José Franco expone en “Génesis” pinturas, objetos e instalaciones en una gran retrospectiva que sintetiza su trayectoria artística

Por: Patricio Féminis

“Génesis”, la muestra del artista cubano residente en Argentina José Franco incluye obras de los años ‘80 en adelante. Se puede visitar hasta febrero de 2026 en el Museo Nacional de Bellas Artes.

“Cada artista tiene muchos caminos. Uno empieza por una cosa y todo se va derivando”, sonríe en un bar porteño el artista cubano José “Pepe” Franco, radicado aquí hace ya casi 32 años. ¿A dónde proyecta sus ojos y su emoción? A la exposición José Franco. Génesis, que se inauguró el 4 de diciembre en el 2º piso del Museo Nacional de Bellas Artes.

Sus pinturas, objetos e instalaciones componen una gran retrospectiva, desde las creaciones de los ‘80 -con pelaje animal y rasgos pop- hasta sus últimas producciones -con objetos electrónicos y acrílicos sobre tela-. ¿Qué siente él? “Dentro de todos esos años, yo busqué qué obras tenían que ver unas con otras: la muestra Génesis las hace convivir con felicidad”.

Y José Franco se sorprende aún hoy: “La obra más vieja que tengo, de 1983, es de mi tesis de grado de la Escuela Nacional de Arte de Cuba. Es ‘La defensa’, un cuadro que tiene una espina con unos pinchos adosados. Y lo último que hice ahora son unos mouse negros de computadora con otros pinchos. Se llama ‘Ciberataque’, como si los mouse se convirtieran en animales que te van a pinchar.

Las dos obras reflejan todo un recorrido afín entre una y otra”. La muestra José Franco. Génesis celebra ese cruce de mundos en su visión del arte: la ecología y la tecnología, el hombre y la naturaleza, lo sagrado y lo artificial. La exposición atraviesa cinco décadas para confirmar una constante en él: la transformación plástica.

Un cuadro revelador de la muestra de José Franco es “La conversación”, pintado en Francia en 2007, y que versiona las selvas ecuatoriales del artista francés Henri Rousseau. Otro es el acrílico sobre tela “Conversaciones en el tiempo Lam-Franco”, de 2009, en homenaje al pintor cubano Wifredo Lam, y que luego donará al Bellas Artes.

Porque, ante todo, la exhibición José Franco. Génesis atesora un camino: nació en La Habana en 1958, egresó de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro y del Instituto Superior de Arte (ISA) y obtuvo la Beca Guggenheim en el ‘91, que le permitió vivir en Nueva York por casi dos años. Luego se mudó a Buenos Aires en el ‘93, pero nunca perdió contacto con el arte cubano.

José Franco y la experiencia de la emigración

“Desde la mirada de quien carga con la experiencia de la emigración, Pepe Franco observa el mundo con compasión, pero también con humor, desenfado e ironía”, dice Andrés Duprat, el director del Museo Nacional de Bellas Artes, en el texto institucional de la muestra. Y amplía el propio José Franco en el texto curatorial de Mariana Marchesi, la coordinadora artística del museo: “Desde que tengo uso de razón he vivido en mundos que se dividen y se juntan, se separan y reencuentran permanentemente”.

Esa tensión puede rastrearse en la amplia producción de Franco: hay dibujos, pinturas, murales, instalaciones, esculturas y objetos intervenidos. Ver sus obras es dejarse atravesar por lo vegetal, lo animal y los dispositivos, que desafían a la humanidad.

Y en cualquiera de las obras de Franco se puede comprobar esa tensa unión entre mundos y soportes: en el acrílico sobre tela “Sonido”, de 2017, un calamar se abraza y enlaza con un corno francés. En “Latidos”, de 2025, un corazón humano parece el caparazón de un cangrejo. En la obra de tinta “Mutación”, de 1992, unas serpientes con piel de chita se entrelazan con la metamorfosis rectangular de unos brazos humanos.

En la instalación “Tecno-transformación”, de 2025, las rayas de una silla con piel de cebra se confunden con los filamentos de un microchip, en un acrílico detrás. Y en el cuadro “Escape”, de 1983, unos pequeños gusanos se encaminan al hueco de una pared de ladrillos amarillos: lo orgánico, los paisajes y lo maquinal desbordan intensidad.

Una mirada hacia atrás de José Franco

¿Qué mira José Franco al ver hacia atrás? ¿Qué capta? “Yo llevo aquí casi 32 años -dice- y, cuando acababa de llegar a Buenos Aires, una de las primeras muestras que hice fue en Bahía Blanca: el director del museo era Andrés Duprat.

Luego hice una exhibición muy grande en Recoleta y desde entonces participo del mundo cultural porteño como artista y docente. Así que, cuando Duprat me llamó ahora para esta muestra en el MNBA, logré reunir bastantes obras de los ‘80, de los ‘90 y del 2000, y sumé dos piezas grandes de instalación que ya había hecho en Nueva York, en el ‘92 y parte del ‘93. La exposición José Franco. Génesis me produce una gran alegría”.

