No hubo sorpresa y el conservador Kyriakos Mitsotakis desplazó del poder a Alexis Tsipras. El resultado del comicio de este domingo en Grecia resulta aplastante: Nueva Democracia (ND) obtuvo 158 escaños sobre 300 bancas en el parlamento. Suficientes como para gobernar con total tranquilidad en un proyecto que será decididamente neoliberal, en contraposición al que había puesto en marcha el centroizquierdista Syriza, en contra su orientación original. La primera lectura es que hubo un voto castigo precisamente por haber traicionado la voluntad popular que entronó a Tsipras en 2014. Pero si bien se lo mira es también un voto suicidio de la clase media.

El nuevo primer ministro, que asumió tras un lacónico acto en el palacio del Presidente de la República, en Atenas, es el heredero de una familia ligada a la política desde hace décadas -su padre también fue jefe de gobierno- formado en Harvard y que en su paso por el ministerio de la Reforma Administrativa, entre 2012 y 2014, echó a 15.000 funcionarios públicos.

Reemplazará al hombre que llegó al gobierno con la promesa de romper con la cadena de ajustes perpetuos, bautizó a su hijo menor con el nombre de Orfeas Ernest en honor al Che Guevara y terminó haciendo brutales recortes en la economía griega siguiendo la imposiciones del FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.

La formación conservadora, que encontró en Mitsotakis un nuevo y renovador liderazgo, obtuvo 2,2 millones de votos, el 39,85 por ciento de los sufragios, pero se benefició con los 50 escaños adicionales que le otorga la ley electoral por ser la fuerza política más votada. Syriza, de Tsipras, bajó a 86 diputados por sus 1,7 millones de votos, un 31,89 por ciento del electorado.

El nuevo mandatario jura que no nombrará a ningún pariente para cargos públicos, y puede ser cierto, porque ya forman parte del establishment político heleno desde hace décadas. Hijo del ex primer ministro Konstantinos Mitsotakis, su hermana, Dora Bakoyannis, fue ministra de Relaciones Exteriores y alcaldesa de Atenas. El nuevo lord mayor de la capital, Costas Bakoyannis, es su sobrino.

En contra de las expectativa que había despertado en plena crisis griega a fines de 2010, Tsipras -nacido políticamente en el comunismo- terminó firmando un tercer plan de ayuda internacional, a pesar de haber ganado un referéndum que lo comprometía a dar un portazo a la troika que maneja la economía europea. Obligado a tomar varias medidas de austeridad, logró sin embargo reducir el desempleo y un leve crecimiento económico.

Mantuvo un expectante apoyo electoral a pesar de todo porque compensó los recortes exigidos por el FMI, el BCE y la CE dando a los más desfavorecidos acceso gratuito a los servicios de sanidad y ayudas para pagar alquileres y facturas de la electricidad. Pero para financiar estas medidas, puso más impuestos a la clase media, que en gran medida se cobró la afrenta a sus bolsillos en las urnas. Porque además, hay cerca de 200 mil griegos que se exiliaron en busca de mejores horizontes. Y los que se fueron provienen precisamente esos sectores, con títulos universitarios y excelente preparación debajo de sus brazos.

La cuestión es cómo quedarán sus ingresos tras el paso de Mitsotakis por el gobierno. «El pueblo griego nos ha dado un mensaje fuerte para cambiar Grecia», dijo Mitsotakes, de 51 años, tomar posesión. «Ahora empieza el trabajo difícil, pero estoy absolutamente seguro de que estaremos a la altura de los acontecimientos», añadió. Con carrera en el mundo de las finanzas y consultor de McKinsey en Londres, regresan luego de 4 años políticas neoliberales clásicas. Al menos en eso todo está mucho mas claro para los griegos.