Sombra terrible, la antología de relatos del gótico rural argentino

Sombra terrible del gótico rural argentino, han de evocarte para que reveles tus secretos. La paráfrasis del inicio del Facundo, de Domingo F. Sarmiento, puede reubicar la dicotomía entre civilización y barbarie en la terrorífica unión entre el terror gótico literario y los ámbitos rurales del país: autores consagrados y emergentes emplazan sus relatos en llanuras, selvas, bosques, desiertos o pueblos del interior, tal y como testimonia un libro clave: Sombra terrible. 10 cuentos del gótico rural argentino.

Esta antología de AZ Editora, con compilación y prólogo de Marcelo Acevedo -un avezado cineasta y periodista cultural-, expone los modos locales de la literatura gótica, en la que el terror aparece a través “de lo ominoso, el extrañamiento, los climas opresivos, la violencia, las leyendas rurales y la naturaleza”, según dice la introducción. Ahí se postula que el gótico estuvo en el inicio de la literatura argentina (basta ver lo sangriento en El matadero, de Esteban Echeverría, o lo fantasmagórico en el Facundo): una sombría tradición siguió hasta el presente.

“Nuestra narrativa nació gótica y rural”, sostiene Acevedo en el prólogo, en el que recorre los signos góticos de la literatura de aquí, a través del tiempo, hasta llegar a los autores de la antología Sombra terrible: Leandro Ávalos Blacha, Flor Canosa, Roberto Chuit Roganovich, Ada María Elflein, Vicky García, Juana Manuela Gorriti, Luciano Lamberti, Juan Machado, Juan Mattio y Mariano Quirós. “En el panorama literario actual esta tradición parece haber retornado con vigor”, grafica Acevedo.

Y dice que muchas de las obras de terror de los últimos diez años “transcurren en pequeños pueblos del interior alejados de lo urbano -cuando no directamente en parajes rurales, en la selva o en pleno desierto pampeano- y se nutren de las herramientas y la estética del gótico, pero con características autóctonas”.

 Así, el folklore, las supersticiones, los santos paganos, las oscuras leyendas y hasta las desigualdades entre peones y patrones alimentan al gótico rural argentino, tal como se ve en los 10 cuentos de Sombra terrible.

De esta manera, “la narrativa gótico rural se ha enriquecido y diversificado, pero sin perder sus características esenciales”, dice Acevedo, con la mente en la antología. Y profundiza junto a Tiempo Argentino: “Tanto el gótico rural como el folk horror transcurren al aire libre -observa-. Y quizá el propio monstruo sea la naturaleza salvaje, como un ambiente o un trasfondo: un paisaje que se siente en el cuerpo. También en este subgénero se ve el conflicto entre gente de afuera que se mete en un lugar que no conoce y no la pasa bien”.

Acevedo vuelve a la relación entre el gótico y la lucha entre civilización y barbarie, que atraviesa, en forma sangrienta, a la literatura argentina. “Los tres primeros cuentos de la antología -repasa- son los que están más cerca de los relatos y argentinos fundantes, con la tensión entre unitarios y federales y la gauchesca. También se ve en otro cuento, sobre gente ilustrada que va al campo: a la barbarie.

 Luego hay cuentos más futuristas y apocalípticos, donde ya no hay civilización: sólo barbarie. Pero en otros relatos se sigue viendo esta distinción entre lo monstruoso del interior y lo extraño: lo que viene de afuera”.

Sombra terrible, otros cuentos

Otros cuentos de Sombra terrible, de 188 páginas, hablan de la aparición de brujas en nuestra historia, del dilema pueblo chico-infierno grande, del romanticismo gótico de la generación del ’37, y, como señaló Acevedo, del neogótico rural apocalíptico y weird: es un amplio panorama. “En la antología vemos cuentos que transcurren en 1600, 1700, otros a finales del siglo XIX o más cerca en el tiempo. Es una mezcla que no se veía tanto. Eso se debe a que hoy hay un auge de la ficción extraña: el gótico rural mezcla tradiciones y evoluciona”.

Y no sólo sucede en la pampa húmeda: otros ecosistemas son escenarios para estas narraciones ominosas. “Por eso la categoría del gótico rural engloba a todo el interior, la periferia y lo que está afuera de la ciudad: la pampa, la selva, el desierto, el sur patagónico o un pequeño pueblito en el campo”, distingue Acevedo. Y muchos de estos cuentos, como otras novelas góticas argentinas, “tienen alguna alusión a la explotación laboral en el ámbito rural y a la relación entre el peón y el patrón. El terror no se escinde de la crítica social”.

Como se ve en la antología y apunta Acevedo, las nuevas generaciones de escritores y escritoras muestran huellas “más allá del gótico romántico de la generación del ’37”. Esas influencias “van de la literatura gauchesca al folk horror y del gótico sureño al horror lovecraftiano”. Y en vez de los clásicos castillos, las casas embrujadas o las mansiones derruidas, aquí se ven “los espacios naturales, salvajes y violentos” donde los personajes viven “una conexión con lo divino, pero también con lo desconocido, lo incomprensible”.

¿Un oscuro placer? Acevedo sabe qué fue lo más satisfactorio de compilar el libro Sombra terrible: “La buena predisposición de los autores consagrados y los emergentes. Todos estuvieron dispuestos a escribir, o a ceder un relato, porque les parecía interesante lo que yo estaba armando”. Lo más difícil, en cambio, “fue encontrarle un sentido a la compilación. Como soy cineasta, mi trabajo tuvo acá mucho que ver con el montaje, pero literario: que la antología tuviera un sentido espacial y temporal”.

Y otro gran desafío fue, desde ya, hacer el prólogo: “Quise explicar de la mejor manera la hipótesis de que el germen del gótico rural está en el nacimiento de nuestra literatura”, dice Avecedo. Y ahí residió el origen de sus propios miedos: “Más que las acciones de los seres humanos o los mitos sobrenaturales (el Pombero, el Lobizón, el Familiar), lo que más me aterra es la naturaleza salvaje. Hallarme perdido en la selva o en el desierto”. Es algo “que te aterra al mismo tiempo que te excita y te emociona. Eso es lo que más me horroriza del gótico rural”.