Y aquí revela por qué decidió ponerle ese título: “Porque el Génesis de La Biblia es de donde empezó todo -establece- y aquí hay cuadros que tienen las ideas y conceptos que siempre repetí: la idea de las espinas, los gusanitos o larvas que se van a reproducir, el usar elementos que parezcan tridimensionales y que sean planos, o elementos de verdad, tridimensionales, pintados. O sea que en esa muestra está el Génesis de todo lo que yo he venido pintando todos estos años”.

O como dice Duprat: “En los cuadros de Franco la naturaleza muta, se hibrida y triunfa: invade los objetos técnicos y los convierte en símbolos de una nueva y extraña armonía”. Y el ser humano está “camuflado entre animales y objetos diversos”.

Otro estímulo para pensar esta exhibición antológica en el MNBA provino de la propia hija del artista, la Licenciada en Letras y poeta Andrea Franco: “Tenemos que hacer un libro tuyo”, le dijo a José Franco, y empezaron a buscar fotos viejas y textos de personas queridas. Por eso en el transcurso de la muestra se presentará el libro que recopila la producción de Franco del período 1983-2025: tendrá textos de Andrés Duprat, Florencia Battiti, Andrea Giunta, Orlando Hernández, Laura Malosetti Costa, Aldo Menéndez, Liliana Porter y Ana Tiscornia. “La verdad, es un libro que me gusta mucho, porque no sólo están los cuadros, sino mucha de mi historia desde Cuba hasta hoy”.

Y José Franco piensa en las dicotomías de sus obras: “Siempre mi trabajo ha sido el hombre y la naturaleza, la ecología y la tecnología, y a la muestra en el MNBA la armé toda en 3D, antes de montarla, gracias a las cosas tecnológicas que, como profesor, yo mismo aprendí en la Escuela Da Vinci, de Avenida Corrientes”.

Pero, ¿qué ganó en su visión del arte al vivir en Argentina? “He puesto en mis obras animales autóctonos, como coatíes o ñandúes, y me he conectado con muchos artistas”, dice. Aunque también añora muchas cosas de Cuba: “Yo estuve en La Habana en los ‘80, cuando hubo un recambio artístico y la exposición Volumen Uno empezó a hacer cosas que en el mundo entero se habían hecho en los años ‘60: instalaciones y performances”.

Además -recuerda Franco- a Cuba “empezaron a llegar críticos de todos los países, directores de museos y galerías, y en esa época los cubanos no comercializaban tanto, así que era casi todo por amor al arte: yo extraño ese momento y lo que pasó. En las escuelas de arte estábamos mezclados músicos, teatristas y bailarines. O sea, todos los músicos o actores que ahora tienen 60 años, en La Habana, estudiaron conmigo, e hicimos cosas juntos. Uno armaba la obra, el otro ponía la música y todo era muy interesante. Pero ahora está muy complicado económicamente en Cuba, como sabemos”.

Por eso, José Franco vislumbra: “En el libro sobre mi obra, yo tengo un texto que se llama ‘Un hombre es una isla’. Y ahí dice que, dondequiera que haya un inmigrante, el país está alrededor de él. La comida que comes, o cuando hablas con alguien de tu tierra, hablas distinto que cuando hablas acerca de Argentina o de otro país”.

¿Y qué recobra, de sí mismo, al ver la muestra José Franco. Génesis en el MNBA? “Esta exposición me ha dado ideas de retomar algunas cosas que yo había hecho hace muchos años -piensa-. A veces hay líneas por las que uno va, que no estuvieron buenas -como le pasa a todo el mundo-, pero con el tiempo se las ve de otra manera”.

La diversidad es una marca cotidiana: “Otra cosa que me gusta mucho y que pude hacer en Argentina son los murales. Ahí en Munro hay un paso a nivel, de 200 metros de cada lado, y pude pintar un mural. Y arriba de eso hay una fábrica de telas que vio lo que estaba abajo y me dijo: ‘Yo también quiero que me pinte la fábrica por afuera’. Así que quedó todo ese espacio con mis murales”. Pero hay otra señal cercana: en la esquina de la propia casa de José Franco hay un teatro independiente, cuyo dueño un día le sugirió: “¿No querés hacer un mural en la pared del teatro, que está tan fea?”.

Y el artista, que justo había hecho un cuadro sobre Jorge Luis Borges (“La escritura de Dios”), contestó: “Sí, voy a hacer un mural, pero retomaré esto de Borges con mis alumnos y haremos una clase de muralismo”. Ahora José Franco sonríe y dice: “Ya se está empezando a descascarar, pero quizá podamos hacer un mural nuevo”.

En tanto, la exposición podrá visitarse en el MNBA hasta el 8 de febrero de 2026, de martes a viernes de 11 a 19.30 y los sábados y domingos de 10 a 19.30. “En estos dos últimos años trabajé muchísimo -siente José Franco-: con esta muestra y con otra en Miami que compartí con otro cubano. Así que ahora creo que me voy a tomar vacaciones… ¡pero vacaciones de arte!”.

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