Lydia Davis: elogio de lo pequeño, lo cotidiano, lo anodino, lo deslucido y lo fragmentario

Por: Mónica López Ocón

En "Esa gente que no conocemos" de Lydia Davis, recientemente publicado en castellano, la autora hace brillar a través de la escritura lo que parece llamado a pasar inadvertido.

“A sus 28, ella anhela tener 25 otra vez”. Este microrrelato, este cuento bonsai pertenece al libro Esa gente que no conocemos, de la escritora estadounidense Lydia Davis. Fue publicado recientemente en Argentina por Eterna Cadencia con traducción de Eleonora González Capria.

Pese a la brevedad, no se trata de la posible semilla de un cuento, sino que tiene la longitud exacta que Davis le otorga para que el sentido no se disperse.

Esa gente que no conocemos tiene relatos (pero también observaciones, preguntas, reflexiones, supuestas transcripciones de diálogos) de variada extensión, pero sin salirse nunca del criterio de la brevedad.

Quizá el relato más largo sea el que le da el título al libro, 7 páginas, aunque separadas por párrafos breves en los que el texto pasa de un personaje a otro.

Lydia Davis: elogio de lo pequeño, lo cotidiano, lo anodino, lo deslucido y lo fragmentarioLydia Davis: elogio de lo pequeño, lo cotidiano, lo anodino, lo deslucido y lo fragmentario

Pero la brevedad es sólo una de las características que unifica los supuestos relatos. También el humor es una constante del mismo modo que el hecho de que más que escribir parece que lo que hace Davis es descubrir lo que estaba escrito en otro alfabeto y permanecía escondido para la mayoría. Por eso es que parece que los hechos se narraran solos.

Y ahí es donde se hace palpable el absurdo de lo cotidiano. Es como si más que una narradora de historias breves fuera una descubridora de lo oculto, lo que sólo se ve luego de los  pases mágicos de Davis con los que logra una actitud de extrañamiento ya que  es el mundo el que se narra a sí mismo. Esto hace que el lector tome conciencia de lo extraños que somos, de qué extraño es el espacio en que vivimos, de qué extraño es el hecho mismo de estar vivos.

Davis narra como si los hechos se mostraran ante los otros  por primera vez, aunque en esa aparente objetividad está su propia subjetividad en la pueden dialogar, tranquilamente y sin que la narración deba dar cuenta de la anomalía, una gata con un perro que comparten la misma casa. 

En una entrevista de 2022, la autora aseguraba que “con frases cortas también se puede ser muy lírico”.

Y cuando el entrevistador le pregunta de qué forma repercute la longitud en el contenido, ella contesta: “Supongo que está limitado por algo de corta duración, necesariamente, ya sea una acción muy limitada en el tiempo o una percepción muy breve y marginal. Puede ser una percepción que podría llevar a muchas más percepciones o que podría desarrollarse, pero por el momento es muy breve. Esa es la limitación. Los cuentos nacen de forma muy espontánea a partir de estas percepciones o acciones inmediatas que están ahí. Estas se acaban en un abrir y cerrar de ojos”.

Aunque no todos los cuentos son tan breves como el ya mencionado y transcripto, es innegable que Davis  es una suerte de maestra de haiku de la prosa, aunque el haiku pertenezca al campo del a poesía y tenga una estructura predeterminada. Por supuesto que no hay una estructura tan determinada en el cuento, pero parece que Davis tuviera un sexto sentido que le dictara cuál es la extensión exacta que debe tener un relato para ser eficaz.

Otra de sus grandes habilidades como narradora es darle a lo que enuncia como un fragmento carácter de totalidad, por ejemplo, “Oído al pasar en un tren: Dos ancianas están de acuerdo” o “Una mujer madura hacia el final de una conversación sobre impermeables durante un almuerzo con una mujer madura”.

En realidad, David cultiva una estética de lo fragmentario que logra convertir en totalidad y que admite formas diversas desde la pregunta, por ejemplo en “¿Cuán triste?”: “¿Cuán triste estoy honestamente? Me llora un solo ojo” hasta la supuesta observación cotidiana de “Divertida” que sólo podría ocurrírsele a una escritora como Davis: “Cuando buscamos la invitación y la leemos de nuevo, la mañana después, la fiesta todavía nos suena divertida, por más que no lo fue”.

Lydia Davis y su forma de trabajar

En cuanto a su forma de trabajar, la escritora asegura que es caótica: “Mi forma de trabajar en los cuentos –dice en la entrevista ya mencionada- es ocuparme de forma inmediata y escribir lo que se me ocurre. Escribirlo hasta que haya agotado esa veta por el momento. Entonces suelo tener lo suficiente para volver más tarde.»

