Edvard Munch, a 80 años de su muerte

Por: Mónica López Ocón

Considerado el precursor del expresionismo, no demasiado valorado en su época, se convirtió luego de su muerte en uno de los pintores más cotizados del mundo. Su cuadro “El grito" se ha convertido en un ícono y es tan conocido que fue transformado en un emoji.

El 23 de enero de 1944 moría en Oslo Edvard Munch, considerado uno de los precursores del expresionismo. Su vida fue trágica, difícil y tormentosa, como la de Van Gogh. Los elementos de una existencia desdichada suelen ser fácilmente “romantizables” y marcados como  el motor y, a la vez, la consecuencia del genio artístico. Sin embargo, existen muchísimas más vidas desdichadas que artistas de genio, lo que hace suponer que el genio y la desdicha corren por caminos separados.

A Munch no le faltaron desgracias capaces de construir retrospectivamente el trillado mito del creador sufriente, pero para pintar un cuadro como El grito, quizá uno de los más conocidos del mundo, posiblemente el sufrimiento no alcance. Los que se necesita, sobre todo, es talento. Si la pobreza, el alcoholismo, los problemas familiares y los golpes más duros de la vida sirvieran de por si para explicar el talento, la mayoría de las personas que habitan el mundo serían geniales.  

«El grito»

Existe otro mito paralelo al de sufrimiento para explicar el talento y es el de la hipersensibilidad de los artistas. Según este mito, a los artistas el mundo les duele más el mundo que al resto de los mortales, una creencia que no siempre corroboran los hechos.

Suele decirse que “para muestra basta un botón” y es posible que sea cierto. El Nobel chileno Pablo Neruda tuvo una hija con hidrocefalia a la que abandonó por completo mientras escribía versos sentimentales que supuestamente expresaban una sensibilidad exquisita. La pequeña se llamaba Malva Marina Trinidad Reyes y fue producto de su relación con su primera esposa María Antonia Hagenaar. La niña murió a los 10 años en Holanda sin que Neruda se ocupara siquiera de ayudar económicamente a la madre. En este caso, fue María Antonia la que tuvo la sensibilidad suficiente como para ocuparte de su hija, pero el poeta laureado fue Neruda.

Este largo rodeo es para dejar en claro que aunque Much fue un acumulador de desgracias y su salud psíquica era débil, su obra se explica por su talento. Lo que no significa, por supuesto, que su vida no esté de alguna manera reflejada en ella  porque, de manera explícita o tácita, toda obra es autobiográfica. La de Munch no fue la excepción.

Munch sufría un cierto desequilibrio mental, pero él mismo se encargó de aclarar: «No quiero decir con esto que mi arte esté enfermo… Esa gente no comprende la esencia del arte y tampoco conoce la historia del arte. Al contrario, cuando pinto la enfermedad y el vicio supone un sano desahogo Es una reacción saludable de la que se puede aprender y según la cual se puede vivir«,

Evuard Munch, trayectoria de una vida

Cuando Munch murió en 1944, hacía dos años que su vida económica había mejorado un poco porque había vendido parte de su obra  y ésta obra comenzaba a reconocerse, aunque la crítica anterior se había empeñado en defenestrarla. Además, acababa de hacer su primera exposición en Nueva York. Pero fue abatido por una neumonía. Tenía 80 años y había pasado una vida de privaciones. Dejó escrita estas palabras “Enfermedad, locura y muerte fue los tres ángeles que velaron mi cuna”.

El grito es su cuadro más famoso, se ha transformado en un ícono. Es uno de las imágenes  más reconocidos aún por quienes no se dedican al arte y también la obra más cara. En un remate obtuvo el precio de 119, 9 millones de dólares. Además, tal es su popularidad que se ha convertido en un emoji. El artista explica así cómo fue que la concibió:

 “Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho. Me detuve, me apoyé en la barandilla, preso de una fatiga mortal. Las lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado de la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí, temblando de miedo”. Yo oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza.”

Éste sería, según Munch, el origen de su cuadro más famoso que,  en su momento no fue lo suficientemente valorado como para sacarlo de su difícil situación  económica. En la historia del arte son frecuentes los casos de justicia retrospectiva con la que se ven beneficiados sus herederos la vida del artista. En el momento en que lo pintó estaba en Niza, pero se dice que su imagen  habría estado inspirada en unas momias peruanas que había visto en París.

La existencia de Munch fue bastante desgraciada y debió luchar toda la vida contra la pobreza. Su madre murió de tuberculosis cuando él tenía sólo cinco años. Más tarde moriría de la misma enfermedad su hermana Sophie cuando tenía 15 años de edad.

Su padre era médico castrense, trabajo por el que recibía un sueldo exiguo. La relación con su hijo era tensa, sobre todo cuando éste comenzó a frecuentar la bohemia artística, ambiente que iba en contra del profundo sentido religioso de su padre.

Diagnosticado retrospectivamente, Munch habría sufrido de bipolaridad. Le gustaban obsesivamente las mujeres pero sostenía con ella relaciones tormentosas y lo obsesionaba también pintar autorretratos En su obra figuran unos 50. Luego de una crisis nerviosa, fue internado en un instituto neuropsiquiátrico en 1908.

Munch y los otros

En la época en que vivió el pintor noruego, París era la meca del arte y la cultura. Fue así que en 1885 se dirigió hacia allí  y entró en contacto con la pintura renovadora que se hacía allí y con líderes del arte como Paul Gauguin y Toulouse Lautrec.

Al mismo tiempo que el viaje enriqueció su concepción de la pintura, también lo sumergió en el alcohol y en  una relación de pareja  Emilie Thaulow que terminó por resultarle asfixiante, aunque no encontraba la forma de separarse de ella. Pero también existe otra versión que dice que él quedó muy malherido porque ella lo dejó para casarse con otro.

Lo cierto es que, a pesar de ser muy enamoradizo, ninguna de las relaciones que  mantuvo culminó en matrimonio, quizá una instancia demasiad formal para el espíritu libre de Munch.

La relación con Emile  terminó de una manera abrupta cuando Munch recibió un balazo en un dedo de la mano izquierda que se lo destrozó. No se sabe si se disparó él mismo si lo hizo ella o fue producto de un forcejeo, El hecho es que el hecho le puso punto final a la relación. Más tarde viajaría a Berlín, donde habría pintado su cuadro más famoso, El grito.

Munch, homenajes

Tal es la vigencia del pintor que al cumplir mañana, 23 de enero, 80 años, será homenajeado de diversas formas.

El Museo Munch, ubicado en Oslo, ya hay una muestra en la que se lo compara con Goya : «Goya y Munch: Profecías modernas».

Entre  marzo y agosto, además habrá una exposición inmersiva, La habitación de Sophie. Sophie era su hermana muerta a los 15 años de su tuberculosis. En su momento, cuando la pintó en su cuarto padeciendo el último tramo de su enfermedad, la pintura tuvo muy mala crítica porque se suponía que violaba algo íntimo y porque no era considerado buen gusto pintar a las personas en sus lechos de muerte. Además, por la falta de terminación de algunos detalles como las manos y por sus tonalidades, un crítico dijo que parecía más que una pintura, un plato de la gastronomía del lugar de origen del pintor.

Más tarde, en el Museo Munch tendrá lugar Edvard Munch: Trembling Earth referida a la relación del pintor con la naturaleza. También lo recordará el cine con una película que lo muestra en sus sesiones terapéuticas y en sus complicados vínculos familiares y amorosos.

A 80 años de su muerte, la fama de Munch crece día a día.

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