La producción de Netflix es la ficción argentina más sorprendente del año. Cómo un personaje aparentemente insoportable puede generar empatía y mucho más.
Quizás el problema mayor de Vicky y, hasta cierto punto, de la exitosa serie de Netflix, no pase por sus celos, su envidia ni por su necesidad de ser, en cualquier circunstancia, el centro del mundo, sino por su incapacidad de advertirlo, de hacerse cargo de la situación y querer solucionarlo. Va a terapia porque el guion lo pide –es un buen disparador narrativo y de situaciones cómicas–, pero Vicky no ve que tenga nada que cambiar, por más que sus amigas, su hermana, su madre y muchos de los hombres con los que se cruza en la vida se lo hayan comentado. Para ella la vida es una competencia entre mujeres y no hay mucha vuelta que darle.
El show escrito por Carolina Aguirre y dirigido por Gabriel Medina (Los paranoicos) se centra en una serie de desesperadas y desesperantes situaciones en las que Vicky se mete luego de separarse de la pareja que tuvo durante una década con Daniel (Martín Garabal), un abogado por el que dejó su carrera. A lo largo de doce episodios la mujer, que ronda los para ella traumáticos 40, se obsesionará con su jefe, Nicolás (Benjamín Vicuña), con el que se quiere casar cuando es obvio que para él se trata de un affaire casual. A la vez, dejará de lado el interés genuino de Matías (Esteban Lamothe), un “buen pibe” de barrio que trabaja en un restaurante chino, que la adora (de un modo un tanto inexplicable, ya que Vicky lo trata como “un trapo de piso”), la saca mil veces de apuros y la acompaña en sus ataques de nervios y depresión. Pero lo central pasa por su incómoda relación con su grupo de amigas, a las que quiere pero, más que nada, envidia en todo lo relacionado a novios, romances y bodas.
Interpretadas por Violeta Urtizberea, Marina Bellati, Bárbara Lombardo y Pilar Gamboa (su hermana), el grupo atraviesa una serie de eventos sociales a lo largo de los 12 episodios que son siempre interrumpidos o puestos en conflicto por la imperiosa necesidad de Vicky de ser el centro de atención, de mostrar novios o criticar los de las otras y de complicar las cosas al punto de arruinarlas por completo. Todo esto, a la vez, sin darse cuenta casi nunca de la responsabilidad que le cabe en esa caótica cadena de hechos. Todo esto, se verá con el correr de los episodios, tendrá una suerte de justificación familiar, una profunda herida psicológica que se irá revelando de a poco, pero a los 40 años ya debería ser una persona lo suficientemente adulta como para hacerse cargo de su propia historia.
El guion de Envidiosa, su puesta en escena y, especialmente, el trabajo de sus actores es muy bueno, funciona. Los textos de Aguirre son ingeniosos, el timing cómico de Medina justísimo y el grupo protagónico se luce a lo largo de las cada vez más absurdas situaciones que tienen que atravesar los personajes (también actúan Susana Pampín, Leonora Balcarce, Camila Peralta, Arturo Puig y una notable revelación llamada Débora Nishimoto), usualmente a partir de los dislates de Vicky, que Siciliani maneja con bestial dominio de la comedia física. El “problema” está en que su buen ritmo y su efectividad a la hora del humor disimula que la serie atrasa 30 años y que es un compendio de lugares comunes y un ideario prefeminista de la vida de una mujer. Si bien es cierto que la serie tiende a dejar en claro que gran parte de las actitudes de Vicky bordean lo lamentable, se la sigue presentando como la “heroína” del asunto cuando tiene todos los elementos para ser algo más parecido a una villana.
La serie –que ya fue renovada para una segunda temporada– lleva la impronta y el ideario de su productor, Adrián Suar, cuyo universo de ficción parece enquistado en los años ‘90, una suerte de fantasía menemista de “primer mundo” (acá todo pasa entre Palermo, Zona Norte y Puerto Madero) en el que los roles de género están establecidos a sangre y fuego, y para las mujeres lo fundamental en la vida es casarse, tener hijos (no solo Vicky sino casi todas las demás) y mudarse a un country. Son apenas un par de personajes –el de Gamboa, por ejemplo, del que la serie también se burla en su hipócrita compromiso eco-ambientalista, o el de Pampín, con algunas de sus decisiones– los que le escapan a ese esquema un tanto “Susanita” que se arma en el mundo de Vicky y sus amigas.
¿Es exagerado pensar que una serie como Envidiosa representa, quizás sin quererlo, el regreso de un ideario tradicionalista y conservador en materia de representación de género en el cine y la TV? Que su estreno coincida con el rechazo del gobierno de Milei a firmar un documento del G20 sobre la igualdad de género es puramente casual, es cierto, pero no hay dudas que miradas retrógradas sobre estos temas están en el aire hace ya unos años. Si bien la serie de Netflix no va tan lejos como para proponer a Vicky como modelo de nada, la simpatía que genera el personaje dificulta una mirada crítica sobre su comportamiento. Uno se encariña con Vicky y, por más que no comparta necesariamente sus modos, entiende sus conflictos y dificultades. Y así, de a poco, la envidia, los celos y la competencia se van convirtiendo en sentimientos tan nobles como cualquier otro. «
Dirección: Gabriel Medina. Guion: Carolina Aguirre. Elenco: Griselda Siciliani, Esteban Lamothe, Lorena Vega, Martín Garabal, Pilar Gamboa, Violeta Urtizberea, Marina Bellati, Bárbara Lombardo, Benjamín Vicuña. Disponible en Netflix.
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"Es exagerado pensar...?" Se pregunta el que escribe para después adentrarse en una pseudo teoria conspirativa del G20 y un prograna de tv que a mi parecer no pretende otra cosa que entretener, y lo logra a pesar del tema y del tratamiento del tema. Esa posición de "crítico" con dedito acusador es por pensar que todo el público es una horda de idiotas
La serie envidiosa es genial! Y T A atrasa pidiendo "heroinas feministas" jaja"
Totalmente de acuerdo. Me reí y la disfrute, pero no creo q casarse sea hoy el problema q desvele a una mujer de 40 años. No soy psicóloga, pero tampoco me parece acertado el rótulo de envidiosa. Me parece más una mujer insatisfecha con las decisiones q fue tomando en su vida
Creo que no atrasa nada . Si consideran que la mayoria de las mujeres son feministas pañuelos verdes , se