La salida del Proyecto Artigas de la estancia de los Etchevehere en Entre Ríos se produjo en un territorio hostil a las experiencias agroecológicas. "Había tarros de glifosato por todos lados", dicen.

El pronóstico del abogado y militante popular, al menos hasta hoy, no se cumplió. El fallo del jueves de la jueza María Carolina Castagno ordenó el «reintegro en forma inmediata» de la estancia a los hermanos Sebastián, Juan Diego y Luis Miguel, y a su madre Leonor “Lala” Barbero Marcial de Etchevehere. Y esa decisión de la Justicia, celebrada por la parte de la sociedad que solo pondera los derechos de los que más tienen, es también un aval al actual modelo de producción basado en el monocultivo transgénico y la aplicación descontrolada de agrotóxicos.
“Este proyecto quiere estimular otro sistema productivo; una colonia agroecológica en Entre Ríos es dar una señal, es plantear otro paradigma. Lo que encontramos en el campo fueron tarros de glifosato por todos lados”, cuenta Lautaro Leveratto, ingeniero agrónomo y dirigente del MTE Rural que acompañó a Dolores durante toda la permanencia en Casa Nueva.
El Proyecto Artigas, que incluye a campesinos sin tierra, militantes y organizaciones ambientales, acordó con Dolores Etchevehere “la cesión del 40% de la tierra que le corresponde como legítima heredera de su padre para construir un modelo agrario sostenible, libre de agrotóxicos y explotación, distinto al que su familia representa”.
“Entre Ríos –agrega la red– es la provincia ícono de la impunidad de los crímenes ambientales. No es casualidad que el 55% de las internaciones por casos de cáncer en niños en el Hospital Garrahan provenga de la provincia. La mitad de la población en muchos pueblos sufre de patologías asociadas a la aplicación del paquete tecnológico agroindustrial. Es un territorio liberado para contaminar y envenenar”.
El Foro de Universidades Nacionales para la Agricultura Familiar apoyó el emprendimiento agroecológico argumentando que el actual modelo “ha mostrado tener gravísimas consecuencias sobre el ambiente y la salud de las comunidades, y ha acelerado la concentración económica, expulsando a campesinas, campesinos y pueblos originarios de sus tierras, pero también a pequeños y medianos chacareros”.
A través de sus redes sociales, el Proyecto Artigas avisó que la renuncia no es una opción: “Ahora que nos escuchan y nos ven, les decimos que seguimos de pie. Sabíamos que nos enfrentábamos a los poderes más oscuros de la provincia de Entre Ríos: el agronegocio con vínculos narcocriminales en connivencia con las instituciones del Estado”. «
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