Es cantante, compositora e hija del querido Negro. Ahora está radicada en Nueva York, pero sigue siendo una fundamentalista del asado a leña.
Inició su vida artística como cantante a los 16 años, presentándose en bares. Su primer disco, Afrozen (2012), contó con la producción artística de Nicolás Ibarburu y Nico Cota. En 2016 fue premiada con el Gardel, en la categoría “mejor álbum nuevo artista pop”, por su segundo trabajo, Corazón diamante (2015). El siguiente fue Bosque (2019) y hace muy poco lanzó Candombe (2024), en el que reivindica ese ritmo oriental de raíz afro.
Cantó con Hugo Fattoruso, Martín Buscaglia, Fito Páez, Joss Stone, Illya Kuryaki & The Valderramas, La Vela Puerca, su padre Rubén Rada y fue parte de Ciro y los Persas.
–¿Pudiste tomar otro camino o fue inevitable que la música te apasione?
–En las casas de médicos siempre uno sale médico. En casa todos salimos músicos: mi hermano, mi hermana y yo. La influencia de mi padre fue muy fuerte. Mi madre es psicóloga, pero es algo más complejo para compartir. Mi padre no nos impuso nada. Lo único que nos dijo fue “hagan lo que quieran pero estudien”.
–¿Intentaste otra cosa?
–Iba a estudiar arquitectura, para hacer una carrera más convencional. Y mi madre me dijo: “No estudies por estudiar, haz lo que te guste”. Empecé haciendo música como un juego y terminó siendo también mi camino.
–¿Cómo recordás tu infancia?
–Era extremadamente tímida. Prácticamente no hablaba con nadie que no sea de mi familia. Me gustaba mucho hacer piruetas y bailar. Hacía gimnasia olímpica y ballet. En algún momento consideré ser bailarina.
–¿Y qué pasó?
–A los 13 me lesioné la espalda: ahí me di cuenta que no podía bailar al nivel que pretendía. Entonces, me puse a estudiar canto.
–¿Cómo te llevás con tu padre?
–Increíble. Tenemos un vínculo hermoso. Mis hermanos también. Lo admiramos musicalmente, pero también en la manera en que nos criaron con mi madre. Siempre nos sentimos cómodos en decidir lo que quisiéramos hacer.
–¿Cómo te llevás con tus hermanos?
–Somos muy compinches, hablamos todo, somos una familia muy unida. Nos entendemos bien a pesar de que cada uno hace su camino. Mi hermana canta, pero también actúa y le gusta la comunicación. Mi hermano es guitarrista y yo tengo mi proyecto. Pero todos nos juntamos en la banda de mi papá. Eso siempre es súper emotivo. Siempre trabajar con la familia tiene sus cosas, pero nos entendemos en el escenario.
–¿Es verdad que cuidan demasiado a tu padre?
–Y sí, él solo no se cuida nada. Toda la vida fuimos así, estamos cerca para marcarle la cancha. Pero de cariño, para que esté bien.
–¿Te costó sobrellevar la fama o ser la hija de Rubén Rada?
–Para nada. Uruguay es tranqui. Todos sabían que era la hija de Rada, pero nunca lo sufrí o me creía algo que no era. Llevo mi apellido con naturalidad y mucho orgullo.
–¿Por qué te fuiste a Nueva York?
–Me puse de novia con Juan Chiavassa, un músico de jazz argentino que está en Estados Unidos. Nos conocimos después de la pandemia, venía de estar todo muy parado y me animé.
–Aprovechaste para probar suerte.
–Iba a volver a vivir a Argentina, pero estaba complicada la mano. Tenía una idea vaga de irme lejos: quizá a España. Pero me pasó esto con Juan y probamos. Me mandé y funcionó. Vivimos en Brooklyn, pero trato de recorrer todo. Nueva York es una ciudad increíble.
–¿Cómo es vivir allá?
–Los primeros días me chocó ¿Qué hago acá?, me preguntaba. Hay una comunidad grande de sudamericanos. Ellos me ayudaron. El primer año es difícil. La ciudad como que te expulsa, es tan grande que sentís que no pertenecés. Pero con amigos, novio y con un circuito para tocar, ya es otra cosa.
–¿Cómo definís la experiencia con Andrés Ciro?
–Un gran aprendizaje.
–¿Qué es lo más uruguayo que tenés?
–Que soy muy tranqui. Perfil bajo y mate no puede faltar. Tengo el ritmo uruguayo que nos caracteriza.
–¿Qué haces en tu tiempo libre?
–Me gusta hacer pilates, ir al gimnasio, pero también tomar clases de canto. No falto nunca. Salvo una tragedia. Me gusta ver pelis, libros, pero nada especial. Le agarré la onda a tejer. ¡Soy casi una abuela! Armo rompecabezas, juego al burako. Esas son mis pasiones alocadas (risas).
–¿El asado a leña o carbón?
–Mi alma uruguaya te dice solo leña: pero soy flexible. El carbón que usan los argentinos también me gusta. Lo lindo del asado igual es la juntada. Pero la única forma de comerlo es a leña (risas). «
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