Con una caravana de bailarines –percusionistas, sikuris y Dj’s, expresión de la diversidad que ya es una impronta de este espacio–, perfomances circenses y acrobacias aéreas sobre la explanada que da a la colectora de la General Paz, Tecnópolis vivió ayer una suerte de festiva resurrección, tras los años de abandono en que el macrismo sumió a la megaferia de Villa Martelli. Bajo la atenta mirada de un remozado general José de San Martín, miles de personas volvieron a disfrutar de una propuesta que desde julio de 2011 se convirtió en símbolo del acceso de amplias franjas de la población a la ciencia y la tecnología, y que irá renaciendo de a poco, por ahora, en los atardeceres de lo que resta del verano.

Hallado por la nueva gestión en los fondos del predio, tirado y roto, el muñeco gigante del Libertador, que antes dominaba, sable en mano, el espacio dedicado a Zamba –el niño de la serie infantil animada de divulgación histórica de la señal Pakapaka–, fue restaurado y emplazado junto al arco luminoso de ingreso de Tecnópolis. Entonces, en el año del Bicentenario del fallecimiento de Manuel Belgrano –a quien estarán dedicados los nuevos capítulos de Zamba–, el personaje destacado será San Martín, a manera de reparación por la afrenta que sufrió su efigie. La de Belgrano también fue decapitada, pero su reconstrucción fue más sencilla.

Ahora bajo la égida del Ministerio de Cultura que comanda Tristán Bauer, los organizadores de la feria apuntan a que Tecnópolis recobre el espíritu de experiencia colectiva con el que surgió durante la anterior gestión kirchnerista. «Queremos que vuelva a ser un lugar de encuentro y aprendizaje en donde se vea reflejado lo que los argentinos somos capaces de hacer, sumándole al arte, a la ciencia, a la tecnología y la innovación, la idea de que todo eso es parte de una cultura amplia, que muestre toda nuestra potencialidad», explica a Tiempo María Rosenfeldt, responsable –junto a Ricardo Ferraro– de la dirección de Tecnópolis, y exdirectora del canal Encuentro, despedida en 2016 por la gestión de Hernán Lombardi.

Los diez «Atardeceres» de Tecnópolis traerán recitales, cine, teatro, actividades de ciencia, juegos y videojuegos, skate y charlas que podrán disfrutarse, con entrada libre y gratuita, hoy, desde el viernes 21 al martes 25, el viernes 28, sábado 29 y domingo 1 de marzo, desde las 18 hasta las 23. Ese último fin de semana se agregará una programación espacial coordinada con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, porque «la idea es que la nueva Tecnópolis tenga esa impronta, que hoy atraviesa la sociedad, que es la agenda del movimiento de mujeres y la perspectiva de género –agrega Rosenfeldt–. Medio ambiente, ecología y alimentación son otras propuestas que también tendrán una presencia importante. Y otro eje sobre el que vamos a trabajar, a diferencia de la Tecnópolis que muchos recordamos, y en un contexto del país que es muy distinto, es la solidaridad».

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(Foto: Télam)


Llevará mucho tiempo «reconstruir lo que significaron cuatro años de devastación», como ya advirtió Bauer, quien destacó que «abrir Tecnópolis en dos meses, después del estado en que lo encontramos, significó un enorme esfuerzo. Igual nos va a llevar un tiempo volver a reponer el brillo que tuvo». Las autoridades apuntan a que el predio de 52 hectáreas recupere su esplendor en julio, cuando reabra con más atracciones y actividades, producto de la interacción con el resto de los ministerios, organismos e instituciones, para las vacaciones de invierno, permaneciendo abierto, como era habitual, hasta el mes de noviembre.

La apertura de ayer tuvo el espectáculo Gulubú-Marambá, dirigido por Gerardo Hochman, con titiriteros, artistas de circo, clowns, músicos y cantantes que realizaron intervenciones artísticas inspiradas en las canciones y los cuentos de María Elena Walsh, performance que se repetirá hoy en el espacio El Cubo.

Los 90 años del nacimiento de la escritora también se celebraron con «Cantando al Sol», un gran concierto sinfónico con integrantes de la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto y la Orquesta Sinfónica Nacional, con dirección y arreglos de Gustavo «Popi» Spatocco. Y al cierre de esta edición se presentaban, como broche del primer atardecer en Martelli, varias bandas de rock en el Galpón Mil Horas y un show final a cargo de Los Pericos en la explanada de acceso.

