La entrevista con Walter Gastón Coyette está pactada para las 11, al término del entrenamiento de Chacarita. A las 11:02, desde una de las canchas del predio que tiene la Unión de Transportes Argentinos en Moreno, el técnico hace el gesto que invita a pasar. Así –prolijo, puntual, respetuoso- es el hombre que en su primer año como DT consiguió formar un equipo que jugó bien al fútbol y logró el ascenso a Primera con el Funebrero.

-¿Cómo es la vida de un entrenador? 

-Más allá de las presiones, que todos las tenemos en la vida misma, es un trabajo que se disfruta. Yo soy un agradecido de trabajar de lo que me apasiona. Después, el partido es la frutillita del postre tras el armado de toda la semana. Si se ve en la cancha el trabajo de la semana, más todavía si el resultado acompaña, es un momento de plenitud, de felicidad. 

-¿Qué ve un técnico que un futbolero común no ve?

-Que sea espectador no quiere decir que no sepa. Los técnicos los tenemos todo el día acá a los jugadores y los vemos. Tal vez hay situaciones de un entrenamiento que te hacen ver que podés probar a un jugador en otro puesto. El espectador argentino sabe mucho de fútbol, pero después los entrenadores tenemos el beneficio de tenerlos cerca todos los días. 

-¿Siempre supiste que ibas a ser entrenador?

-Cuando uno es jugador ni sabe qué va a ser de su vida. Yo disfrutaba de jugar. Con el correr de los años, cuando ya estaba más grande, me di cuenta de que me iba a gustar seguir relacionado al deporte, porque el fútbol es la pasión que tengo. Quería seguir vinculado y me encantan los entrenamientos. Tenía la proyección. Después fui ayudante de campo de Diego Cocca, él me ayudó mucho. Nos conocimos en México y hasta el día de hoy tenemos una relación bárbara. 

-Los unió Ricardo Lavolpe, que para muchos entrenadores es un maestro pero para muchos futboleros es un personaje bizarro.

-Ricardo es un estratega, un entrenador que lee muy bien el juego y los partidos. Por ahí, a los cinco minutos de un partido ya hace un cambio. Lee mucho la táctica y la estrategia. Me gusta cómo emplea ese conocimiento. Yo le he adaptado algunos de esos conceptos en lo táctico. Lo critican porque no lo conocen como entrenador. Yo te digo lo que me dejó en un campo de juego. Después sus maneras y las cosas personales no me competen, ni lo miro. 

-¿Qué virtudes tiene tu equipo?

-La mayor virtud de Chacarita es la idea. Así nos hicimos fuertes en el ascenso. Encaramos el torneo siempre como un equipo protagonista en todas las canchas. Salíamos a ganar todos los partidos, como un equipo grande y con aspiraciones de ser protagonistas. El convencimiento de los jugadores hacia esa idea fue más importante. 

-Hoy se enfrentan el último ascendido contra el último campeón. ¿Se puede mantener eso?

-Sabemos que nos enfrentamos al mejor equipo del país. Pero tenemos las condiciones para estar a la altura. Vamos a intentar potenciar lo que mostramos en el Nacional B. Al igual que en estas fechas, vamos a tratar de imponer nuestra idea aunque somos conscientes de que la Primera División es más compleja.

 -En el último tiempo parece haber más equipos que se animen a jugar

-Puede ser. Antes se especulaba un poco más, o se creía que el punto de visitante estaba bien. Hay más equipos que quieren ser protagonistas y eso está bueno. Primero porque ayuda al espectáculo, a la gente que va a ver el partido. Y después porque quiere decir que los entrenadores intentamos imponer otro estilo de juego. Pero los entrenadores quedamos de la línea para afuera, los que deciden son los jugadores. 

-Siendo entrenador, con la urgencia con la que se vive, ¿igual pensás en el espectáculo?

-Apenas empieza el partido yo soy un espectador. Así que tengo la obligación de que el equipo intente jugar bien. Como primer espectador yo intento que mi equipo juegue a lo que me gustaba a mi cuando era futbolista: que tenga la pelota, que sea protagonista, que busque el arco rival, que haga goles. Eso es lo que queremos ver. 

-También ahora son más jóvenes los entrenadores

-Se ha abierto. Cuando yo era jugador el entrenador era como un maestro. No por su edad sino por lo que mostraba. Ahora se ha achicado esa brecha. Acá la edad no tiene nada que ver. Lo fundamental es la capacidad, no esos rótulos de que si no jugó no puede dirigir. Está quedando demostrado que hay entrenadores que no fueron jugadores de fútbol y lo pueden hacer bien. 

-Tus pibes juegan al fútbol

-Tengo tres varones. El más grande juega en reserva de Arsenal, tiene 20 años. El del medio juega en Racing, en Octava. La idea es que sean felices más allá de si juegan o no. Mamaron de chiquito el fútbol y yo los acompaño. Me encantaría que puedan jugar porque es su ilusión. Lucas, el mayor, juega de volante ofensivo, es zurdo, tiene buena pegada. Mateo es lateral derecho con personalidad. Son diferentes. Y el más chiquito es antifútbol, es el que nos pone el freno a todos.

-¿No hay cosas que te asusten de este ambiente que ya conocés?

-En todas las profesiones hay cosas buenas y malas. Lo importante es andar por el camino del bien. Nosotros queremos ir para el lado del que hace bien las cosas

-¿Conocer a José Pekerman te llevó por ese camino?

-Obviamente que la educación de mis padres fue importantísima, pero en la época de los juveniles él nos inculcó muchas cosas de estas. Los valores, lo que tiene que tener uno como profesional y como persona. Esos valores  son fundamentales en los plantes para mantener esa línea del esfuerzo y el profesionalismo. Yo trato de inculcarlo también en mi plantel.

-Vos arrancaste como entrenador de la Sub 15. ¿Ver a Aimar y a Placente en las juveniles te ilusiona?

-Hay que darle tiempo. Es un nuevo proyecto, veo cosas muy buenas como que se está manejando una línea desde la mayor hasta la sub 15. Como todo proyecto hay que darle tiempo para que las cosas les vayan bien. Son jugadores que mamaron muchas cosas de las juveniles, del predio, de la Selección. Lo bueno es que seguimos teniendo muchos juveniles, que tenemos la materia prima. Hay que retomar el camino que nos marcó Perkeman, con un proyecto firme y a largo plazo.