«Tengo diez, quince, veinte, treinta cuentos inacabados y, de vez en cuando, retomo uno. A veces ni siquiera recuerdo cuál es. Veo un título y pienso: “No sé qué cuento era.” Lo vuelvo a coger y trato de discernir qué fue lo que me conmovió, y qué fue lo que me hizo querer escribirlo, y vuelvo a meterme en eso y ver si puedo terminarlo. Es un método caótico que funciona bastante bien”.

Aunque ella misma se dice escritora de cuentos, y en nuestro afán taxonómico que nos libera de la incertidumbre de lo inclasificable también sus lectores coloquemos sus creaciones en la caja del relato breve o brevísimo, en realidad, Davis ha pasado por encima de los géneros sin respetar sus fronteras y las ha derribado. Es como si ella misma creara, en cada momento, una forma distinta para decir lo que quiere.

Posiblemente lo que ella llama un modo de trabajar caótico no sea más que el hecho de aceptar reunir en un mismo espacio lo heterogéneo cuando se supone que un libro de formas breves debe tener una aterciopelada unidad formal.

Además de escritora, Davis es traductora, un oficio que la sostuvo económicamente en los principios de su carrera, mientras estuvo casada con Paul Auster, también traductor y en el que ha persistido. Tradujo autores franceses como Proust, Flaubert, Foucault, Blanchot y Leiris.

Es una de las mayores escritoras de su generación. Davis nunca deja de sorprender.  

Como papel crepé

“Hace mucho tiempo, de joven, anoté en un diario íntimo que mi madre, de vieja, había dicho entre risas que a mi edad tenía miedo de que los párpados se le empezaran a arrugar como papel crepé. Yo tenía 29 años cuando escribí lo que ella había dicho y ella tenía 73. No sabía si, a su vez, mis párpados ya estaban arrugados como papel crepé. Ahora, leo lo que escribí entonces a los setenta y dos años, casi la misma edad que tenía ella. En cuando a mi madre, se fue, al piso de arriba, adentro de una urna. También sus párpados, mezclados con el resto, ahora son ceniza”.

 De Esa gente que no conocemos, de Lydia Davis

Compartir

Entradas recientes

Dave Mustaine anuncia el final de Megadeth: la despedida incluirá un disco nuevo de estudio y un tour global

La mítica banda de metal confirmó su retiro en sus redes sociales. Enterate de todos…

38 mins hace

Kicillof: “El enojo contra el ajuste se tiene que expresar en las urnas eligiendo la boleta de Fuerza Patria”

En plena campaña para las elecciones del 7 de septiembre, el gobernador inauguró obras en…

1 hora hace

Ante el aumento de siniestros, crece el reclamo en el centro bonaerense por el estado de la Ruta 3

Los episodios se duplicaron este año. El Estado Nacional retrasa la autopista que había comenzado…

2 horas hace

El fiscal pidió que Alberto Fernández sea enviado a juicio por violencia contra Fabiola Yañez

Lo solicitó Ramiro González al determinar que la investigación está concluida y puede pasar a…

3 horas hace

Camionero rocanrol realizó un show por la universidad pública y gratuita

LA banda participó del festival realizado en la Facultad de Sociales de la UBA. Los…

4 horas hace

Malas noticias para Capuchetti: citarán a testigos por las fallas en la custodia del celular de Sabag Montiel

Entre ellas está la custodia de la jueza Capuchetti, que llevó el celular hasta Ezeiza,…

5 horas hace

«Homo Argentum», una radiografía estereotipada de la argentinidad

Llega a los cines la nueva película de Mariano Cohn y Gastón Duprat, que tiene…

5 horas hace

Karina Milei suma al PRO a la mesa de campaña tras el acuerdo en Provincia de Buenos Aires

La menor de los Milei habilitó a Cristian Ritondo a sumarse a las reuiones como…

6 horas hace

Porsuigieco: histórico reencuentro a 50 años de un disco irrepetible

Medio siglo después, Charly García, León Gieco, Nito Mestre, Raúl Porchetto y María Rosa Yorio…

7 horas hace

Un libro de Federico Jeanmaire que evade la clasificación de los géneros para ser precisamente eso, un libro

Fresco, digresivo y sin almidón, el último libro de Federico Jeanmaire habla de la vida,…

7 horas hace

Trufas negras, empanadas, chorizo y chocolate para disfrutar el territorio bonaerense

Las propuestas recorren distintas ciudades y pueblos donde la producción local se luce. Desde trufas…

7 horas hace

Esa mujer: “Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política”

Omnívora Editora reedita el libro clásico del historiador y sociólogo británico Daniel James. Obra ejemplar…

8 horas hace