fue homenajeada como socia honorífica del Calamar.

“Desde niña Platense fue mi club, donde pasé parte de mi infancia, hasta que restituí mi identidad. Este homenaje de alguna manera me invita a volver a ser parte de la institución, algo que me alegra por lo que significa este club en mi vida. Me reencuentra con aquella niña que jugaba con amigos, que hacía deporte. Es un club familiar, un espacio que nos contenía a todos. En este lugar me siento feliz, y empiezo a atar recuerdos”, cuenta Victoria, la nieta 53 encontrada por Abuelas de Plaza de Mayo, y repasa momentos que la identifican para siempre con Platense, “el club de la resistencia”, como ella lo llama porque en la década del ’80 siempre peleó para evitar el descenso.

Esta fue la primera actividad organizada por el departamento de Derechos Humanos del club, que lanzó “Identidades Calamares”, un proyecto que busca rescatar historias de socios e hinchas que sufrieron de manera directa la última dictadura en Argentina. La institución llevará adelante la acción de restituir la condición de socios a víctimas del Terrorismo de Estado. “Estamos trabajando en tres investigaciones concretas de socios e hinchas que fueron desaparecidos durante la dictadura”, adelantan a Tiempo desde el departamento de DD HH.

En esa línea, el secretario Eduardo Fernández Rousseaux explica por qué se realizó el homenaje del que también participaron el presidente Pablo Bianchini y el vice Horacio Salvo: “Nos acercamos a Victoria a través de su historia, que la vincula fuertemente con Platense y su identidad. Es nuestra tarea como club reparar e unir esa historia. Lo que buscamos es generar esa pertenencia de Victoria con el club, desde su nueva identidad, desde su verdadera identidad. Y hacer lo mismo con la historia de todos estos socios de Platense”. El encuentro se dio hace algunas semanas, pero recién este viernes se hizo oficial mediante un emotivo video difundido desde la página oficial de Platense, en el que se la ve a Victoria recorriendo las instalaciones y recordando momentos de su infancia.


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(Foto: Gonzalo Colini (Prensa Platense))

Es el deporte como herramienta para construir Memoria, Verdad y Justicia. Para defender y difundir los Derechos Humanos. Es la tarea que llevan adelante muchos clubes desde hace algunos años, agrupados en la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino. Ahora Platense se sube a esta iniciativa. En este sentido, Victoria reflexiona: “Me costó muchos años volver. Eso de unir una historia que es terrible como la apropiación de niños durante la dictadura con momentos tan lindos es una contradicción que me costó resolver. El llamado del club y que me comenten de la iniciativa ayudaron a que yo pudiera volver siendo quien soy. Tengo otra identidad, tengo otra historia, pero el club es el mismo”.

La historia de Moyano Artigas comenzó bien lejos de la cancha de Platense. Su mamá, María Asunción Artigas, la parió el 25 de agosto de 1978 en el Pozo de Banfield, uno de los cientos de centros clandestinos de detención que se instalaron en la Argentina para llevar a cabo el plan sistemático de extermino que se inició el 24 de marzo de 1976. María Asunción, uruguaya, había sido secuestrada ocho meses antes junto a su compañero, Alfredo Moyano. “La dictadura fue tan perversa que le habían hecho firmar a mi madre un documento, con todos sus antecedentes médicos, y le dijeron que me llevarían a la Casa Cuna. Entonces, mi madre les pidió a los detenidos que si alguno salía en libertad, les avisaran a mis abuelas que me llevarían allí. Mi abuela estuvo nueve años buscándome en esos lugares”, señala Victoria, y agrega: “Estando secuestrada mi mamá, una sobreviviente me contó que cantaba todo el tiempo. Y principalmente me cantaba, estando en la panza, la canción ‘Gurisito’, de Daniel Viglietti. Años después, cuando le conté a Viglietti esta historia, él reversionó la letra dedicándosela a mi mamá y a mí”.

En el Pozo de Banfield, uno de los 33 centros clandestinos del Conurbano bonaerense que formaban el “Circuito Camps”, Victoria estuvo ocho horas junto a su madre. El comisario de la Brigada de San Justo la apropió y la entregó a su hermano y su cuñada, quienes la criaron hasta los nueve años. Los Penna vivían en Belgrano, por eso Victoria hacía deporte en Platense. “El reencuentro con mis abuelas de sangre, con nueve años, fue traumático pero a la vez raro. Yo no quería, pero al mismo tiempo las quería conocer. Estaban mis dos abuelas, la de Buenos Aires y la de Montevideo, y también Chicha Mariani, Elsa Pavón y Estela de Carlotto. A los tres meses yo ya estaba mejor y me fui a vivir con mi abuela paterna a Montevideo porque tenía una muy linda relación con ella. A los 16 años volví a Buenos Aires”, reconstruye María Victoria Moyano Artigas, que a los 41 años pudo volver a Platense, el club que conoció con otra identidad pero que siente propio.


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(Foto: Gonzalo Colini (Prensa Platense))