Hasta la noche, hubo DJ’s y talleres para chicos y chicas en el Skatepark, Teatro Ciego en el Espacio 525, las máquinas de Leonardo Da Vinci en el foyer del predio ferial, los dinosaurios de siempre –también restaurados– y una kermés de ciencia y juegos en el espacio del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. La música dijo presente con el folklore en el Escenario Banderas y el tango y la milonga en el Hall de la Araucaria, con la presentación de Patricia Malanca, Julieta Laso y la Orquesta Típica Vidú, entre otros artistas.

Para hoy, todas esas actividades, pero lo que cambia es el ritmo: cumbia y percusión. Y en los próximos atardeceres, comienza la reflexión, con un ciclo de charlas en las que Darío Sztajnszrajber procurará entablar un diálogo entre la filosofía y otras disciplinas y manifestaciones de la cultura, como la historia, el movimiento feminista y la buena alimentación.

El camino de la recuperación de Tecnópolis será largo. Del muñeco de San Martín, hecho en 2012 con poliestireno y fibra de vidrio, sólo se recuperó la cabeza y la estructura interna. El resto, desguazado, fue hecho a nuevo por el equipo de la escenógrafa Adriana Maestri. Y desde ayer es quien recibe a quienes visitan Tecnópolis. «Lo simbólico estaba destruido y deteriorado. Poner la figura de San Martín ahí es recuperar la historia y la memoria –asegura Rosenfeldt–. Son nuestros líderes que dieron su vida por las mejores causas. Y el pasado común tiene que estar contemplado para proyectarnos al futuro. Estos encuentros a la tarde, entonces, son una primera propuesta. Lo que celebramos es la reapertura, poder encontrarnos, reconocernos y volver transitar este espacio todos juntos». «

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(Foto: Télam)


Darío Sztajnszrajber

«Participé en ediciones anteriores con distintas propuestas, y creo que es necesario recuperar una Tecnópolis abierta, con la voluntad clara de trabajar en una política cultural que genere un acceso importante de buena parte de la ciudadanía que, lamentablemente, queda fuera de los consumos culturales tradicionales porque, precisamente, queda fuera del mercado. Recuperar una política así, no excluyente, que priorice la inclusión, sobre todo en términos de lo popular, sin confundirlo con lo masivo –que es siempre uno de los grandes desafíos que afronta toda política cultural–, significa justamente hacer de la cultura una herramienta emancipatoria y no simplemente un producto de entretenimiento más del mercado del espectáculo.»

Darío Sztajnszrajber estará en tres encuentros en la Nave de la Ciencia, en un cruce de la filosofía con otros tres géneros: la historia, en diálogo con Felipe Pigna; el feminismo, junto a Luciana Peker; y la alimentación, con Soledad Barruti.

Gerardo Hochman

«Para mí es un privilegio haber sido convocado para esta reapertura de Tecnópolis. Tuvimos la suerte de participar, con La Arena, de la apertura, años atrás, cuando creamos el espectáculo Avalancha, pensado especialmente para este predio, y ahora es una alegría enorme volver a estar. Este es un lugar muy ligado al ideario que rige nuestras producciones, que es el diálogo y el cruce entre la ciencia y el arte. Y es además un lugar que tiene mucha magia, abierto a todo el mundo, sin distinción de edad ni clase social, con intereses para distintas formaciones educativas y académicas. Tecnópolis es un espacio para aprender de manera entretenida y entretenerse de manera interesante.»

Gerardo Hochman presentó ayer en Tecnópolis el espectáculo Gulubú-Marambá, con titiriteros, artistas de circo, clowns, músicos y cantantes, además de dirigir intervenciones artísticas y circenses inspiradas en el imaginario de María Elena Walsh. Volverán a presentarse hoy a las 18 en el Espacio El Cubo.

Soledad Barruti

«Lo público siempre es celebrable. Un espacio así, enorme, súper diverso, repleto de recursos, debe ser recuperado y tiene que estar funcionando en su máximo esplendor, estar disponible para todos, para expandir discursos y formas de vincularse con ciertos contenidos que en los espacios privados es mucho más complejo articular. Participé en ediciones anteriores, en charlas, en un espacio dedicado a una huerta, y ahora vuelvo. Veo que esta nueva edición viene con esas mismas ganas. Ojalá se saquen de encima las partes publicitarias más nocivas que se incorporaron en algún momento, como la exaltación de la megaminería. Pero me genera mucho entusiasmo que haya, en este contexto y en este momento, tantas ganas de volver a aprovechar este lugar, que es educativo, creativo y amplificador de mensajes copados.»

Soledad Barruti debatirá junto a Darío Sztajnszrajber los vínculos entre la filosofía y la alimentación.