Una ciudad de menos de 30 habitantes, casi en su totalidad latinos, donde llegó la feroz pelea entre demócratas y republicanos.
Y esa frontera se instaló un desbordante vallado de alambre de púas, en un área de 4 kilómetros, sobre el parque de Shelby Park. Fue dispuesto por la gobernación del republicano Greg Abbott, a pesar de que luego el Tribunal Supremo de los Estados Unidos le ordenó retirarlo.
En el último diciembre hubo cerca de 10 mil choques entre migrantes y fuerzas de seguridad, a lo largo de la frontera, una de las cifras más altas de la historia. Pero la crisis se desató en la semana del 10 de enero cuando el gobierno mandó a sus fuerzas a bloquear el paso de las patrullas fronterizas que debían levantar el alambrado. Encima, dos días después dos niños y una madre se ahogaron en una zona cercana. Las acusaciones cruzadas no secaron las lágrimas.
Este último lunes, la Corte Suprema votó en un fallo muy ajustado (5-4) para permitir que los agentes de la Patrulla Fronteriza retirasen el alambre de púas. Pero el gobernador de Texas se opuso y dijo que no dará marcha atrás. «Esto no ha terminado. El alambre de púas de Texas es un elemento disuasorio eficaz para los cruces ilegales que Biden fomenta”, publicó Abbott, en X y encendió la llama (ver página 20) de un conflicto interno que algunos sectores auguran pueden acabar en una guerra civil.
Mientras, a las pocas horas, la Guardia Nacional instalaba más y más cercas antiescalada y alambre de púas. Así como el vicegobernador Dan Patrick, tan republicano como Abbott, echaba leña al fuego, al publicar un mensaje dirigido al mismísimo Biden: “Ya no hay nadie cruzando aquí, señor presidente. Hemos resuelto el problema. Puede llevarse a la Patrulla Fronteriza a otro lugar”.
Texas no es un bastión republicano más y Biden lo sabe: como contrapartida al embate fuerte de sus opositores, anunció que hasta podría cerrar la frontera con México cuando la zona “se sature”. Pero requiere de que el Congreso le apruebe una ley que le permitiría al Ejecutivo proveer a la zona con 1300 agentes de la Patrulla, 375 jueces de inmigración, 1600 oficiales especializados en asilo y 100 máquinas de vigilancia. La presentó como un articulado que contiene “las reformas más duras y justas para garantizar la seguridad fronteriza que jamás hayamos tenido en nuestro país”.
Pero los republicanos ya anunciaron que la rechazarían. Nunca hay que perder de vista las presidenciales del próximo 5 de noviembre
Eagle Pass es una ciudad pequeña de unos 29 mil habitantes, con una fuerte mayoría de su población, el 96,4%, de ascendencia latina o hispana. Su economía depende del comercio fronterizo, tráfico turístico, negocios agrícola-ganaderos y las industrias relacionadas con el petróleo y el gas. En marzo próximo, como todos los años, la ciudad celebrará el Festival Internacional de la Amistad, cuyo símbolo publicitario se basa en el gesto del abrazo entre mexicanos y estadounidenses. Una imagen emblemática y hasta paradójico.
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